Con una arbitrariedad difícilmente justificable, el Gobierno ha dado luz verde a la vacunación inmediata de los futbolistas de la Selección Española que disputarán la Eurocopa que comienza este fin de semana. Lo hace después del único positivo en Covid-19 del capitán Sergi Busquets y regateando no sólo la opinión del Comité de expertos de Sanidad, sino su propia palabra.

No podemos olvidar que el Gobierno siempre ha presumido de tomar decisiones sanitarias siguiendo a pies juntillas el criterio de los científicos.

Mientras el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, ha declarado que no se están "saltando nada", el presidente de la Asociación Española de Vacunología (y miembro del Comité de Vacunas de Sanidad), Amos García Rojas, ha criticado abiertamente la nueva postura. No la concibe “ni por las formas, ni por los tiempos”. Y porque los jugadores de la selección no son "ni vulnerables, ni esenciales".

Sin norte

El problema de fondo no es que los futbolistas sean vacunados antes de un torneo internacional (los atletas y entrenadores olímpicos que nos representarán en Tokio empezaron a vacunarse a finales de mayo). El problema radica en la falta de criterio y la precipitación de la medida.

Primero, Sanidad desobedece las recomendaciones médicas de su propio grupo de expertos. Segundo, demuestra la nula previsión ante un evento tan importante (deportiva y socialmente) para los españoles.

El combinado nacional se enfrentará al sueco el próximo lunes con los plazos más que ajustados para desarrollar cierta inmunidad con la inoculación de la monodosis de Janssen. La vacunación se produce, en resumen, a falta de seis días, cuando de acuerdo con el Ministerio de Sanidad este fármaco comienza a hacer efecto a los catorce.

La incomprensión de la Real Federación Española de Fútbol es más que razonable. ¿Por qué los futbolistas han recibido un trato distinto a los deportistas olímpicos?

¿Pan y fútbol?

Es cierto que muchos ciudadanos aguardan con pasión esta cita futbolística después de su cancelación el pasado año y que muchos hosteleros se beneficiarán con el aumento del consumo en sus bares. Pero no se pueden entender los motivos que conducen al Gobierno a dar este bandazo.

¿Qué explica que Sanidad haga esta excepción repentina con los futbolistas, cuando ni siquiera la hizo con Felipe VI o Pedro Sánchez?

¿Qué hay de nuestros embajadores en el extranjero, que siguen a la espera de una llamada, con el malestar que esto genera en Exteriores?

¿Qué sensibilidad demuestra con aquellas personas que, en circunstancias mucho más vulnerables, ven cómo se da prioridad a 25 deportistas jóvenes y sanos?

El Gobierno, después de casi seis meses de vacunación masiva, y con algo más de un 20% de la población con la pauta completa, ha de mostrar un rumbo claro (más si cabe ante una fecha que lleva meses programada). Y, por supuesto, hacer cumplir su palabra. Especialmente cuando ha cubierto tantas de sus decisiones bajo el paraguas de las recomendaciones de sus expertos científicos.