Pablo Casado afrontaba este jueves el mayor desafío desde que llegó hace poco más de dos años a la presidencia del PP. La moción de censura de Abascal había puesto todos los focos sobre él: Sánchez sólo era su teórico destinatario; con razón los populares la habían denominado "moción-trampa".  

Abascal sabía que la iniciativa nacía muerta, y de hecho queda para la historia como la que menos votos ha recibido: única y exclusivamente los 52 de Vox. También era consciente de que la moción contribuiría a reforzar los lazos del PSOE con Podemos y sus socios de investidura, como así se puso de manifiesto, con un "manifiesto en favor de la democracia".

La reacción

Pero al líder de Vox no le importaba contribuir a reforzar los vínculos del bloque de la investidura si él ganaba minutos de televisión y erosionaba a Casado presentándose ante la opinión pública como el antagonista de Sánchez.

Lo que nadie esperaba era la reacción de Pablo Casado, cuya indefinición acerca del sentido del voto del PP hasta el último día fue interpretada erróneamente por todos como un síntoma de aturdimiento. Ahora sabemos que todo fue una estrategia perfectamente calculada.

"Hasta aquí"

EL ESPAÑOL revela hoy cómo el líder del PP gestó y preparó su afilada intervención, con la que desenmascaró a Vox y descolocó al Gobierno y a sus socios. La imagen de un desangelado Pablo Iglesias en la tribuna de oradores lo decía todo. Se había quedado sin discurso.  

Casado aprovechó la circunstancia para redefinir el proyecto del PP de forma muy precisa y para reivindicarse como la única alternativa real al Gobierno de la izquierda.  Reivindicó un partido que une y no separa, alejado de las minorías radicales y la demagogia, que hace "política con mayúsculas", que se dirige a esos españoles que esperan reformas y que apuestan por la convivencia, que no alimenta fracturas y que huye "de la furia y del ruido". 

Liderazgo

Con su "hasta aquí hemos llegado" dirigido a Vox había dejado claras sus intenciones. Con audacia, refundó su liderazgo desde la tribuna del Congreso y se metió al partido en el bolsillo. La moción de Abascal había acabado convirtiéndose en la moción de Casado.

Sánchez aprovechó la imagen de moderación que le brindaba el PP para anunciar la retirada de su propuesta de reforma de la ley del Poder Judicial. Aunque lo presentó como un gesto de mano tendida, en realidad no hacía sino rectificar un error por el que le han llovido críticas del mundo judicial y de Europa. En cualquier caso, la jornada sirvió para poner de nuevo el toro del diálogo en el centro de la plaza.