Si hubiera que valorar la multitudinaria manifestación de la Plaza de Colón de este domingo por sus resultados podría decirse que ha sido un éxito insuficiente. En primer lugar, porque el objetivo era exigir la convocatoria de elecciones, marcar un punto de inflexión en la vida política del país, y la realidad es que Sánchez escapó vivo.   

Participó muchísima gente -desde luego bastantes decenas de miles más de las 45.000 personas que dijo la Delegación del Gobierno-, y no fue la manifestación ultra que quiso pintar la izquierda -no hubo incidentes ni altercados- pero tampoco fue una marea humana de las de apabullar. Y cabe preguntarse por qué.

Distancias

A Sánchez le salió bien su simulacro de ruptura con los separatistas. Las televisiones y los medios de comunicación afines, como también algunos otros despistados, airearon inmediatamente que el Gobierno había cortado por la sano con Torra, algo que ha quedado ya desmentido. Pero para muchos desapareció en ese momento la sensación de emergencia que sí se vivió por ejemplo en octubre de 2017, cuando los ciudadanos salieron en masa en Barcelona, olvidando las diferencias ideológicas que pudieran existir entre ellos.    

Y junto a eso, la clave de lo vivido en Madrid este domingo hay que buscarla en la distancia que separa a PP, Cs y Vox, que son mayores de lo que pretende hacer creer la izquierda cuando los engloba con el sobrenombre de "las tres derechas". La propia organización y desarrollo de la manifestación lo pusieron de manifiesto, con la ridícula escena final, fruto de esa incoherencia de fondo.

La foto

Las prevenciones de unos y otros a la hora de realizar la convocatoria o las pugnas por ver quién llevaba la voz cantante son algunos síntomas de lo que decimos. Pero sobre todo, si los líderes convocantes renunciaron a hacer discursos porque no querían retratarse junto a Vox, si en un día tan importante cedieron la palabra a tres periodistas: ¿a qué vino subir al escenario para hacerse la foto?

La concentración contra Sánchez ha sido, en definitiva, la prueba de que PP, Cs y Vox, lejos de sumar, restan. Ya que muchos de sus potenciales seguidores se quedaron en casa para no coincidir los unos con los otros. Y esa es la amenaza que sobrevuela también sobre futuros resultados electorales, agravada además por la Ley D'Hondt. Están a tiempo de tomar nota.