Los energúmenos rodearon el coche en el que viajaban un hombre con su hija de corta edad. Eran casi un centenar, le habían cortado el paso cuando circulaba tranquilamente y empezaron a golpearlo por los cuatro costados hasta romperle la luna delantera. Al final, y después de algunos momentos de tensión, el conductor pudo escapar y poner a salvo a su pequeña. ¿El motivo? Una bandera española colgaba del espejo retrovisor interior del coche.

Fue en la localidad gerundense de Figueras donde un numeroso grupo de miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) celebraron el Día de Sant Jordi asaltando el vehículo en el que viajaba un cabo primero del Ejército de Tierra, destinado en la base de Sant Climent de Secebes, en compañía de su hija.

Los radicales iban todos disfrazados con una nariz roja de payaso y le increparon con gritos de “¡Fuera fachas, a vuestro país!”, mientras golpeaban el coche. Los CDR habían organizado una jornada de protestas por el encarcelamiento de los líderes del procés.

'Kale borroka'

Afortunadamente ignoraba la virulenta y alegre muchachada separatista, defensora a ultranza de ‘la revolución de las sonrisas’, quién era y a qué se dedicaba el conductor del vehículo. Si hubiera sabido que se trataba de un militar español destinado a muy pocos kilómetros, posiblemente a estas horas estaríamos hablando de otra historia.

La violencia independentista –como si de una kale borroka importada se tratara– se está apoderando poco a pocos de las calles y carreteras catalanas sin que los Mossos d’Esquadra parezcan poner el empeño suficiente para acabar con ella. La reciente detención de una de sus líderes, que posteriormente fue puesta en libertad, no parece amedrentar a estos cachorros 'indepes' que se sienten impunes para seguir sembrando el terror entre los que no piensan como ellos. Más bien al contrario, parecen crecidos tras el apoyo brindado por el Parlament y los partidos no constitucionalistas que lo controlan.

Manga ancha

Cs, PP y PSOE han denunciado la manga ancha de la que parecen disfrutar estos jóvenes. Rivera habla de ellos como de “comandos separatistas violentos”; a Maroto le recuerdan “lo peor que vivimos en la política vasca” y Pedro Sánchez pide que se garantice la “seguridad necesaria” ante los “actos vandálicos” que está proliferando últimamente.

La sociedad catalana no debería permanecer muda ante estos actos violentos que sólo pretenden coartar las libertades, atemorizar a los ciudadanos y hacer que estos miren hacia otro lado para no ver lo que está sucediendo enfrente de sus narices. Lo peor de todo sería que la ciudadanía asumiera lo habitual como algo natural y lógico. Fue Brecht quien dijo que el que no sabe o no quiere saber es un imbécil, pero que el que sabe y calla es algo mucho peor.