Terroristas palestinos de Hamás. Reuters
¿Está Israel en la cuenta atrás hacia una nueva guerra?
Hezbolá no ha abierto fuego contra Israel ni una sola vez en el último año. Pero sí ha dedicado enormes esfuerzos a conseguir nuevas armas y recomponer lo destruido por Israel.
La guerra impuesta a Israel el 7 de octubre del 2023 a raíz de la masacre perpetrada en el sur del país por la organización terrorista Hamás no ha terminado.
Y no ha terminado por más que Israel y Hamás hayan acordado un alto el fuego.
O por más que haga ya un año de la firma de una tregua entre Israel y Líbano (aunque el actor beligerante no era en este caso el país de los cedros, sino la organización terrorista pro iraní Hezbolá).
El presidente Donald Trump ha declarado repetidamente que “hay paz en Oriente Medio”. También se ha referido a lo que Israel dice que son sendas violaciones del alto el fuego como “algunos problemas”.
Israel, que ha respondido con dureza a estas violaciones, ha tenido que explicarle a Trump que si no hace cumplir lo pactado, todo decaerá.
Aquí parece regir lo que algunos quizá piensen que es una lógica retorcida, pero que en esta región es la pura verdad. Únicamente se podrá sofocar la violencia actuando con firmeza y dejando claro, con declaraciones y acciones, que no se tolerará esta.
Un niño ondea la bandera de Hezbolá en mitad de una manifestación propalestina en Saná (Yemen). Reuters
Reaccionar ante esa violencia con exagerada paciencia y flexibilidad es una invitación a malas interpretaciones. A que tus enemigos interpreten tu mente abierta como una señal de debilidad.
El desafío de Israel en la situación actual es transmitir de forma tajante su mensaje contra cualquier violación del alto el fuego.
Pero ha de hacerlo mientras, por otro lado, no tira demasiado de la cuerda, para dejar abierta la posibilidad de la paz.
Y todo esto a pesar de que el 7 de octubre enseñó a Israel que una calma aparente o mal interpretada puede convertirse en un camino al infierno.
Es interesante ver la diferencia entre Gaza y el sur libanés. Entre las violaciones del alto el fuego por parte de Hamás y de Hezbolá.
En ambos casos, de acuerdo a lo pactado, tanto los disparos hacia Israel o contra las tropas israelíes como los intentos de rearme y reorganización constituyen violaciones del alto el fuego.
Hezbolá no ha abierto fuego contra Israel ni una sola vez en el último año. Pero sí ha dedicado enormes esfuerzos a conseguir nuevas armas y recomponer lo destruido por Israel.
La coronel (retirada) Sarit Zehavi, fundadora y directora del centro de investigación ALMA, especializado en los desafíos de la frontera norte, ha confirmado que, según fuentes del Departamento de Estado estadounidense, la Guardia Revolucionaria iraní ha enviado este año casi mil millones de dólares a Hezbolá.
El dinero iraní es clave en esta ecuación.
"La sensación en la región es que se aplica una mayor contundencia en el frente libanés, con ataques casi diarios a estructuras de Hezbolá"
Por su parte, Hamás también ha intentado reconstruir sus capacidades. Pero dado que tiene menos fuentes financieras que Hezbolá, ha tenido mucho menos éxito.
Pero, por otro lado, Hamás ha protagonizado numerosos incidentes explícitos de violación del alto el fuego. Entre ellos, ataques a tropas israelíes estacionadas en sitios autorizados por el acuerdo.
Aun así, tras responder eliminando a un comandante de rango intermedio en la zona de Rafah, fuentes militares israelíes señalaron “hemos terminado de reaccionar”.
Nuevamente, ese difícil equilibrio: evitar demostrar pasividad frente a los disparos, pero sin tirarlo todo por la borda.
La sensación en la región es que se aplica una mayor contundencia en el frente libanés, con ataques casi diarios a estructuras de Hezbolá. Pero siempre previo aviso a la población para que pueda alejarse de la zona de conflicto.
Días atrás hubo una dramática excepción.
Un ataque quirúrgico a un edificio en Beirut, la capital, en el que fue eliminado Ali Tabtabaí.
Tabtabaí estaba considerado como el jefe del Estado mayor de Hezbolá, y había dedicado cuarenta años de su vida al terrorismo contra Israel.
Tabtabaí era también el cerebro del plan para la conquista de Galilea que Hezbolá no alcanzó a concretar, y que de haberse llevado a cabo habría hecho palidecer los atentados del 7 de octubre.
Quizá la diferencia radique en el hecho de que, en Líbano, Israel tiene un interlocutor oficial, ya que se trata de un Estado soberano. Y quien firmó el alto el fuego fue, precisamente, el Gobierno de ese Estado soberano.
Además, su territorio ha sido desde hace décadas usado y abusado por Hezbolá, que sirve a los intereses foráneos de Irán.
Pero allí, al menos, Israel tiene un interlocutor claro.
Por eso, todas las acciones de Israel de las últimas semanas son un mensaje explícito al presidente George Aoun. Un mensaje que le recuerda que él se comprometió a desarmar a Hezbolá, pero que si no lo hace tendrá que hacerlo Israel.
Las constantes advertencias de Israel no caen en el vacío. Pero tampoco han sido totalmente exitosas, y el hecho es que Israel sigue atacando.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Reuters
Jerusalén preferiría no lanzar otra guerra contra Hezbolá en territorio libanés, pero advierte constantemente de que esa es una opción a su alcance.
En Gaza, en cambio, el dueño y señor es Hamás.
Un Hamás debilitado y deteriorado, pero aún en el poder.
El vicealmirante Eliezer Marom, que fue jefe de la Marina israelí entre 2007 y 2011, escribió en el periódico Israel Hayom que “el acuerdo de alto el fuego firmado el 9 de octubre entre Israel y Hamás, con la mediación de Estados Unidos, Catar, Turquía y otros países, debía marcar el fin de la Guerra de las Espadas de Hierro. Pero los combates continúan con distintos niveles de intensidad”.
Marom expresa su temor de que “esta prolongada situación de inestabilidad en la seguridad regional no augure nada bueno para Israel”. También asegura que “se necesita un esfuerzo militar y diplomático coordinado, en colaboración con Estados Unidos, para restablecer la calma y la estabilidad”.
El potencial de un desmoronamiento total del alto el fuego en estos dos frentes es preocupante. Pero a decir verdad, más lo es la mirada a nivel global.
Las afirmaciones israelíes sobre sus impresionantes logros en la guerra de siete frentes desatada por la masacre del 7 de octubre eran ciertas, pero parciales.
Porque, dado que al otro lado hay actores motivados por ideologías extremistas cuyo motor es el odio a Israel por su existencia misma, y no por tal o cual gobierno, o por tales o cuales fronteras, resulta imposible pensar que haberlos debilitado seriamente neutralizó todos los desafíos estratégicos de Israel.
Israel sigue afrontando serios desafíos. Desde los ya mencionados Líbano y Gaza hasta Siria, Irak, Irán y Yemen, agregándose inclusive Sudán y Libia como nuevos escenarios en los que Irán trata de crear tentáculos que le sirvan en momentos claves.
El potencial explosivo en la región sigue latente.
Así que, diga lo que diga Trump, la paz aún no ha llegado a la región.
*** Jana Beris es periodista y corresponsal de Onda Cero en Israel.