Los que esperaban ansiosos el Gobierno de Pedro Sánchez para empezar a disparar contra él, se han llevado un serio disgusto. Los agoreros que empezaban a hablar de las concesiones que el nuevo inquilino de la Moncloa sin duda debería hacer a quienes le ayudaron a derribar a Mariano Rajoy se han equivocado de plano. Ni un solo peaje: sin concesiones a los independentistas, sin concesiones a los populistas y una apuesta incontestable por la presencia de España en Europa.

Es más, las señales que ha emitido el nuevo Ejecutivo son exactamente las contrarias: una defensa a ultranza de la Constitución, una apuesta por el Estado de Derecho y un mensaje claro y rotundo a los mercados financieros, a los inversores extranjeros y a nuestros socios comunitarios.

11 mujeres y seis hombres

Cómo podrá llevar adelante su plan de Gobierno con tan sólo 84 diputados, con la amenaza permanente de sus socios independentistas y populistas –que a buen seguro no estarán satisfechos con el equipo elegido por Sánchez– y con una oposición multitudinaria en la que el Partido Popular y Ciudadanos no dejarán pasar una sola ocasión para atentar contra el pianista, es sin duda la gran incógnita de la etapa que ahora se abre.

El hecho de que en el nuevo Gobierno socialista haya casi el doble de mujeres que de hombres –11 frente a seis– no sólo no es una casualidad sino que es un claro mensaje en defensa de la presencia de la mujer en las grandes decisiones de este país, una de las batallas preferidas del presidente. La única duda que nos depara es saber hasta qué punto la confección de este Ejecutivo desigual de ministras y ministros se ha podido ver afectada por esta premisa y el temor a que pueda volverse contra su mentor o incluso contra lo que se quiere combatir.

La habilidad que ha empleado el equipo de Sánchez en la comunicación del nuevo Gobierno es digna de elogio. El goteo inteligente de nombres que desde el pasado lunes se fue filtrando con cuentagotas ha tenido en vilo a los medios de comunicación y a los ciudadanos. Y ha resultado ser mucho mejor que la aburrida lista completa tras la entrevista con el jefe del Estado.

Un Gobierno mediático

Pedro Sánchez ha puesto en órbita un Gobierno legítimo, con más empaque que apoyo. Un Gobierno que tiene la ambición de durar; un Gobierno, electoralista, que aspira a trabajar para llegar a las próximas elecciones en una posición muy distinta a la que las últimas encuestas concedían al Partido Socialista. Un Gobierno mediático –y con ambición de dar espectáculo– que cuenta con un astronauta al frente de Ciencia, Tecnología y Universidades, y con un escritor de éxito y antitaurino al frente de Cultura.

Pero en todas las listas hay sombras. Y en la del nuevo Gobierno socialista, también. Nos preocupan los perfiles de Hacienda (María Jesús Montero) y Sanidad (Carmen Montón) por el historial de jacobinismo fiscal y tributario de la primera y por el perfil contrario a la medicina privada de la segunda. Y nos inquieta también la nueva responsable de Justicia (Dolores Delgado), por si la larga colaboración profesional que ha mantenido a lo largo de los años con Baltasar Garzón pudiera ser utilizada por el ex juez estrella para encauzar sus rencores acumulados desde que fue condenado y expulsado de la carrera judicial.

Pero pese a estas sombras, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha superado las expectativas y se merece el beneficio de la duda. El nuevo presidente ha lanzado un órdago y tiene que demostrarnos que no va de farol.