Pedro Sánchez y Donald Trump reunidos en Egipto el mes pasado.
Estos serán los ejes del nuevo tiempo político
Son tres los ejes que van a definir las rivalidades que alumbrarán el futuro del debate político, electoral y social durante las próximas décadas en los países democráticos occidentales: fondo, forma y actitud.
La determinación del voto de los electores no siempre se ha movido en los mismos ejes de decisión.
En algunas ocasiones ha pesado más la dicotomía izquierda-derecha. En otros momentos o en lugares concretos ha tenido más relevancia el eje centralismo-autonomismo. También puede ser protagonista el dilema entre cambio y continuidad, etcétera.
Estas variaciones que se producen en el eje de decisión de los votantes tienen, de forma automática, consecuencias en la posición estratégica y comunicativa de los partidos y de los líderes políticos
En función de los diferentes ejes de decisión de los votantes podemos identificar y analizar las diferentes rivalidades que se plantean en cada momento político.
En los países occidentales que disfrutamos de democracias liberales existe una creciente conexión e influencia mutua. Las grandes dinámicas políticas, para bien o para mal, presentan un mayor mimetismo entre unos y otros países.
El primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, celebran una reunión de la Coalición de Voluntarios durante una visita militar conjunta al cuartel general de Northwood, el 10 de julio de 2025 en Londres, Inglaterra. Reuters
Lo estamos viendo en estos tiempos, por ejemplo, con las posiciones libertarias del trumpismo y su influencia e impacto en otros países importantes como Argentina. O cómo en Europa están teniendo un mayor peso electoral los partidos de ultraderecha, con un efecto contagio que puede observarse de forma muy clara.
Al analizar las grandes dinámicas políticas en las democracias occidentales y la evolución de los ciudadanos-votantes en sus ejes de decisión electoral hay que tener claro que los cambios que se producen no responden únicamente a la variación espontánea de los votantes.
Es evidente la influencia que generan en esos cambios los propios partidos políticos, los medios de comunicación y las redes sociales. Sin olvidar la importancia de fondo que tiene la educación, la cultura del país y los entornos familiares y de amistades de los votantes.
En los últimos años se ha pretendido, por parte de algunos, que el debate político girara en torno a un enfrentamiento populista polarizador. Estrategia que ha tenido como resultado un importante éxito.
Un nuevo eje ha pasado a tener un peso importante. Se trata del eje que sitúa a los ciudadanos entre los que ven bien la radicalidad y las posiciones polarizadas y los que prefieren moderación, sensatez y política constructiva. Más allá de la ideología de izquierdas o derechas que tengan unos u otros.
Pero no nos adelantemos.
Esta situación de polarización y de enfrentamiento constante, directo y muchas veces personal está generando una fuerte saturación en una parte importante de la sociedad española. Y seguro que esto también sucede en otros países.
Vamos a dar una oportunidad a la paz, al diálogo y a la negociación. Si eso fracasara veremos qué hay que hacer
Se observa claramente en diferentes indicadores de las encuestas que se publican. Cuando se contesta tantas veces que entre los principales problemas de los ciudadanos se encuentran la política, los políticos y la corrupción es evidente que la situación es límite.
Creo que estamos pasando el pico de la ola del populismo, la polarización, la mentira y la manipulación. Seguimos arriba del todo, pero estamos pasándolo. Gran parte de la sociedad está harta de que los políticos traten constantemente de forzar con el argumentario en la mano –o en la boca– unas posiciones de todo o nada contra sus rivales.
Hay que prepararse para dar una respuesta a quienes se sienten saturados con esta situación. Se están definiendo, en este momento, las nuevas rivalidades que van a empezar a operar.
Son tres los ejes que van a definir las rivalidades que alumbrarán el futuro del debate político, electoral y social durante las próximas décadas en los países democráticos occidentales: fondo, forma y actitud. También en España.
Las posiciones de fondo y los programas ideológicos van a seguir siendo decisivos.
La principal rivalidad de modelos se va a producir –o más bien seguir produciendo- entre las políticas de seguridad y oportunidades que defendemos los socialdemócratas, y las mal llamadas políticas liberales que defiende la derecha libertaria o conservadora.
Se trata del eje clásico izquierda-derecha, con toda la actualización e incorporaciones que se están produciendo como consecuencia de los cambios tecnológicos y de modelo social y de relaciones globales.
Una segunda rivalidad empieza a tener cada vez más protagonismo electoral en las sociedades mediatizadas y polarizadas: las formas en política.
Aparece un nuevo eje de ubicación entre la política populista-polarizadora y la política moderada-constructiva.
Esta nueva escala de posicionamiento es totalmente independiente del eje izquierda-derecha. Se puede ser radicalmente de izquierdas y estar situado en el espacio moderado de las formas. Y viceversa. Todas las posibilidades son compatibles.
"Se puede ser populista-polarizador en la forma de hacer política y progresista en el contenido. Y también es perfectamente posible ser moderado en la forma y conservador en el fondo político"
La tercera rivalidad define, para mí, lo más importante en política: la actitud en el ejercicio del poder.
Se trata de la intensidad con la que la ética determina las actuaciones de quienes ejercen el poder. Los comportamientos políticos pueden ser más o menos democráticos y más o menos honestos. La mentira, la corrupción, la transparencia o la rendición de cuentas son, entre otros, los elementos que ubican a cada personaje político en un lado u otro en cuanto a su actitud en el ejercicio del poder.
Estas tres rivalidades operan de forma no uniforme e independiente entre sí. Y la posibilidad de combinaciones es total.
Ser de izquierdas en el eje ideológico no garantiza ser respetuoso en el eje de las formas, ni ser honesto en el ejercicio del poder.
Igualmente, se puede ser un populista-polarizador en la forma de hacer política y a la vez progresista en el contenido de las políticas. Y también es perfectamente posible ser moderado-constructivo en la forma y conservador-liberal en el fondo político.
Y todas esas opciones pueden presentarse con una actitud honesta o con una gestión del poder éticamente reprochable.
Seguro que el lector puede encontrar ejemplos de políticos de izquierdas, muy educados, pero deshonestos. O de macarras en las formas, pero a la vez honestos y de izquierdas. Y lo mismo de derechas. Todas las combinaciones son posibles.
Tal y como yo lo veo, todas las opciones ideológicas que sean demócratas, independientemente de su ubicación en el eje izquierda-derecha, son respetables.
Las formas educadas son deseables, mientras que las populistas-polarizantes son dañinas. Pero en el eje de la actitud ética sólo la honestidad en el ejercicio del poder es aceptable.
***Juan Lobato es senador y técnico de Hacienda del Estado.