Vladímir Putin, en una sesión plenaria del Foro Económico Oriental de Vladivostok.

Vladímir Putin, en una sesión plenaria del Foro Económico Oriental de Vladivostok. Reuters

LA TRIBUNA

Tres escenarios para Rusia si es derrotada en Ucrania

La victoria de Ucrania contra el invasor nunca se vio tan próxima. Vladímir Putin se asoma al abismo y Rusia, a una nueva realidad.

13 septiembre, 2022 02:45

Si bien el 24 de febrero nadie apostaba por una derrota de las fuerzas invasoras rusas, ahora se plantea esta opción como la más probable para el desenlace de la guerra de Ucrania. Sin embargo, pocos se atreven a hacer predicciones de qué puede ocurrir en una Rusia caída en combate y humillada sobre el terreno. Podemos identificar al menos tres escenarios de futuro para el día después de que suceda.

Militares de la resistencia ucraniana, en su avance en la región recuperada de Járkov.

Militares de la resistencia ucraniana, en su avance en la región recuperada de Járkov. Reuters

Primer escenario

El escenario Gorbachov. Como en Afganistán, Rusia parece que será derrotada. Las consecuencias afectarán a los cimientos mismos del régimen. Los errores tácticos cometidos en las fases de planificación y ocupación provocarían una caída lenta del clan de San Petersburgo (el 'clan Putin'). De hecho, este escenario ha comenzado a producirse con protestas en las grandes ciudades, lugares de los que proceden la mayor parte de los 50.000 rusos caídos en Ucrania.

Estaríamos hablando de un cambio de régimen, más o menos tranquilo, sin consecuencias directas a corto plazo para los actuales dirigentes rusos.

Tal y como ocurrió con Gorbachov, la salida del poder de Vladímir Putin supondría una oportunidad de modernización e integración de Rusia en las estructuras de seguridad europeas.

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Segundo escenario

El escenario Al-Assad/Gadafi. La derrota de Rusia en Ucrania iría acompañada de un incremento de la represión contra aquellos que se manifiestan contra las decisiones adoptadas en la guerra. Así, debido a la opción represora asumida por el Kremlin, la población no obtendría respuesta a sus demandas y haría que las exigencias de los rusos pasaran de ser "cambios en el régimen" a un "cambio de régimen".

En este punto, el empecinamiento implicaría un incremento de la violencia y, en la peor de las opciones, podríamos hablar de un escenario más propio de la Libia de Gadafi que de la Siria de Al Assad. O, lo que es lo mismo, Putin podría acabar como Ceausescu. La posibilidad de una transición hacia la democracia se complicaría. Los partidarios del autócrata no tendrían cabida en una nueva Rusia.

El alcalde de Derhachi, en la región de Járkov, rasga una bandera rusa.

El alcalde de Derhachi, en la región de Járkov, rasga una bandera rusa. Reuters

Tercer escenario

El escenario Milosevic. Dejando a un lado los atropellos cometidos por Rusia en Chechenia, Daguestán o Georgia, sólo con lo ocurrido en Ucrania existen indicios más que suficientes para juzgar a Putin y sus colaboradores por crímenes de lesa humanidad.

En el escenario de una Rusia derrotada y aislada internacionalmente, la comunidad internacional podría tratar de pedir la extradición de Putin a cambio de restaurar al país eslavo en el lugar que tenía antes de la guerra de Ucrania.

Este modelo, empleado con Serbia, no sólo liberaría a Rusia de Putin, sino que permitiría la aplicación del derecho internacional y el resarcimiento moral de la población ucraniana.

Como ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial con la Alemania nazi, es importante que la aventura imperialista reciba una desaprobación moral para que nadie más tenga la tentación de aplicar un modelo imperial en Rusia. Sólo así se podrá garantizar que Moscú opta por la vía democrática.

La guerra de Ucrania va a pasar a la historia como uno de los mayores errores cometidos por Rusia. Sus consecuencias aún están por determinar. Pero, por lo que llevamos visto en estos más de 200 días de guerra, parece que el sacrificio de los ucranianos va a suponer una falla similar a la ocurrida tras la Segunda Guerra Mundial.

Si no se produce una transformación sustancial de Rusia, resulta impensable que Moscú pueda seguir ocupando un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o que pueda relacionarse, de igual a igual, en foros internacionales como el G20 o el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Aunque aún quedan muchas incógnitas por despejarse, de lo único que estamos seguro es de que, a menos que se produzca un giro, Rusia nunca volverá a ocupar el papel desempeñado hasta ahora en el mundo. La normalización de Rusia como actor internacional pasa por la salida de Putin.

*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.

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