El empate a tres en intención de voto registrado en enero se ha resuelto de manera clara en favor de Cs. El desenlace de aquella insólita foto fija -PP, PSOE y Cs aparecían igualados en intención de voto con entre el 23% y el 24% de los sufragios cada uno- confirma la tendencia que ya reflejaban entonces los sondeos. Si hace tres meses el PP ya se desplomaba, y PSOE y Podemos acusaban cierto desgaste, ahora es la fuga de votos de los dos viejos partidos la que impulsa a Cs, mientras que la formación de Pablo Iglesias se estanca.

De haber hoy elecciones, Cs obtendría el 27,4% de los votos y 107 diputados; el PP conseguiría 87 escaños y el 22% de los votos; y los socialistas mantendría 78 asientos en el Congreso con el 19,4% de las papeletas. Por lo que respecta a Podemos, apenas rebasaría el 16% de los votos y lograría 47 actas. Rivera podría elegir compañero de viaje para intentar formar Gobierno y se consolida como el principal referente de la nueva política frente a Iglesias, que pierde fuelle: no en balde, mientras Podemos retiene el 58% de sus votantes, Ciudadanos conserva el 75%.

'Sorpasso' a la derecha

Este sondeo confirma que el vuelco en el centro derecha del que ya habían advertido otras prospecciones demoscopicas se acentúa. A la hora de comprender por qué el partido de Albert Rivera sí asestaría al PP el sorpasso que Pablo Iglesias no fue capaz de dar al PSOE hay que reparar tanto en los méritos atribuibles a la formación naranja como a los deméritos achacables a los dos grandes partidos.

A Cs aún le falta tiempo para ser percibido como una alternativa de Gobierno clara, pero su defensa sin complejos de la unidad territorial y del orden constitucional sí le han convertido en una opción confiable. Sobre todo en contraste con los titubeos y errores del PP respecto a Cataluña y las dificultades del PSOE para hacer valer un único mensaje en la crisis territorial.

Trasvase a Cs

El triunfo de Cs en Cataluña ha surtido un efecto arrastre que le permite captar votos de PP y PSOE. No en balde, el 32% de los que votaron a Rajoy en 2016 se han pasado ya a Cs, un trasvase en dirección al centro reformista que también ha emprendido el 14% de los votantes socialistas. La incógnita es si esta tendencia va a continuar o va a remitir.

El nerviosismo que atenaza al PP y el hecho de que el PNV haya convertido a Cs en su bestia negra en el Aberri Eguna son pruebas de que Rivera tiene el viento a favor. El PP no podrá impedir su fuga de votos mientras Rajoy sea el candidato. En el caso del PNV, sin embargo, habrá que esperar a ver qué hace con los Presupuestos para interpretar hasta qué punto considera una amenaza a Cs.

Temor entre los nacionalistas

Podría darse la paradoja de que, después de haber insistido en que no apoyará las cuentas de Rajoy mientras continúe el 155, acabe votando a favor para evitar provocar un adelanto electoral con Albert Rivera como favorito. También el temor a Rivera podría ser el bálsamo de Fierabrás que acabe por convencer a ERC y JpC de que más les vale acordar un candidato elegible. Cs ha abierto brecha y el resto hará lo que sea por abortar su escapada.