Miembros de la diáspora iraní en una protesta por los drones suministrados a Rusia.

Miembros de la diáspora iraní en una protesta por los drones suministrados a Rusia. Sergey Dolzhenko Reuters

LA TRIBUNA

La guerra en Oriente Medio es segura, la pregunta es ¿cuándo?

El aumento de la belicosidad entre Irán y Estados Unidos e Israel, y la alianza entre Teherán y Moscú, indican que podríamos estar cerca de un conflicto regional de grandes proporciones.

29 agosto, 2023 02:34

Mientras el mundo sigue pendiente de los combates en Ucrania, poco a poco ha crecido la tensión en Oriente Medio. Ya no sólo entre Israel y sus tradicionales enemigos, encabezados por Irán, sino también entre Irán y los Estados Unidos, así como entre Rusia y los aliados occidentales que aún combaten contra el yihadismo en Siria.

Mes tras mes hemos ido conociendo preocupantes noticias que hacen pensar que el escenario actual de tensión en la esfera internacional amenaza con empeorar. Y mucho.

Todo comenzó en enero con las, según el alto mando israelí, mayores maniobras conjuntas llevadas a cabo en toda su historia entre Israel y los Estados Unidos. El ejercicio, realizado en territorio israelí y denominado Juniper Oak 23.2, tuvo lugar a finales de mes. En él participaron miles de soldados y numerosas unidades aéreas, navales y terrestres de ambos países. Entre ellas, los famosos bombarderos B-52 estadounidenses, con capacidad para atacar objetivos desde largas distancias.

Un momento de los ejercicios militares conjuntos Juniper Oak de EEUU e Israel en el Mediterráneo, el pasado enero.

Un momento de los ejercicios militares conjuntos Juniper Oak de EEUU e Israel en el Mediterráneo, el pasado enero. Reuters

Para los analistas, estas maniobras conjuntas suponen una clara señal de advertencia a Teherán de que Washington y Tel Aviv actuarán juntos en caso de que el régimen iraní siga adelante con sus planes de hacerse con armamento nuclear.

Al contrario de lo que muchos sostienen, estas grandes maniobras conjuntas no fueron un hecho aislado. Se ha observado este año un aumento significativo de estos importantes adiestramientos militares conjuntos, en paralelo a las numerosas visitas y consultas entre altos cargos civiles y militares de los dos países.

Estos movimientos políticos y militares han estado enfocados en su mayoría a mejorar la coordinación entre ambos gobiernos ante la creciente agresividad iraní y los avances de su programa de armamento nuclear, así como a mejorar la efectividad de un posible ataque conjunto contra las instalaciones militares y nucleares iraníes.

Para muchos analistas, este incremento de la colaboración entre ambos Estados en la cuestión iraní sería un éxito de la Administración Biden, que trataría así de evitar un ataque israelí en solitario contra Irán que cogiese por sorpresa al Departamento de Estado y que tendría muy serias consecuencias políticas, económicas y estratégicas, así como un alcance que iría más allá de la zona de Oriente Medio.

Para hacernos una idea de la dimensión de todas estas maniobras, veamos un pequeño resumen de las más relevantes de los últimos meses:

1. Ejercicio Juniper Falcon de finales de enero. Se centró en escenarios de defensa aérea, ciberdefensa, inteligencia y logística, y puso a prueba la preparación conjunta de las Fuerzas Armadas de ambos países para afrontar importantes eventos de seguridad común, en clara referencia a una amenaza iraní.

2. En marzo viajó a Estados Unidos un nutrido grupo de aviones F-35 israelíes, los más modernos de su arsenal, para participar en los ejercicios de adiestramiento más avanzados y completos del mundo, los Red Flag.

3. En julio tuvo lugar una nueva iteración del ejercicio Juniper Oak, el 23.3. En esta ocasión se hizo hincapié en la capacidad y alcance que aportan los aviones cisterna estadounidense en las formaciones de aviones de combate israelíes, que precisan de varios reabastecimientos en vuelo si quieren disponer de alcance suficiente para poder atacar a fondo en territorio iraní.

"Por la rápida sucesión de los ejercicios da la impresión de que Israel y Estados Unidos se preparan para un eventual ataque nuclear de envergadura de Irán"

Aunque Israel dispone de aviones cisterna en su inventario, está lejos de disponer de la capacidad de repostaje del Pentágono. Llama la atención la rápida sucesión de los ejercicios Juniper Oak, realizados con apenas seis meses de diferencia, que dieron la impresión de estar diseñados para actualizar planes y preparar de manera acelerada un ataque de envergadura contra objetivos múltiples situados a muy larga distancia, lo que nos lleva a Irán y su programa de armamento nuclear.

Otra noticia clave que elevó la tensión a cotas muy elevadas tuvo lugar en marzo pasado, tras hacerse público un informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica acerca del programa nuclear iraní. El informe hizo saltar las alarmas en Israel, en Washington y en las principales cancillerías europeas al conocerse que habían sido detectadas trazas de uranio enriquecido al 84% en las instalaciones subterráneas de Fordow (otrora mantenidas ocultas por Teherán a la AIEA), donde Irán declara llevar a cabo el enriquecimiento de uranio para uso civil hasta un grado del 60%.

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Este 83,7% es un nivel peligrosamente cercano al 90% (el del uranio enriquecido apto para uso militar en bombas nucleares). Aunque Irán negó que se tratase de un acto intencionado en la búsqueda del arma nuclear, reconoció implícitamente que sí había logrado dicho nivel de enriquecimiento con su sistema actual de centrifugado, lo que le sitúa en el umbral mismo del arma nuclear. Una absoluta línea roja, al menos para Tel Aviv y Washington.

Este descubrimiento elevó aún más si cabe la tensión con un Occidente receloso de la nueva luna de miel existente en las siempre difíciles relaciones entre Moscú y Teherán. Esta nueva etapa dulce viene marcada por una importante ayuda militar iraní al esfuerzo bélico ruso en Ucrania, como la venta de centenares de drones suicida de fabricación iraní a Rusia, que esta utiliza para machacar las infraestructuras energéticas y alimentarias ucranianas.

Aunque la venta de estos drones suicida es el aspecto más conocido de la nueva colaboración entre ambos, según fuentes oficiales estadounidenses, esta incluye la construcción en Rusia de una fábrica donde producir cientos o miles de estos drones. Esto permitirá a Moscú intensificar los ataques contra Ucrania y mantenerlos en el tiempo, aspecto este de gran utilidad para la estrategia de guerra de desgaste impuesta por el Kremlin.

A cambio, todo parece indicar que Irán recibirá importantes lotes de armas rusas, desde aviones y helicópteros de combate hasta decenas de sistemas de misiles antiaéreos, algo que podría dificultar cualquier ataque extranjero a Irán.

"La Casa Blanca alerta de que el grado de colaboración entre Irán y Rusia ha llegado a un nivel tal que se puede hablar de una nueva alianza estratégica"

La propia Casa Blanca alertaba de que el grado de colaboración entre ambos países ha llegado a un nivel tal que se puede hablar incluso de una nueva alianza estratégica. Algo que desde luego no satisface ni a Israel, que tendría enfrente a su archienemigo Irán fortalecido política y militarmente, ni a los Estados Unidos, ni a ningún país aliado en Europa.

Esta nueva alianza estratégica entre los tradicionales competidores estratégicos Rusia e Irán, surge en un momento en que las tensiones en el golfo Pérsico se encontraban ya muy exacerbadas. Y han empeorado sustancialmente a lo largo de este 2023.

En los últimos años ha habido un intercambio de acciones de castigo entre los Estados Unidos e Irán que han llevado la tensión militar al punto más alto en décadas. Recordemos que los Estados Unidos, apoyados por sus aliados, impusieron un embargo petrolero a Irán como castigo por continuar con el desarrollo de sus programas de armas nucleares y de misiles balísticos y de crucero de largo alcance.

Como respuesta, el régimen iraní habría logrado establecer una red de contrabando de petróleo tremendamente efectiva y que le habría permitido sortear con éxito el embargo. En respuesta, la presión militar estadounidense en el mar subió varios peldaños, deteniendo todo carguero sospechoso. A lo que Irán respondió con sus propias medidas de fuerza, atacando con bombas lapa y abordando diversos buques relacionados con intereses occidentales y de sus aliados en el golfo Pérsico, lo que llevó a un nuevo refuerzo naval aliado.

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Ya en 2023, la tensión volvió a subir debido a varios incidentes. El pasado mes de abril comandos iraníes asaltaron desde varios helicópteros un buque petrolero en el golfo de Omán bajo el pretexto de que había colisionado con un buque iraní. Poco tiempo después, en mayo, era abordado un segundo petrolero en aguas del estrecho de Ormuz. Y, al igual que el primero, obligado a dirigirse a aguas iraníes.

El Pentágono, ante el abordaje de dos buques en tan sólo dos semanas, tomó la decisión de reforzar la pasada primavera su dispositivo militar en el Golfo. Este refuerzo de la vigilancia logró frustrar, el pasado julio, dos nuevos intentos de abordaje realizados en tan sólo 24 horas.

En uno de ellos los iraníes desplegaron una de sus mejores fragatas. Lo que, unido al uso de comandos en helicópteros, supone un claro refuerzo de la agresividad y capacidades en los abordajes iraníes a buques mercantes extranjeros, utilizando ahora también unidades regulares de la marina iraní y no solamente pequeñas embarcaciones de los denominados Guardianes de la Revolución. Una suerte de ejército paralelo al ejército regular, y con un componente religioso muy acentuado.

"Los pilotos rusos, con su agresivo comportamiento, están constantemente provocando a sus colegas occidentales para entablar un combate aéreo"

Estos nuevos actos hostiles contra la libre navegación por aguas cercanas a Irán llevaron al Pentágono a reforzar aún más su dispositivo militar. Lo ha hecho con aviones F-16, un escuadrón de F-35 y varios buques de asalto anfibio, con su dotación habitual de marines y de sus apoyos aéreos embarcados, que incluyen aviones y helicópteros de ataque, así como los versátiles convertiplanos V-22 Osprey de transporte y asalto.

Como novedad, los marines han adiestrado a un centenar de soldados para poder embarcar como fuerza disuasoria en los buques mercantes que más puedan verse amenazados por fuerzas iraníes.

Por si ya fuese poco este nivel de tensión existente entre Irán, Estados Unidos e Israel, en los últimos meses se ha sumado a la ecuación el agresivo comportamiento de los pilotos de combate rusos volando desde Siria. Estos no han parado de intimidar e incluso atacar aeronaves. Estadounidenses sobre todo, pero también francesas de patrulla en la zona.

El Pentágono ha informado de que al menos en dos ocasiones han recibido daños sendos drones Reaper por el lanzamiento de bengalas realizado por aviones rusos. Incidentes que se suman al intento de derribo por un misil antiaéreo ruso de un tercer Reaper ocurrido en noviembre pasado.

Los altos mandos militares estadounidenses en la zona de Oriente Medio han informado en numerosas ocasiones de que los pilotos rusos, con su agresivo comportamiento, están constantemente provocando a sus colegas occidentales para entablar un combate aéreo. Algo que, de ocurrir, elevaría muchos peldaños la tensión ya existente, y seguramente tendría eco en la situación en Ucrania.

Parece como si Rusia estuviese intentando provocar un incidente armado con Occidente para elevar la tensión de forma artificial entre ambos bandos. Para forzar a que los sectores europeos más temerosos de un enfrentamiento abierto y directo con Rusia presionen para alcanzar algún tipo de acuerdo diplomático. Uno que incluya un alto el fuego en Ucrania y que tranquilice los caldeados ánimos, a la vez que le permita al Kremlin ganar un tiempo precioso con el que recuperarse militarmente.

"Los analistas consideran que la pregunta correcta acerca de la próxima guerra en Oriente Medio no es si ocurrirá, sino cuándo"

Declaraciones como las recientemente realizadas por el jefe de Gabinete del secretario general de la OTAN, afirmando que una solución a la Guerra de Ucrania sería que Kiev cediese parte de sus territorios al sur a Rusia a cambio de poder acceder a la Alianza (aunque luego matizadas y hasta desautorizadas), no ayudan en absoluto en este sentido. Transmiten al Kremlin una imagen de debilidad y fragmentación en el frente unido aliado que se logró forjar tras la invasión rusa del 24 de febrero de 2022.

Para contestar a estas continuas provocaciones rusas, el Pentágono ha decidido reforzar su dispositivo militar en la zona con los potentes aviones F-22, que se retiraron con la llegada del escuadrón de F-35 antes mencionado.

Por último, y para terminar de dibujar el peligroso escenario existente en la zona, debemos tener también muy en cuenta el deteriorado escenario político y social en Israel.

Según altos mandos militares israelíes, eso podría ser visto por el eje proiraní como una debilidad. Un momento ideal para iniciar un conflicto armado en el que tratar de sacar ventaja de unos éxitos iniciales gracias a una supuesta falta de preparación israelí, que luego permitirían llegar a algún tipo de acuerdo ventajoso con el gobierno que haya en Tel Aviv.

Altos mandos militares y de la inteligencia israelí han informado de numerosos preparativos militares en Líbano de la milicia proiraní de Hezbollah. También de reuniones y visitas de alto nivel entre mandos iraníes y de Hezbollah tanto en Líbano como en Irán.

Las protestas diarias de la población israelí por los cambios judiciales que está llevando a cabo el gobierno de Netanyahu están teniendo además como resultado paralelo la renuncia de numerosos reservistas israelíes. Reservistas que conforman un pilar clave en la defensa de Israel, basada en una rápida movilización de unidades que refuercen a las tropas regulares.

Los mandos israelíes temen una guerra abierta en múltiples frentes, todos relacionados con Irán. Siria, Líbano con Hezbollah, Hamás en Gaza. Y, por supuesto Irán, lo que podría suponer el lanzamiento de miles de misiles balísticos y de crucero contra territorio israelí para saturar las modernizadas defensas israelíes.

Desde el último enfrentamiento abierto a gran escala en 2006 entre Hezbollah e Israel (que por cierto cogió por sorpresa a Tel Aviv por la eficacia y buen entrenamiento de las tropas enemigas), ambos bandos se han preparado a conciencia para un nuevo asalto. Por eso, los analistas consideran que la pregunta correcta acerca de la próxima guerra en la zona no es si ocurrirá, sino cuándo.

A la vista de lo anterior, todo parece indicar que podríamos estar cerca de un conflicto regional de grandes proporciones y con consecuencias importantes en otros escenarios. Esperemos que la cordura reine en Oriente Medio. Pero conviene estar preparados para lo que pueda venir, que no sería bueno para nadie.

*** Rodrigo Rodríguez Costa es analista de Seguridad y Defensa.

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