Resulta cada vez más arduo intentar encontrar la lógica subyacente a los argumentos de Unidas Podemos. Un partido que jamás ha destacado por la coherencia intelectual de sus posicionamientos políticos, pero al que desde luego cabría exigírsela dada su condición de miembro de la coalición que, hoy por hoy, gobierna España.

Unidas Podemos está, como es obvio, en su derecho de manifestarse en contra de la gestación subrogada e incluso de exigir su prohibición en España.

Pero hay que recordar que en 2015 el partido de Irene Montero e Ione Belarra se manifestaba a favor de la gestación subrogada regulada, de la misma forma que lo hacía el PSOE, por boca de Meritxell Batet, con el argumento de "la protección del menor". Sólo dos años después, en 2017, los principales medios del ecosistema progresista recibían con entusiasmo la noticia de que el actor Javier Cámara había sido padre de mellizos por gestación subrogada, como tantos otros famosos a lo largo de esos años.

¿Qué ha cambiado, entonces, para que tanto el PSOE como Unidas Podemos, junto con sus medios de cabecera, hayan virado su opinión 180 grados en este terreno? ¿Qué diferencia a Javier Cámara de Ana Obregón y por qué lo que fue recibido con alegría en 2017 es hoy convertido en una letra escarlata que colgar de la espalda de la segunda?

¿Qué lobbys influían en el discurso de la izquierda en 2017 y qué lobbys influyen hoy? ¿A qué sector demoscópico se quería contentar en 2017 y a qué sector demoscópico se intenta contentar en 2023? ¿Obedece el rechazo de la gestación subrogada a un posicionamiento político sólido o sólo a intereses electorales coyunturales?

Esas sí son preguntas interesantes. 

El razonamiento que sostiene el quebradizo andamiaje jurídico de la ley del 'sí es sí' es que el consentimiento de la mujer es el eje nuclear de su libertad sexual. Una afirmación de perogrullo con la que resulta difícil estar en desacuerdo. 

Como es evidente, el consentimiento estaba en el centro de todos los sistemas jurídicos desde los tiempos del Código de Hammurabi por la sencilla razón de que si existe consentimiento, jamás puede existir delito sexual. Pero Unidas Podemos, confundiendo conceptos jurídicos, lo convirtió en el baremo que debería regir cualquier debate moral en el que esté implicada una mujer, junto con el de que su voluntad es la única que debe ser tenida en cuenta en todo lo relativo a su cuerpo (como en el caso del aborto). 

Es decir, que sólo 'sí es sí', en todas las circunstancias y por encima de cualquier otra consideración. 

Salvo, debería haber explicado Unidas Podemos, que Irene Montero considere que ese 'sí' debería ser un 'no' porque existen determinadas mujeres incapaces de decidir por sí mismas en función de criterios caprichosos y que van desde la presunta pobreza de la implicada a la idea de que los niños "no pueden comprarse", una tergiversación grosera de lo que implica y en qué consiste la gestación subrogada.  

Como en Rebelión en la granja de George Orwell, donde todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros, el consentimiento de la mujer es ley en todas las circunstancias, pero algunas circunstancias son más circunstancias que otras. Ese consentimiento deja de ser válido, por tanto, allí donde Unidas Podemos o el PSOE consideren que la mujer debe ser tutelada por ellos. La gestación subrogada es uno de esos casos. La prostitución, otro. Gestionar un perfil de OnlyFans, otro más.

La realidad es que ni la gestación subrogada, ni la prostitución, ni las aplicaciones como OnlyFans dejarán de existir por el hecho de que un Gobierno las prohíba. Que eso sea o no lo ideal es desde luego un debate que resulta legítimo plantear. Pero un Gobierno debería situarse en el plano de la realidad y gestionar el mundo que existe, no el que debería existir de acuerdo con valores morales fluidos.

Tan fluidos como para que el PSOE y Unidas Podemos opinen hoy lo contrario de lo que opinaban hace apenas cinco años respecto a la gestación subrogada. No cinco décadas. Cinco años. 

De la misma forma que prohibir el aborto no lo erradica, sino que sólo lo convierte en clandestino y peligroso, prohibir la gestación subrogada no acabará con ella siempre que haya países que la permitan. Sólo dejará en un peligroso limbo jurídico a los padres y, sobre todo, a sus hijos.