La activación de la llamada cuarta palanca (el eufemismo con el que el FC Barcelona está maquillando la venta de su patrimonio a varias entidades financieras especulativas) podría permitir finalmente al equipo presidido por Joan Laporta inscribir a sus cinco fichajes de este año y a los dos jugadores renovados, Dembélé y Sergi Roberto

La mencionada cuarta palanca, a la que habrá que sumar en breve la rebaja de sueldo "voluntaria" de Gerard Piqué, consiste en la venta por 100 millones de euros del 24,5% de Barça Studios, el ente que se encarga de la producción y comercialización de la oferta audiovisual del club, a la empresa Orpheus Media, propiedad de Jaume Roures

Orpheus Media es la misma empresa que avaló a Laporta con 30 millones de euros en marzo del año pasado para que la junta pudiera cubrir el aval de 124,6 millones necesario para asumir sus cargos. La dificultad de cerrar un acuerdo con el fondo de inversión americano GDA Luma, la compañía que iba a comprar inicialmente el 24,5% de Barça Studios, ha obligado finalmente a Laporta a recurrir a su avalista habitual.

Conflicto de intereses

La venta del club por parcelas es una estrategia tan arriesgada como jurídicamente dudosa. En el primer caso, porque Laporta está hipotecando el futuro del FC Barcelona con la esperanza de que los resultados deportivos impulsen un círculo virtuoso de títulos e ingresos que eviten la quiebra o la caída del club en la irrelevancia. 

En el segundo caso, porque Jaume Roures es también el propietario de MediaPro, el grupo que comercializa internacionalmente los derechos televisivos de la Liga, lo que es visto por alguno como un claro conflicto de intereses. 

En respuesta a estas dudas, Roures ha afirmado que "a la Liga le gustará que entremos en Barça Studios" y luego se ha preguntado, retóricamente, por qué nadie se quejó cuando "creó" las televisiones del Real Madrid y del FC Barcelona, mezclando de forma interesada dos casos que nada tienen que ver el uno con el otro.  

Un rival saneado

La huida hacia delante de Joan Laporta contrasta con la gestión de su gran rival en la Liga, un Real Madrid saneado, exitoso en lo deportivo y en lo social, y cuya acomodada situación le permite observar desde el tendido la extraordinariamente arriesgada operación con la que el presidente del FC Barcelona ha puesto en riesgo a su club. 

Jaume Roures es uno de los empresarios más opacos de España. Él fue el muñidor en la sombra de las primeras reuniones entre Pablo Iglesias y Oriol Junqueras, él se "inventó" el Centro Internacional de Prensa del referéndum de independencia ilegal del 1 de octubre, y de sus problemas en Francia e Italia en torno a sus negocios con las retransmisiones del fútbol se ha informado largo y tendido en Crónica Global, así como de sus conflictos con Orient Hontai, los socios chinos mayoritarios en MediaPro. 

Laporta, al que ya se empieza a conocer irónicamente en Barcelona como el presidente del "Palanca Fútbol Club", parece haber tomado el camino más corto para la salvación del FC Barcelona, derrochando por anticipado los ingresos del club de los próximos años y poniendo en riesgo la viabilidad futura de este. Laporta lo ha apostado todo al negro.

La jugada es tan arriesgada que no sería raro ver en pocos años al Barça en manos de algún fondo de inversión especulativo. A corto plazo, sin embargo, el acuerdo con Roures le permitirá al club trampear esta temporada. La victoria es pírrica, pero le permitirá a Laporta salvar los próximos meses. A medio y largo plazo, el balón dictará sentencia.