La novia de Miguel Ángel (izquierda) abraza a la hermana del concejal asesinado por ETA, Marimar Blanco.

La novia de Miguel Ángel (izquierda) abraza a la hermana del concejal asesinado por ETA, Marimar Blanco.

Las preguntas de la semana

Marimar, la novia de todos 20 años después

29 julio, 2017 15:19

Cuando Miguel Ángel dio el anticipo de 100.000 pesetas para comprarse un flamante Renault Coupé, aquel 9 de julio de 1997, un día antes de su secuestro, tenía muchos planes para el vehículo. La gran mayoría pasaban por su novia, Marimar, la persona que le acompañaba a todos sitios: desde las reuniones del partido –de hecho, en Ermua se pensaba que ella también era militante del PP-, hasta los conciertos que los fines de semana daba Miguel Ángel por los pueblos de los alrededores como batería del grupo Póker.

Seguramente el viaje que la pareja hizo a la provincia de Orense, en la Semana Santa de 1997, para visitar a los Blanco Garrido –de allí proceden los padres del concejal asesinado por ETA- fue decisivo para el plan de cambiar de coche y aparcar finalmente el destartalado Opel familiar.

Marimar, como Miguel Ángel Blanco llamaba a su novia –Mar estaba reservado para su hermana- siempre estuvo presente en todas las decisiones últimas del concejal de Ermua. Hubo un detalle final en el entierro del asesinado, aquel tristísimo 14 de julio de 1997, que sólo podía ocurrírsele a la mujer de su vida: Marimar detuvo a los operarios que se disponían a cerrar el nicho para depositar junto al ataúd las baquetas del batería. Porque Miguel Ángel lo que añoraba era ser músico, no político profesional. O en su defecto, economista en la empresa de Eibar donde trabajaba. Seguramente, tan familiar como era, quería casarse pronto.

Cuando decidí escribir un libro sobre la vida y la muerte de Miguel Ángel Blanco, tenía un propósito principal y otro sentimental. El primero, poner en el centro de la diana a quien realmente dio la orden a 'Txapote' de secuestrar al joven concejal de 29 años y descerrajarle dos tiros en la cabeza. Mi segundo propósito era entrevistar a la novia desparecida, a la que percibía y sentía casi como una viuda al descubrir la íntima unión de la joven pareja y sus planes de futuro.

Publiqué mi libro El hijo de todos pese a fallar en mi doble intención. Me sentía frustrado, sobre todo, por no haber podido escribir un capítulo que sólo llegó a tener título: 'La novia de todos'. Desgraciadamente no pude dar con el paradero de Marimar.

A mediados de este mes de julio, en las decenas de actos celebrados para homenajear a Miguel Ángel Blanco en el 20 aniversario de su asesinato, en alguno de los cuales yo mismo participé, eché muy en falta a una persona: a Marimar Díaz González, aquella que, seguramente, por unos meses no se convirtió en 'La viuda de todos'. La misma que tres meses después del asesinato, vestida de negro de los pies a la cabeza como una viuda, en contraste con su cabellera dorada declaró a ¡Hola!: “Hago estas declaraciones para gritar al mundo entero que bastante desgracia tengo de que me hayan matado lo que más quería”.

Por una mera casualidad de escudriñador, hace dos semanas me topé con la esquela de una mujer fallecida en 2011 en Barcelona, con el mismo nombre de la novia de Miguel Ángel Blanco y la edad que habría tenido ese año. No podía ser ella, pensé. O sí, porque sabíamos que se fue a vivir a Barcelona.

Marimar ha tenido una niña y no dos hijos como planeaba con Miguel Ángel. La localizamos en un pueblo de Barcelona, del que omitimos el nombre, además de datos más concretos. Es feliz aunque como decía el encabezamiento del reportaje publicado este sábado: “El paso del tiempo no mitiga el ardor de sus recuerdos” (Laura Restrepo). En contacto con ella, declinó hablar de su vida presente. Sin embargo, Marimar es la historia viva de aquellos días terribles. Representa una doble enseñanza: el dolor exterminador del que es capaz el terrorismo y, segundo, el fracaso de ETA. El grupo terrorista mató al novio pero la vida sigue para la persona que tanto le quiso. Así como ha sucedido con otros muertos de ETA.

Por todo esto, omitiendo datos concretos, creemos que Marimar debe estar presente en el 20 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el chico de Ermua enamorado de la mujer de su vida, de la vida misma y de la libertad.

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