Los llamamientos del resto de partidos constitucionalistas a Ciudadanos para que inicie contactos con vistas a intentar formar gobierno en Cataluña es empujar a Inés Arrimadas a un fracaso seguro. No es que Cs tenga en contra el muro insalvable de JxC, ERC y la CUP, que tienen mayoría absoluta en el Parlament, sino que los comunes de Ada Colau sumarían gustosamente a esa causa sus ocho escaños.

Es muy significativo que la primera decisión que ha tomado la alcaldesa de Barcelona tras el 21-D sea reponer en la fachada del Ayuntamiento el lazo amarillo que reivindica la libertad de los políticos encarcelados por el golpe separatista. Ese lazo, con razón, fue considerado un símbolo político por la Junta Electoral y ordenó su retirada en la campaña.

Efecto contrario al deseado

Sorprende que sea el PP el que más se haya significado en reclamar un paso al frente de Arrimadas, toda vez que su presidente, Rajoy, rehusó en su día hacer lo propio pese a haber sido invitado formalmente por el Rey. Pero es que ni siquiera las circunstancias son comparables. Cs no tiene "alergia a gobernar", como le reprochan ahora los populares, es que no hay forma humana de sumar una mayoría. 

En estos momentos, una candidatura de Arrimadas a la Presidencia de la Generalitat sólo podría contribuir a cerrar filas en el separatismo y producir el efecto contrario al que se busca. Es más inteligente, por tanto, esperar a ver si Puigdemont -desde Bruselas- y Junqueras -en Estremera- son capaces de limar unas diferencias que han ido agrandándose, incluso en lo personal, después de la huida a Bélgica del primero.

Tiempo para otras opciones

Ya habrá tiempo para Arrimadas de contemplar otras opciones si Junts per Catalunya y ERC son incapaces de llegar a un acuerdo. Hoy por hoy sólo están barajando posibilidades extravagantes, como una investidura telemática, en la distancia, lo cual va en contra del propio Reglamento de la Cámara catalana.

Por lo pronto Cs explora la posibilidad de hacerse con la presidencia del Parlament, a lo que aspira legítimamente al haber sido la fuerza más votada. Las próximas semanas determinarán si Inés Arrimadas puede aspirar a algo más. Las prisas, ahora, serían contraproducentes.