Pedro Sánchez, a carcajadas, ante el anuncio de Feijóo de llamarlo a la comisión de investigación sobre la 'trama Koldo'. Europa Press
La risa de Sánchez tiene los días contados
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La bochornosa retirada de Podemos cuando tenía contra las cuerdas al Gobierno da un balón de oxígeno a Pedro Sánchez.
Ione Belarra podía haber puesto el pulgar hacia abajo en el Congreso, como hacían los emperadores romanos cuando tocaba decidir sobre la vida o la muerte en el Coliseo, y arruinar dos votaciones fundamentales para el Gobierno: el embargo a Israel y la Ley de Movilidad.
El pánico a que su electorado no entendiera esa decisión llevó a Belarra a tragarse sus amenazas de días anteriores y a votar finalmente sí, donde dijo que votaría no.
Es verdad que esta semana, que empezó mal para Sánchez, con el reflujo y el dolor de estómago causados por las "chistorras" del caso Koldo, ha ido mejorando para el Gobierno.
Este mismo jueves, y tras la sesión victoriosa del Congreso, la Audiencia de Madrid ha dado un tirón de orejas al juez Juan Carlos Peinado, que instruye la causa sobre Begoña Gómez.
Se le revoca su decisión de investigar de forma separada el presunto delito de malversación que atribuía a la esposa del presidente y se le ordena que resuelva "sin dilación" sobre la declaración de funcionarios de la Universidad Complutense solicitada por el abogado defensor.
Sin embargo, otras veces ha ocurrido que cuando Sánchez parecía asomar la cabeza para tomar oxígeno, horas más tarde llegaba otro mazazo de realidad. Ocurrió con su última visita a Nueva York, a finales de septiembre.
Mientras participaba en el Foro Mundial de Líderes de la Universidad de Columbia y daba consejos a Israel de cómo tratar a Hamás, en España bullía el escándalo de las pulseras contra los maltratadores y la Audiencia de Badajoz confirmaba que su hermano debía sentarse en el banquillo.
Cuando se sumaba a la Flotilla de Gaza con un barco de la Armada, llegaba el acuerdo de paz entre israelíes y palestinos inducido por su archienemigo Donald Trump.
Y es que Sánchez viaja en la vagoneta de una montaña rusa y cuando parece que va bocarriba, ya está bocabajo. Si no es Junts quien le amarga el día, lo hace un juez o el último informe de la UCO...
Y cuando estaba al caer el expediente que se centra en el ministro Ángel Víctor Torres, ¡van y salen los mensajes y las grabaciones sobre las "chistorras" y los regalos a prostitutas!
Por eso, las carcajadas del miércoles en el Congreso se convierten hoy mismo en lamentos.
El atrevimiento de Sánchez en la sesión de control al Gobierno lo retrató a la perfección Tomás Serrano. Es muy osado dar "ánimo" al jefe de la oposición para hacerle de menos, cuando todos los que te rodean tienen un pie (o los dos ya) en el banquillo.
Nadie cree que Sánchez vaya a aguantar hasta 2027 para convocar elecciones. El traspiés de Belarra, cual Cagancho en Almagro, no cambia la percepción general.
Aunque en el PSOE hay quien sueña con que Podemos pueda doblegarse ahora también con los Presupuestos, a quien ya no le salen las cuentas es a Carles Puigdemont.
Pero sobre todo, la espada de Damocles la tiene Sánchez en los juzgados. Cada informe de la UCO cerca un poco más al Gobierno. Las risas y el pitorreo tienen los días contados.