A nadie que siguiera ayer el debate del Senado entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se le puede escapar que las diferencias entre ambos van más allá de la dialéctica. A estas alturas de la legislatura, ambos representan, económica y políticamente, dos modelos opuestos de país.

Uno de ellos comprende que los ajustes se tienen que hacer cuando la curva del crecimiento mengua peligrosamente. El otro gobierna al margen de esta circunstancia.

La fábula que más se ajusta a lo que vieron ayer los ciudadanos es la de la cigarra y la hormiga. Mientras la primera pasaba el verano al sol, ajena a la dureza del invierno, la segunda trabajaba a destajo para pasar sin apuros los meses más duros. Cuando llegó el frío, no le quedó más solución a la cigarra que acudir a la piedad de la hormiga.

Parece evidente qué político representa cada papel en la historia.

Si quedan dudas, basta con atender a las voces autorizadas que alertan a la Moncloa sobre la delicada situación económica de España, las irreales previsiones de crecimiento del Gobierno y la imprudencia de unas políticas muy gravosas para el Estado.

De ahí que, con acierto, Feijóo propusiera ayer martes en el Senado a Sánchez retirar los Presupuestos Generales del Estado (PGE).

La pasada semana, el Banco de España (BdE) cuestionó la subida generalizada de las pensiones, partida mollar de los PGE de 2023. El gobernador de la entidad también pidió no utilizar el exceso de recaudación por la inflación para aumentar el gasto público.

Es decir, todo lo contrario de lo que pretende hacer el Gobierno.

A este tirón de orejas se suma el de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Durante su intervención de ayer en la Comisión de Presupuestos del Congreso, la presidenta de la institución fue todavía más contundente que Pablo Hernández de Cos. Cristina Herrero señaló que los Presupuestos contienen "graves carencias", "deficiencias" e "inconsistencias", y los calificó de "poco realistas".

Sus objeciones se vuelven particularmente razonables cuando se dirigen a la falta de actualización del proyecto, que no recoge el coste de las medidas anticrisis ni incluye la última previsión de ingresos.

Por si fuera poco, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) ha recortado sus estimaciones de crecimiento para 2023 hasta el 0,7%. Son las cifras más bajas que se han contrapuesto a las optimistas estimaciones del Gobierno, todavía en el 2,1%. Están incluso por debajo de las del BdE y el Fondo Monetario Internacional.

La preocupación de los organismos económicos es la misma que lleva reiterando este periódico desde hace semanas. Los números son claros. Los principales indicadores pronostican una aguda desaceleración de la economía para el próximo año, y el riesgo de recesión es cada vez mayor.

Sería conveniente que Sánchez, en lugar de abrazar eslóganes efectistas y populistas, como ese que empleó para asegurar que "siempre sabrá a quiénes sirve", adopte una posición económica responsable. Una en línea con la propuesta por Feijóo o la AIReF.

Una cosa es aplicar medidas que alivien la carga económica de los ciudadanos, inseparable de una inflación desbocada, y otra bien distinta mantener unos PGE inverosímiles con un nivel de gasto que compromete el futuro de los españoles.