El PSOE apoyó ayer una proposición de Junts per Cataluña en el Senado para reformar los reglamentos de la Cámara y permitir que el catalán, igual que otras lenguas del país, puedan emplearse "en los plenos, en las comisiones y en toda la actividad parlamentaria".

De este modo, cuando un senador leridano o guipuzcoano se dirija a sus compañeros andaluces, extremeños o gallegos, podrá hacerlo no en el idioma que les es común, sino en la lengua cooficial de su región.

El disparate es un gesto inútil que no sacia ni atempera en ningún caso las aspiraciones nacionalistas, y sólo servirá para crear más gasto y burocracia, llenando el Senado de traductores a cambio de casi un millón de euros al año.

Para colmo, la iniciativa aprobada obliga al reconocimiento de España como "Estado plurinacional", lo que supone relanzar una propuesta del primer Pedro Sánchez que había quedado aparcada por los socialistas.

Delirio plurinacional

El giro de guion en el PSOE podría estar provocado por las cesiones que, de cara a la galería, le exige ERC a cambio del apoyo a sus presupuestos. Pere Aragonès tiene que presentar en Cataluña que Sánchez no es el ogro centralista que pregona Junts, y qué mejor forma para hacerlo que adherirse a una reivindicación del partido de Puigdemont

Cometen un error de calado los socialistas al allanarse ante el victimismo nacionalista y al incorporar al debate público cuestiones que deberían estar superadas. Seguimos enzarzados en acalorados debates de qué es una nación y una nacionalidad, en si los senadores deben seguir las sesiones con auriculares como si estuvieran en la ONU, en un momento que necesita altura de miras, en medio de una crisis tremenda y sin haber salido aún de la peor pandemia de los últimos cien años.

Las lenguas están para entenderse y no para echárselas unos a otros a la cabeza. Hay mil formas de reconocer la condición plurilingüe de España que no pasan precisamente por llenar de traductores el Senado y convertirlo en una torre de Babel. Preocupa que el Gobierno, con tal de no perder sus votos, esté dispuesto a dar alas a quienes tienen por aspiración última detonar el sistema político desde dentro.