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LA TRIBUNA

Razón, emociones y Ciudadanos

El autor asegura que la cultura política española ha estado marcada por la visceralidad y el frentismo, y defiende la necesidad de apostar por una racionalidad que ve encarnada en Cs.

5 noviembre, 2019 02:23

Los partidos políticos son instrumentos para mejorar la sociedad, resolver sus problemas y afrontar los retos futuros; todo ello dentro de un sistema de valoración electiva y siendo la democracia liberal el sistema político que más beneficio ha traído a la humanidad.

En este contexto, es de suponer que un partido de ideología liberal como Ciudadanos, miembro del Grupo Parlamentario Liberal de la Unión Europea y basado en los principios de la Ilustración, debería ser la mejor opción para liderar un país democrático. Sin embargo, las propuestas liberales apelan siempre a la razón más que a las emociones, y ese es el principal problema que han tenido en España todos los partidos liberales. Cs no es la excepción.

Nuestra cultura política es corta si nos comparamos con otras naciones occidentales, trufada de sentimentalismo y visceralidad, con cambios bruscos en la opinión del electorado y excesiva tendencia al caudillismo. Todo ello favorece más el frentismo que la moderación, obviando principios y programas.

A ello se añade que a la hora de decidir, todos aplicamos lo que Steven Pinker describe como la heurística de la disponibilidad (perfectamente explicado en su libro La Tabla Rasa). La heurística de la disponibilidad no es más que una trampa de nuestra mente por la que valoramos algo en función de las últimas acciones, en vez de seguir un análisis global de la trayectoria; es decir, cuenta más el último tramo que el todo. Como tal trampa, este modo de análisis nos lleva a decisiones erróneas con consecuencias muy graves, muchas veces nefastas. A ello se añade la dificultad de conocer toda la verdad y la confianza que depositamos en los medios de comunicación.

A finales de los años ochenta, Felipe González distinguía entre opinión pública y opinión publicada, aunque la primera suele estar influida por la segunda. Generalmente nadie sigue el comportamiento de Isaiah Berlin, que leía opiniones opuestas a las suyas para comprobar si validaban o refutaban sus propios argumentos, sino que se escucha o se intenta leer aquello que refuerza las propias convicciones; pero en todo caso son opiniones, no demostraciones científicas.

El ofrecimiento de Rivera en el último momento no fue atendido porque a PSOE y PP les interesaban nuevas elecciones

Es evidente que la valoración electoral de Cs está influida por la estrategia adoptada este año. Tal vez se tomaron decisiones arriesgadas y discutibles, dentro de que toda acción genera -en una dialéctica hegeliana- reacción, pero no se puede culpabilizar a Cs de la repetición de las elecciones. El responsable de volver a estar convocados es Pedro Sánchez por no haber sabido articular una mayoría de gobierno, como le correspondía al liderar la opción más votada el 28-A. Era su responsabilidad y es su fracaso.

Puede discutirse si antes de conocer los resultados era adecuado que Cs se hubiera cerrado a cualquier acuerdo con Sánchez, pero es digna de considerar la firmeza política de mantenerse en lo prometido, pese al aluvión de presiones externas e internas: por una vez un partido cumplió lo prometido.

Existían datos objetivos que apoyaban esa decisión basada en la poca fiabilidad de Pedro Sánchez, ejemplarizada en dos puntos: el hecho de que Sánchez, para conseguir la moción que derrocó a Rajoy, hubiera buscado y conseguido los apoyos de todas las fuerzas políticas que pretenden destruir nuestro Estado, y que incumpliera la promesa de convocar elecciones inmediatas (sólo lo hizo ante la imposibilidad de aprobar los Presupuestos). Aun así, en el último momento, Albert Rivera hizo un ofrecimiento que nadie atendió, pues tanto al PSOE, como al PP les interesaban unas nuevas elecciones, aún a costa de su supuesto sentido de Estado.

Cuando históricamente se estudie este periodo, estoy convencido que se considerará a Cs como una apuesta relevante para España, como ahora se contempla a la UCD de Adolfo Suárez. Hay muchos usos políticos que han cambiado gracias a Cs: así, ya no es admisible la presencia de imputados en listas electorales, ni que las reivindicaciones de las minorías sean sólo defendidas por la izquierda populista. Fue Cs quien planteó por primera vez una economía basada en el conocimiento y, en definitiva, es Cs quien lideró y lidera la defensa de las libertades civiles frente a la opresión identitaria, como demuestran día a día sus afiliados jugándose la vida en Cataluña.

Esperemos que Cs se valore en su conjunto cuando votemos el 10-N y no caigamos en la trampa de la heurística de la disponibilidad. Así no nos arrepentiremos cuando no exista remedio.

*** José María Rojas Cabañeros es profesor de Investigación del ISCIII y fue el coordinador del programa de política científica de Cs en las elecciones generales de 2015 y 2016.

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INE (Inquisicion Nacional de Espionaje)

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