La Reina Sofía, Antonio Orozco, Concha Velasco y Vargas Llosa

La Reina Sofía, Antonio Orozco, Concha Velasco y Vargas Llosa

EL BESTIARIO

Añorante Reina Sofía, recaída de Concha Velasco y fin del romance de Vargas Llosa

Antonio Orozco, Sofía de Grecia, Concha Velasco y Mario Vargas Llosa; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

31 diciembre, 2022 20:30
Sofía de Grecia.

Sofía de Grecia. Guillermo Serrano Amat

Sofía de Grecia

Muy poco se habla últimamente de la reina Sofía, una esposa real que desde junio de 2014 sufre en silencio la abdicación de su esposo y el dolor de su alejamiento.

Doña Sofía es una profesional del aguante. O sea: aguanta todo lo que le echen. Por “Juanito” (así le llama ella) daría la vida. Como confesó una vez al general Félix Sanz, en uno de los momentos más difíciles del affaire Corinna, “es que le quiero”.

Desde que pasó lo que pasó, la reina madre vive en la Zarzuela en compañía de su hermana, Irene, con la que comparte desconsuelos y recuerdos de la infancia, desde la vida en el palacio de Tatoi, la Segunda Guerra Mundial y posterior exilio en Sudáfrica. A su regreso a Grecia conoció a “Juanito” (don Juan Carlos de Borbón) en un crucero organizado por la reina Federica para reunir a los jóvenes de las casas reales europeas para que se echaran los tejos. El viaje tuvo lugar en el yate Agamenón y hubiera podido llamarse el crucero del amor.

Juanito y Sofía contrajeron matrimonio en Atenas y acto seguido se establecieron en Madrid. Franco les puso un pisito que resultó ser un palacete con acceso próximo a la piscina del parque sindical. Por suerte, enseguida tuvieron piscina propia en su vivienda de Zarzuela.

Ahora la reina madre recibe con frecuencia la visita de sus hijos y alguno de sus nietos. No tanto la de sus nietas, que suelen estar bajo tutela de Paloma Rocasolano y apenas visitan a su abuela paterna en la Zarzuela.

Doña Sofía es muy aficionada a la ópera y a los conciertos del auditorio. También a los viajes y a los veranos de Mallorca. Sin embargo, de todas sus aficiones la que más le conmueve es la familia, y de toda la familia, su marido. Lo dice con voz emocionada y temblorosa: “¡Lo echo tanto de menos!”.

Antonio Orozco.

Antonio Orozco. Guillermo Serrano Amat

Antonio Orozco

Días atrás, este periódico ofreció una entrevista con Antonio Orozco, un cantautor enamorado y empático con un batallón de seguidores en la geografía de habla hispana. Es una versión novísima del flautista de Hamelin, a quien los niños siguen en bandada. Se hizo conocido por “La Voz Kids” y reconocido por la santa infancia. Rosario Flores y Antonio se erigieron en defensores de los niños. Allí donde hay un niño, allí está siempre Antonio, hipnotizando a la chavalería. Él también es un niño grande y tierno, cálido como la luz del sol y dulce como el membrillo.

Nacido en la Cataluña de la emigración, es andaluz de Hospitalet y catalán de Sevilla. Su padre se dedicaba a la albañilería y su madre, a la limpieza de pisos. Antonio estudió ingeniería informática, pero se dedicó a la música, su auténtica vocación. Estoy hecho de pedacitos de ti, Devuélveme la vidaMi héroeYa lo sabesEs mi soledad.

El cantautor empezó ganándose la vida en los baretos de Barcelona, y cuando ya estuvo colocado se arruinó por culpa de un amigo y tuvo que volver a empezar. Las mujeres a las que más amó se le murieron prácticamente en brazos cuando estaban en plena juventud. Se llamaban Ana Parrilla y Susana Prat. Con ellas tuvo dos hijos: el mayor, Jan, de 16 años. Y la niña, Antonella, que no ha cumplido ni dos.

Antonio vive en Sitges, en una hermosa vivienda que comparte con su hijo y a ratos con su madre. Bertín Osborne lo llevó a su programa (“En tu casa o en la mía”), donde la madre cocinaba y Orozco hacía de pinche. Aquel día no hablaron del gobierno. En cambio, cuando lo entrevistaron en El Español, salió a relucir el referéndum y Antonio habló a favor. Él sabe por qué.

Mario Vargas Llosa.

Mario Vargas Llosa. Guillermo Serrano Amat

Mario Vargas Llosa

Seguro que Mario le habrá preguntado cuándo se jodió lo nuestro, Isabel, pero ahí empieza el culebrón porque hay versiones para todos los gustos. El caso es que la Preysler y Vargas Llosa han roto como rompen los novios cuando el amor se hace insoportable de puro intenso. Ocho años les ha durado el romance otoñal que era casi un matrimonio. Iban siempre amarraditos los dos, espumas y terciopelo, tú con un recrujir de almidón y yo serio y altanero. El bolerazo le pegaba todo. Luego continuaba: la gente nos mira con envidia por la calle, murmuran los vecinos, los amigos y el alcalde…

Todo empezó cuando entre Isabel y Mario no había nada en común, salvo algunas idas y venidas al teatro y un viaje a la isla de Mustique, donde en su tiempo, la princesa Margarita de Inglaterra ligaba como la que más. Y llegado este punto he de confesar que la confidencia que me regalaron en aquel momento era muy jugosa, pero no la creí. Tampoco la creí cuando la confidente me hizo saber que Mario había intentado volver con Patricia, su ex, aunque tampoco le di importancia. Ahora todo encaja.

Pasto fresco para la parte rosa del quiosco, aunque los protagonistas han decidido no dar cuartos al pregonero. Solo el hijo del escritor, Álvaro, recién llegado de Nueva York, cuenta que su padre está fantástico, terminando su último libro y preparando su discurso de ingreso en la Academia Francesa, previsto para el próximo mes de febrero.

Lo que sí se reconfirma es el alegrón de los tres hijos de Mario (Álvaro, Gonzalo y Morgana), que nunca aprobaron la relación de su padre con Isabel Preysler.

Concha Velasco.

Concha Velasco. Guillermo Serrano Amat

Concha Velasco

Ni media palabra más que las justas para desear el camino de vuelta a la residencia al norte de Madrid donde aquella chica de Valladolid (mamá, quiero ser artista) recibe el diario homenaje de los amigos compañeros que no dejan de visitarla a diario. Desde la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, que es amiga personal, hasta el gran José Sacristán, con quien tanto vivió. Ahora sus hijos, Manolo y Paco, no dan abasto para filtrar la avalancha de visitas al hospital Puerta de Hierro.

Allí ha pasado la Nochevieja nuestra diva de cabecera. La ingresaron el martes pasado aquejada de una recaída en su frágil estado físico, que no mental, pues de cabeza va sobrada, como ha declarado otra compañera, Rosa Valenty, después de visitarla hace unos días en dicho centro hospitalario.

Salud, Concha, que más cornadas da la soledad. Y ella no está sola. Se la quiere y ella ha vuelto a saberlo desde su tuneada habitación de la residencia donde vive por decisión propia desde finales de 2021 y donde, a sus 83 años, delgada, rubia, pelo corto, con sus pañoletas hasta el suelo, sigue ejerciendo de estrella bajo la mirada controladora de su hijo mayor, el cineasta y escritor Manuel Martínez Velasco.

Si salió de otras parecidas, Concha volverá a salir de esta. Las cosas ocurren cuando se desean con mucha fuerza. Y ahora somos muchos y muchas los que deseamos volver a verla envuelta en sus pañoletas paseando por la zona verde de la residencia, en la que nunca le ha faltado el cariño de quienes la amamos y la amaremos siempre.

Vamos, Concha.

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