Albert Solà, Paolo Vasile, Elnaz Rekabi y Carla Antonelli.

Albert Solà, Paolo Vasile, Elnaz Rekabi y Carla Antonelli. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

Hijo de rey, la caída de Vasile, mujeres iraníes y la espantada de Carla

Albert Solà, Paolo Vasile, Elnaz Rekabi y Carla Antonelli: la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

23 octubre, 2022 02:30

Albert Solà

Albert Solà.

Albert Solà. Guillermo Serrano Amat

La noticia viene de años atrás, cuando un periódico de Gerona destapó el caso de Albert Solá, supuesto hijo del rey de España (para entendernos: del emérito). No me creerán, pero, con un poco de voluntad, el episodio está bastante claro, a la espera de un guionista de cine negro. ¿O mejor de cine histórico? Paciencia, que eso llegará.

Albert Solá, recientemente fallecido, pasó sus primeras vivencias en un orfanato. Su madre biológica no hacía milagros, pero el niño había venido al mundo rodeado de privilegios. Poseía una belleza rubia y distinguida. Calcado a su padre. En su ajuar nunca faltaron mantas primorosas, faldones de encaje, camisetas de hilo y botitas azules.

Ya más crecido, Albert supo de una dama elegante que tenía por costumbre llevar dinero al orfanato y, de paso, dejar algún juguete para el niño. Los regalos fueron una constante hasta que el niño pegó un estirón y cambió de familia.

Durante su infancia no paró de dar tumbos: Barcelona, Ibiza y, finalmente, La Bisbal de L'Empordà, donde fue adoptado por la que habría de convertirse en su familia definitiva: unos modestos campesinos que lo trataron como a un rey.

Albert decía que ni loco habría cambiado el apellido Solá por el apellido Borbón. Borbón está en la historia, pero Solá estaba en el afecto.

Asentado definitivamente en La Bisbal, sus nuevos padres lo encumbraron como si fuera el primero de la clase y le dieron una identidad en el Registro Civil. Por eso decía que si hoy le dejaran elegir un nombre y un apellido, elegiría el que adquirió en su familia adoptiva.

Atrás quedaban los viejos recuerdos del orfanato, las meriendas veraniegas de pan con tomate y anchoas, el paisaje de las vidas resbalando cuesta abajo, en dirección al mar. Y cómo no, el lento camino hacia Portlligat, con el holograma de Dalí entre las nubes y la poesía de Josep Maria de Sagarra pellizcando el alma:

Vinyes verdes vora el mar

Ara que el vent no remuga

Us feu més verdes y encar

Teniu la fulla poruga.

Vinyes verdes del coster

Sou més fines que la userda

Verd vora el blau mariner

Vinyes amb la fruita verda

Vinyes verdes del coster. 

Fue la periodista Carlota Corredera, presentadora del programa ¿Quién es mi padre?, la que durante la noche narró el triste final de la historia. Albert había prometido asistir al programa para contar su rocambolesca vida, pero se le olvidó la costumbre de vivir y todo salió al revés.

El sillón que le tocaba ocupar estaba vacío. En su lugar hubo un ramo de flores y, al lado, otra ausencia, la de Ingrid Sartieu, cuya madre, una noble belga, había confesado a Ingrid que también ella era hija del rey de España.

A partir de aquella confesión, Ingrid y Albert fueron dos en uno. Compartían penas, dudas, depresiones, ADN y aventuras con los servicios secretos. La noche en que se emitió el documental, Albert estaba en un bar del pueblo para brindar con un amigo. Apenas le dio tiempo a coger la copa. Cayó al suelo, fulminado, y murió como si el corazón se le hubiera partido en dos.

Paolo Vasile

Paolo Vasile.

Paolo Vasile. Guillermo Serrano Amat

Durante más de veinte años, ha sido el amo de la telebasura y ha ganado en share al resto de las cadenas privadas. Pero de un año a esta parte todo empezó a cambiar, seguramente por hartazgo con el más de lo mismo. No está claro si el nuevo pope de la casa (Borja Prado) ha influido para tumbar al virrey de Berlusconi en España.

El caso es que Vasile, desde el final de la pandemia, ya no se comía un rosco. La programación estaba en el aire. 

Hace años (pocos) leí en la revista Papel una entrevista con Vasile. Creo que era la primera vez que Vasile se dejaba entrevistar en España. Reconozco que me impactó. Me sorprendió por sus respuestas inteligentes y hábiles. El gran jefe de Mediaset no se dejaba entrevistar, y eso era con diferencia lo más asombroso. Para no dejarse entrevistar, era un prodigio y soltaba auténticas perlas.

El caso es que Tele 5 ha dado un vuelco y quienes ahora llevan el mando han puesto al italiano mirando a Cartagena. Pero Vasile es hábil y tiene respuestas para todo. Hace un par de días, un periódico daba cuenta de las calamidades que ha sufrido el hombre en estos últimos tiempos: tres operaciones, un cáncer, etcétera.

Creer o no creer. Vasile tiene salidas para todo. A ver en qué termina el sarao. De momento, sólo hay una cosa clara. La noticia de su marcha, a cambio de seis millones de euros en concepto de puente para su jubilación, ha hecho subir las acciones de Mediaset. Lo uno por lo otro, siempre que la cuenta de resultados se imponga a cualquier otra consideración.

Elnaz Rekabi

Elnaz Rekabi.

Elnaz Rekabi. Guillermo Serrano Amat

Este enrevesado nombre corresponde al de la escaladora iraní que compitió sin velos y a punto estuvo de no contarlo. Llegó a su país tras jugar en Corea del Sur unos campeonatos de escalada. Aterrizó en Teherán con el cuerpo tembloroso y premeditadamente despistado. No besó el suelo ni les hizo una reverencia a los clérigos que habían ido a recibirla.

Cuando los policías le preguntaron donde había metido el velo, la deportista contestó levantando un hilo de voz. "¿El velo? Lo perdí", dijo, haciéndose pequeña ante los policías de la moral, que en cuestión de minutos inmovilizaron a la muchacha y la metieron a empujones en el furgón policial.

Grupos de jóvenes habían ido a recibirla para celebrar con aplausos el resultado deportivo de la escaladora, pero pocas se atrevieron. En Irán, los desafíos se pagan caros.

A Masha Amini la encerraron por llevar mal puesto el velo y tres días después apareció su cadáver. Con Elnaz se corría el mismo riesgo. Pocas son las mujeres que se atreven a sacar pecho y plantarle cara a la policía.

Ya son más de cien las que han perdido la vida por enfrentarse al régimen de los ayatolás. Y la verdad es que en esta parte del mundo echo de menos testimonios más drásticos de solidaridad con las mujeres iraníes. Ni allí ni aquí se entiende que perder el hiyab o cortarse el pelo siga siendo un pecado contra la moral.

Espero que este sea un segundo capítulo de la revolución que en 1978 trajo al país a los clérigos chiitas tras la espantada del sha.

Carla Antonelli

Carla Antonelli.

Carla Antonelli. Guillermo Serrano Amat

Tiene nombre de diva, pero es una mujer de más carne que hueso dispuesta a dar su vida (de hecho la está dando) por la Ley Trans, que hoy por hoy todavía es un proyecto aquejado de continuos sobresaltos y necesitado de empuje. Tal ha sido el empeño de Carla Antonelli por darle chute que, para empezar, se ha puesto brava con Pedro Sánchez y, ni corta ni perezosa, le ha pedido la baja en el PSOE.

La Ley Trans es, ante todo, una cuestión de prisas. Las de los socios de Podemos, agitados por la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Montero (Irene, no María Jesús). Pero la parte socialista del Gobierno no quiere desairar al feminismo clásico, convencido de que el proyecto, tal y como está, frena las conquistas logradas en materia de igualdad. Y tampoco es eso.

Carla Antonelli ha dedicado un recuerdo a Zerolo diciendo: "Él nunca lo hubiera hecho así". Para rematar a media voz: "Dedicado a las tránsfobas". Seguramente estaba pensando en Carmen Calvo, Amelia Valcárcel, Ángeles Álvarez, Laura Freixas y etcétera, que han llegado a calificar de "anticonstitucional" el texto de Irene Montero que está tramitándose en el Congreso.

Les niñes de Díaz y Montero ya tienen quien les escriba. Pero no saben a qué carta quedarse en pleno debate sobre el alcance de la llamada "autodeterminación de género", donde lo genético y lo cultural entran en dramática colisión.

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