Pedro Sánchez junto a sus ministros de Exteriores y Defensa.

Pedro Sánchez junto a sus ministros de Exteriores y Defensa.

LA TRIBUNA

Recuperación no se escribe con V, sino con K

La recuperación de la economía española provocada por la llegada de los fondos europeos no tendrá forma de V, sino de K. En ella habrá ganadores y perdedores.

3 septiembre, 2021 02:17

Agosto, ese mes en el que nunca pasa nada, ha redefinido el panorama para el próximo curso, el cuarto del mandato de Pedro Sánchez. El de la recuperación. 

La recuperación se escribirá con K. Una K que incluye todos los récords históricos de un kilovatio disparado día a día, que triplica el precio de hace un año y que ha hecho renacer el miedo a la inflación.

Pero también se escribe con K la recuperación que más importa al presidente del Gobierno. Su recuperación política. 

Ya nadie duda de que la recuperación económica tendrá forma de K y no de V. Porque habrá ganadores y perdedores del hundimiento económico causado por el encierro de la Covid. La propaganda que defiende no dejar a nadie atrás se traducirá en un considerable aumento de la desigualdad al ampliarse la brecha económica entre beneficiarios y perjudicados de la recuperación.

La recuperación aupará actividades relacionadas con el medioambiente, la salud, la energía, la tecnología y el consumo no presencial

El palo alto de la K aupará a las empresas y sectores que reciban las ayudas europeas, la nueva beautiful people del nuevo PSOE. También, indirectamente, aupará actividades relacionadas con el medioambiente, la salud, la energía, la tecnología y el consumo no presencial, aunque no sean perceptoras directas del maná europeo.

El palo bajo de esa misma K hundirá los sectores más castigados por los cierres de la Covid: comercio presencial, hostelería y pequeñas empresas con alto consumo de energía (en especial si estas dependen del petróleo y el carbón).

Es decir, todos aquellos sectores que no puedan trasladar al precio de sus productos el incremento de costes. Pero también aquellos que estén muy endeudados o que necesiten endeudarse para continuar su actividad en un entorno de tipos de interés menos favorable que el de los últimos años.

El palo bajo de la K quedará reservado a pymes y autónomos dedicados a las actividades económicas más tradicionales. Además de, por supuesto, a parados, subempleados y personas atrapadas entre el ERTE y el ERE

En el punto medio de la K se mantendrán quienes tengan rentas garantizadas, a condición de que la inflación no siga disparándose. Es decir, perceptores de rentas públicas (funcionarios, pensionistas con buena pensión, empleados y cargos públicos) y trabajadores estables de las empresas del palo alto de la K.

Los perdedores de la recuperación verán cómo los ganadores empiezan a disfrutar de una suerte de felices años 20 mientras a ellos no les llega ni para pagar las facturas del largo invierno de su descontento. Excluidos de la recuperación, serán los humillados por la crisis. Entre ellos podría germinar una censura global a la política si no ven a su partido capaz de entender y responder, de forma creíble, a sus preocupaciones. 

Sánchez necesita recobrar la credibilidad, el afecto y los votos perdidos. Pero no de todos los españoles, sino sólo de los que votaron al PSOE

Desde luego, no les darán voz la izquierda ni los sindicatos, más preocupados por publicitar sus huecos escudos sociales y sus carísimas transiciones verdes. El partido de los humillados, si alguno es capaz de dar respuesta a ese descontento, no será el PSOE de Pedro Sánchez ni el Podemos de quién sabe quién.

El PSOE de Sánchez ya se ha engalanado como el partido de la recuperación económica, de la transformación verde, de los fondos europeos (y de sus beneficiarios), de la nueva beautiful generation y también de los aspirantes al palo alto de la K.

Por encima de ese festival, el PSOE tiene encomendada la misión de ser el partido de la recuperación política de Sánchez. Su líder necesita recobrar toda la credibilidad, el afecto y los votos perdidos. Pero no de todos los españoles, sino sólo de los que (en algún momento) votaron al PSOE. Tiene dos años para conseguirlo.

Credibilidad, afecto y voto perdidos son los tres palos de la K para la recuperación política de Sánchez.

El presidente ha arrancado en Kabul en busca de credibilidad internacional. Visto desapasionadamente, no le ha salido nada mal. Aunque su credibilidad nacional siga bajo mínimos. 

El diseño de la operación Kabul también se escribe con K. Después de haber hecho girar toda su estrategia política sobre un único punto de apoyo (su defenestrado jefe de gabinete), ahora esta se sostiene sobre tres patas: su nuevo y discreto jefe de gabinete, su ministro de Presidencia y su ministro de Exteriores. Es bien sabido que tres patas estabilizan cualquier tablero y que sólo las peonzas pueden mantenerse en pie girando sobre su solitario vértice.

Para recuperar el afecto del votante socialista, Pedro Sánchez necesita recomponer antes los lazos de cordialidad, complicidad y simpatía con lo que queda de su partido. Su afán por aniquilar a los socialistas de siempre ha dejado al PSOE en las raspas.

Pero las organizaciones políticas grandes, de prolongada y profunda implantación territorial, tienen mucha capacidad de regeneración (a poco que el líder enmiende su ardor vengativo). La virtud de la magnanimidad, por arcaica que parezca, sigue plenamente vigente en los partidos

En la calle, los abucheos que, vaya donde vaya, acompañan al presidente del Gobierno muestra lo lejos que aún está este de recuperar la simpatía de la gente. Y sin afecto no hay voto. Al menos, en cantidad suficiente.

El radical cambio de caras en el Gobierno de Sánchez muestra que el presidente ha entendido el mensaje

Eso lo vio el presidente el 4 de mayo en Madrid. El radical cambio de caras en su Gobierno, junto al que acaba de hacer en su grupo parlamentario y al que podría anunciar en el congreso federal de octubre (el 40º del PSOE), muestra que Sánchez ha entendido el mensaje. 

Las tres ministras-alcaldesas que Sánchez ha incorporado a su gobierno (Diana Morant, Isabel Rodríguez y Raquel Sánchez) tendrán que demostrar este otoño que son capaces de organizar una visita de Sánchez sin abucheos. Al menos, en sus respectivos pueblos. Seguro que están en ello, pero no es seguro que lo consigan. Ellas son las tres patas de la K monclovita para la recuperación de afectos.

La recuperación del voto también tiene que superar tres palos antes de que sea ineludible la convocatoria de elecciones generales. Las elecciones autonómicas en Andalucía (como muy tarde en otoño de 2022) y las municipales y autonómicas de mayo de 2023. Queda la incógnita de un hipotético adelanto valenciano este otoño.

Pero esas elecciones quedan aún lejos, y en todas ellas la competición principal será entre PSOE y PP, al ser ambos los partidos con mayor implantación territorial en el conjunto de España.

No es imposible, además, que si las tres patas de esa K del voto le salieran a Sánchez tan mal como el 4 de mayo madrileño, pudiéramos ver una reedición del 20 de noviembre zapateril. Aquello fue en 2011 y sucedió tras el anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero de la convocatoria de elecciones en una fecha señalada para quienes, como él y su actual sucesor, viven obsesionados con el franquismo: el 29 de julio. 

¿Podríamos, entonces, tener otro 20 de noviembre en 2023? 

2023 queda aún lejos. Este otoño lo que toca (al menos, en la Moncloa) es recuperar la credibilidad y el afecto hacia su líder, contarnos que la recuperación económica se la debemos a él, loar los avances y silenciar a los humillados por el palo bajo de la K.   

*** Pilar Marcos es diputada del PP en el Congreso de los Diputados y periodista.

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