El presidente de Argentina, Javier Milei, llega al Hotel Libertador, en Buenos Aires.

El presidente de Argentina, Javier Milei, llega al Hotel Libertador, en Buenos Aires. EFE

Tribunas

Milei ha triunfado en las urnas, pero la política lo espera en el Congreso

La incógnita ahora es si Milei conseguirá sostener el respaldo obtenido este domingo hasta 2027, o si su triunfo quedará como un episodio más en la volátil dinámica electoral argentina.

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Las urnas argentinas han hablado con contundencia.

Contra todos los pronósticos, Javier Milei no sólo ganó las elecciones legislativas a nivel nacional, sino que conquistó también la provincia de Buenos Aires, el corazón electoral del país y bastión histórico del peronismo.

El resultado refuerza su liderazgo, pero lo obliga a construir consensos para sostener el rumbo de su gobierno.

Argentina celebró elecciones legislativas para renovar la mitad de la Cámara de Diputados (127 bancas) y un tercio del Senado (veinticuatro).

La jornada se leyó como un plebiscito a la gestión de Javier Milei, y las urnas le dieron un firme espaldarazo político.

La Libertad Avanza obtuvo casi el 41% de los votos a nivel nacional, superando por nueve puntos al peronismo kirchnerista y sus aliados, que alcanzaron el 31%.

El presidente de Argentina, Javier Milei, vota este domingo, en la Universidad Tecnológica Nacional, en Buenos Aires.

El presidente de Argentina, Javier Milei, vota este domingo, en la Universidad Tecnológica Nacional, en Buenos Aires. EFE

Milei ganó en quince provincias, consolidando su liderazgo en gran parte del mapa argentino. Además, se impuso en la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado y simbólico.

Fue una victoria clara en un contexto de apatía: sólo el 68% del padrón acudió a votar, una participación históricamente baja que refleja el desencanto social con la política.

El resultado consolida a Milei como líder indiscutido en el escenario político argentino. La ciudadanía respaldó al oficialismo incluso tras una campaña atravesada por acusaciones de corrupción y por la baja de su principal candidato en Buenos Aires, José Luis Espert, obligado a renunciar tras verse envuelto en denuncias vinculadas al narcotráfico.

"Para Milei, el desafío comienza ahora. La victoria refuerza su capital político, pero no lo libera de la necesidad de negociar"

El respaldo en las urnas también se vio favorecido por la posibilidad de mostrar cierta disciplina fiscal y una inflación desacelerada en torno al 2% mensual, señales que reforzaron la percepción de un rumbo económico definido.

La contracara está en la oposición. El peronismo, que aspiraba a recuperar centralidad tras la derrota presidencial de 2023, habiendo conseguido una victoria en las elecciones intermedias en la provincia de Buenos Aires del pasado 7 de septiembre, no logró articular un liderazgo claro.

Axel Kicillof se perfila como referente, pero sin lograr consenso pleno en un movimiento históricamente marcado por tensiones internas.

Acostumbrado a reinventarse en las crisis, hoy transita sin brújula: con voces dispersas y sin un liderazgo unificado, le cuesta perfilarse como opción de poder.

Para Milei, el desafío comienza ahora. La victoria refuerza su capital político, pero no lo libera de la necesidad de negociar.

Su fuerza política amplió su representación y la elección deja al oficialismo con un bloque de noventa y tres diputados propios (frente a los treinta y siete que tenía antes). Sumando a los aliados, llegaría a unos 115 escaños, a catorce de los 129 que marcan el quórum necesario para aprobar leyes en la Cámara baja.

En el Senado, La Libertad Avanza quedaría con veinte senadores propios (frente a los siete que tenía antes), mientras que el kirchnerismo pierde buena parte de su bancada, debilitando su histórica influencia en la Cámara alta.

El Congreso, en cualquier caso, seguirá siendo un terreno de acuerdos, y la política, a la que tanto descalificó, aparece como condición indispensable para gobernar.

En este contexto, los acuerdos con los gobernadores provinciales se convierten en pieza clave. Su capacidad para articular consensos federales será determinante para convertir en políticas concretas lo que hasta ahora se expresó como programa.

Ningún gobierno en Argentina puede sostenerse largo tiempo sin la cooperación de los gobernadores, que controlan el territorio y el Congreso a través de sus legisladores.

"La incógnita ahora es si Milei conseguirá sostener este respaldo hasta 2027 o si su triunfo quedará como un episodio más en la volátil dinámica electoral argentina"

El mensaje de las urnas es claro: Milei renovó el voto de confianza de la ciudadanía, superando incluso las expectativas más optimistas y conquistando la provincia de Buenos Aires.

Pero la historia argentina enseña que los triunfos en elecciones intermedias no siempre anticipan lo que ocurrirá después. Cristina Fernández de Kirchner sufrió una dura derrota en las legislativas de 2009 frente a la oposición y, pese a ello, en 2011 se impuso con el 54% de los votos en su reelección.

A la inversa, Mauricio Macri logró en 2017 una victoria legislativa resonante, y dos años después perdió la presidencia.

La incógnita ahora es si Milei conseguirá sostener este respaldo hasta 2027 o si su triunfo quedará como un episodio más en la volátil dinámica electoral argentina. La respuesta dependerá de su capacidad para transformar este apoyo coyuntural en una plataforma de poder estable, y eso sólo será posible mediante acuerdos con otras fuerzas y con los gobernadores.

Los próximos meses serán decisivos. El diálogo con las provincias, la negociación parlamentaria y la habilidad para administrar los disensos marcarán si Milei logra proyectar su liderazgo más allá de este triunfo o si, como tantas veces en la historia argentina, la euforia de las urnas se convierte en apenas un recuerdo pasajero y el país vuelve a girar, de nuevo, en otra dirección.

*** Juan Ignacio Di Meglio es director Senior de Asuntos Públicos de LLYC Argentina.