Fotomontaje arrabalero.
Breton, los surrealistas y la guerra de los poetas
El dramaturgo Fernando Arrabal, último gran genio del siglo XX, escribe cada domingo en EL ESPAÑOL, recordando sus vivencias con las mayores figuras de la cultura universal.
Pude ser al mismo tiempo [sin que nadie me pidiera cuentas ni cuentos ¿y sin que no lo notaran ni los más vigilantes?] amigo de Picasso y de Dali, de Breton y de Cocteau, de Helene la mujer de Brecht y de Suzanne la de Beckett, de Colette y René Clement; del Rey emérito de España y... . Etc. etc.
En el siglo pasado tuve la felicidad de asistir ¿diariamente? a la reunión o cónclave del grupo surrealista. Se celebraba cada día salvo los domingos en el café La promenade de Vénus 44 rue du Louvre (hoy se llama Restaurant Loup).
Los días de fiestas religiosas, cuando el cafe se cerraba, celebrábamos la tertulia en el cafá Le Financier que ya no existe, frente a la Bolsa de París.
Breton -con la misma manía mía- llegaba puntualísimo. El camarero alerta y de pie le servía un copón de vino tinto. Lo bebía inmediatamente con las manos cogidas por la espalda, con el consabido ruido y algo repugnante que más tarde supe es el de los verdaderos catadores.
Luego se contemplaba en el gran espejo ¿de una decena de metros? Nunca estuvo tan guapo y solemne con su magnífica melena blanca Una amiga -a quien con su consentimiento llevé encadenada al café- me dijo dan ganas de comérselo a besos. Algunas no se atrevían a decir eso.
En julio de 1960 Breton nos avisó del escándalo, bochinche y desvergüenza: en la "foire aux poètes", de Forges-les-Eaux, Cocteau había sido elegido "à la criée" nuevo "Príncipe de Poetas". Un bochorno indescriptible para una distinción que habían recibido Paul Verlaine y Stéphan Mallarmé. Firmamos todos un mensaje acometedor y descerrajado. La gresca y la trifulca iba a durar años; mientras tanto los deseosos sosegados de una solución mansa pensaron en otorgar el principado a Saint-John Perse. Al recibir el Premio Nóbel lo rechazó.
André Breton, el padre del surrealismo.
Cocteau dirá públicamente a su ex-enemigo Louis Aragon el 5 de octubre de 1960: « Este premio cesa de ser ridículo cuando se mezcla la falsedad ». Le responde y aprueba en diciembre de 1960 Aragon con un artículo en primera página del semanario del Partido Comunista Lettres françaises.
Antes de la última votación ganada (¡otra vez!) por Cocteau nos aconsejará Breton que votemos por él pues este premio antiguo tiene un perfume yo diría surreal.
Cocteau dirá: « El título un tanto carnavalesco de príncipe de poetas no premia una obra, sino un estilo de vida. Una bondad severa, un rigor inflexible y esa cojera que nos acompaña como a Jacob tras la pelea con el ángel.» Al enterarse de la muerte de su amiga Édith Piaf, sufrió un ataque de asfixia y murió pocas horas después de un infarto el 11 de octubre de 1963.
Sidonie Gabrielle Colette, conocida como Colette, contaba entre sus amigos vecinos, a Jean Cocteau. Cuando la visité dos meses antes de su ocultación, por encargo de Josefina Sánchez Pedreño, aguantaba muy dificilmente su poliartritis. Subió al Sol por la Vía Láctea el 3 de agosto de 1954 desde el número 9 de la calle Beaujolais.
Hoy la Biblioteca nacional de Francia le rinde homenaje con una impresionante exposición en la que Jean está muy presente.
Jean Cocteau.
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Cinco « pseudo-arrabalescos» para y de los príncipes:
«… qué juerga, qué pedo, qué fiesta amar a muchos ¿qué imposibilidad ceñirse a un solo ser?»
«… a veces el que te ama te estruja o espachurra más ¿que el odioso displicente?»
«…tanto fue el botijo al agua que ¿accedió a pieza de museo ?»
«…no tengo más falso recato ¿que amor propio?
«…la cursi pudibundez es la más transparente
careta o caperuzo ¿de camuflados desvíos»
« … como el tiempo es inerte y quieto ¿por eso trotamos o galopamos ? »
« … tantos repentinos desatinados ¿de la subversión ?