Versión digital del pasaporte Covid.

Versión digital del pasaporte Covid.

TRIBUNA | PASAPORTE COVID SÍ, PASAPORTE COVID NO

El corto recorrido de implantar (ahora) el pasaporte Covid en España

El pasaporte Covid puede tener sentido en contextos concretos, pero su aportación al bienestar general será, muy probablemente, marginal o anecdótica.

28 noviembre, 2021 06:46

El confinamiento domiciliario. La mascarilla en exteriores. El toque de queda. La limitación de movilidad entre comunidades autónomas. Los medidores de CO2. La vacuna. El pasaporte Covid.

Todas ellas son medidas de diferente eficacia pero que tienen algo en común: en algún momento han centrado la atención social, política y mediática durante la pandemia. Y cada una persigue sus objetivos. En este caso, son dos los más inmediatos.

Por un lado, proteger a la población vacunada que accede a un recinto cerrado y tal vez mal ventilado, en situaciones en las que no se cumplen las medidas de seguridad (locales de ocio nocturno y restaurantes, por ejemplo, donde la gente se quita la mascarilla y habla en alto).

Por otro, estimular la vacunación de los aún no vacunados con una medida que, al limitarles los espacios de socialización, podría hacer que hubiera quienes quisieran se decidieran a dejar las reticencias previas y vacunarse.

"Medidas como el pasaporte Covid favorece de forma más intensa a quienes no están vacunados"

Con todo, como forma de proteger a la población vacunada en entornos cerrados, no conocemos la efectividad de esta medida para ello. Esto, sin embargo, no ha sido obstáculo para desarrollar múltiples medidas a lo largo del último año y medio, lo cual es lógico por la coyuntura y las necesidades de la pandemia.

Hay dos aspectos clave en este tema. Primero, la población vacunada puede contagiarse y contagiar, pero es cierto que lo hace en menor proporción que la población no vacunada. Segundo, la principal población a vacunar con esa medida sería aquella que es menos probable que genere importante protección inmunitaria con la vacunación completa estándar, es decir, la población inmunodeprimida.

Y hay un tercer aspecto relevante. Según hemos podido ver en los datos recientes publicados por el Ministerio de Sanidad, el riesgo de sufrir una hospitalización, un ingreso en UCI o fallecer por Covid es mucho mayor en las personas no vacunadas que en las vacunadas. Esto hace que medidas como el pasaporte Covid favorezcan de forma más intensa a quienes no están vacunados, al evitar que los no-vacunados se expongan a un posible entorno favorecedor de la transmisión, siendo ellos quienes mayor riesgo tienen de un desenlace grave de la COVID-19.

En lo que concierne a esta medida como forma de estimular la vacunación, es preciso comentar algunas cosas. En España, casi 9 de cada 10 personas llamadas a la vacunación ya tienen la pauta completa. Sin embargo, esta cifra no se reparte de forma homogénea en todos los grupos de edad.

"Los vacunódromos deberían dejar paso a la acción de la Atención Primaria sobre la reticencia vacunal"

Mientras más del 95% de las personas mayores de 50 años está vacunada, la cifra es inferior al 80% entre los 20 y los 39 años. Esto es una buena y una mala noticia. Buena porque hemos conseguido centrar la mayor protección posible en la población más vulnerable. Mala porque tenemos un grupo con alta frecuencia de contactos sociales que presenta una cobertura vacunal mejorable.

En el avance del Barómetro del CIS del mes de noviembre, tan sólo un 21% de las personas encuestadas decía que había que tomar medidas más exigentes en relación con el control de la pandemia, siendo el pasaporte Covid apoyado por un 82% de esas personas. Además, se muestra que, entre la población aún no vacunada, un cuarto de la misma sí que estaría dispuesta a vacunarse a corto plazo y algo más de la mitad no lo haría. Entre quienes no lo harían, los argumentos mayoritarios se centran en la creencia de que no está bien estudiada y en miedos relacionados con posibles efectos secundarios.

Según lo que sabemos por los estudios relacionados con las personas que dudan si vacunarse o no, estas dudas pueden tener un abordaje desde la cercanía y no tanto desde mensajes impersonales en medios de comunicación, ni por medidas genéricas que no ahonden en la causa concreta de la no vacunación. Por eso, tal vez los vacunódromos que han tenido un papel en la vacunación masiva inicial deberían dejar paso a la acción de la Atención Primaria sobre la reticencia vacunal.

Todo esto que se afirma en el artículo hay que pasarlo por un filtro mayor: medidas como el pasaporte Covid para entrar en bares o restaurantes no tienen un valor aislado del contexto vacunal y epidemiológico. El pasaporte Covid en un contexto de baja vacunación, como era el caso de Francia cuando comenzó a implantarlo, es probable que estimule la vacunación, porque falta un gran porcentaje de población por vacunar y las causas de esa no vacunación son variadas.

"Reforcemos lo que funciona hasta la extenuación y pasemos a otras pantallas sólo cuando esté claramente justificado"

Pero implantarlo en un entorno de muy alta vacunación es poco probable que estimule la vacunación de forma muy importante y, además, su impacto en las dinámicas de transmisión será mínimo. La población excluida de los ámbitos de socialización será muy poca.

Si las hospitalizaciones comienzan a aumentar en España de forma muy notable, hasta tensionar el sistema sanitario, lo harán a expensas de población no vacunada, pero también de población vacunada, dado que sólo con la población no vacunada sería difícil provocar un impacto grave sobre el sistema. De modo que, de ser necesarias medidas, es más probable que tuvieran que ser, en ese caso, sobre el conjunto de la población y no solo sobre una fracción muy minoritaria de ella (la población no vacunada).

Además, debería prestarse atención especial a las plantas de hospitalización y las residencias de personas dependientes. Lugares con población especialmente vulnerables donde el pasaporte COVID debería ser un mínimo exigible y donde los cribados periódicos mediante pruebas diagnósticas de infección aguda (PCR o prueba de antígenos) deberían mantenerse.

El pasaporte COVID puede tener sentido en contextos concretos, pero hay que tener cuidado de no caer en la satisfacción de darnos palmadas en la espalda por la aplicación de medidas cuya aportación al bienestar general será, probablemente, marginal o anecdótica. Sabemos qué es lo que funciona: vigilar epidemiológicamente, vacunar lo más posible, ventilar los interiores y usar mascarilla en interiores.

Reforcemos lo que funciona hasta la extenuación y pasemos a otras pantallas sólo cuando esté claramente justificado.

*** Javier Padilla Bernáldez es médico de familia, experto en salud pública y diputado por Más Madrid en la Asamblea de Madrid.

Ejemplo de pasaporte Covid mostrado por la Generalitat valenciana.

Las ventajas de implantar el pasaporte Covid en España

Anterior
DESEMBARCO EN NETFLIX FINAL

De Pujol a Puigdemont, entre 'Faraón' y Netflix

Siguiente