Si existe un colectivo con el que hay que ser extremadamente cuidadoso es con el de los menores. Pero más aún cuando hablamos de chicos que están tutelados por el Estado y han llegado a España huyendo de situaciones dramáticas en sus países de origen: son los llamados mena (menores extranjeros no acompañados), 12.300 según Interior.

Resulta lamentable por ello que Vox propugne abiertamente la expulsión de los menas, porque al hacerlo sitúa en el disparadero a todo un colectivo. Además, lo largo de la campaña electoral, Santiago Abascal ha lanzado duras acusaciones contra el colectivo de inmigrantes. Basándose en medias verdades y apelando a los sentimientos más primarios del electorado, volvió a hacerlo en el debate del pasado lunes, como cuando aseguró que desde 2016 "ha habido más de 100 manadas en España y el 70% de quienes están imputados son extranjeros".

Violencia

Hay que rechazar esas falaces acusaciones del líder de Vox, así como que ninguno de sus adversarios le rebatiera esa estadística que es un suma y sigue en su línea argumental de culpar a la inmigración de todos los males de España. 

No parece casual que en los últimos días varios menas hayan sido brutalmente agredidos o que un restaurante de comida rápida de Melilla expulsara a tres de estos niños pese a que iban acompañados por una monitora.  

Xenofobia

EL ESPAÑOL cuenta hoy la conmovedora historia de Sidi Talebbuia, un joven que con tan sólo 10 años llegó a Sevilla procedente del campo de refugiados saharauis de Tinduf. Tuvo la suerte de obtener un visado temporal, y, separado de sus padres, logró colegiarse como abogado. 

Sidi es uno de tantos migrantes que ha estallado contra la posición de Vox y lo ha hecho a través de una carta viral en la que desmonta el argumentario de que nadie es delincuente por el hecho de ser menor y extranjero. Su elocuencia nos debe llevar a reflexionar sobre lo gratuito que sale en España apelar a la xenofobia. Estas actitudes populistas hay que cortarlas de raíz.