Jeffrey Epstein.

Jeffrey Epstein.

Columnas LA GLOBALISTA

El 'caso Epstein' no es conspiranoia: es monstruosamente real

Ojalá el 'caso Epstein' no fuera real. Pero es real que Epstein organizaba fiestas donde mujeres jóvenes y niñas eran ofrecidas a hombres ricos y poderosos para su disfrute sexual.

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No fue una gran sorpresa que el Wall Street Journal revelara que el Departamento de Justicia le dijo a Donald Trump en mayo que su nombre aparecía, entre muchos otros, en los archivos de Jeffrey Epstein.

Esto no significa necesariamente que Trump haya hecho algo ilegal, pero incide en la conexión entre estos dos hombres ricos y poderosos. Uno de ellos fue arrestado, pero nunca juzgado, por tráfico sexual de menores.

El otro se convirtió en presidente de los Estados Unidos.

Donald Trump.

Donald Trump. Europa Press.

Ojalá la historia de Epstein no fuera más que una teoría de la conspiración. Desafortunadamente, no lo es. Es muy real que Epstein organizaba fiestas en sus lujosas casas y en su isla privada donde mujeres jóvenes y niñas eran ofrecidas a hombres ricos y poderosos para su disfrute sexual.

Sucedió, y es horroroso.

Pero aquí es donde se pone extraño e interesante: las bases MAGA de Trump no han mostrado ningún interés por sus treinta y cuatro condenas por delitos graves, por haber cometido adulterio con la estrella porno Stormy Daniels, por su abuso sexual a E. Jean Carroll o por sus alardes en el video de Access Hollywood donde dijo: “Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa… Agarrarlas por el coño. Puedes hacer cualquier cosa”.

A los seguidores de MAGA no les importa nada de esto. ¿Pero están indignados por el caso de Epstein?

Durante años, Trump ha utilizado teorías de la conspiración para enardecer a sus bases y ha construido su movimiento alrededor de una visión del mundo en la que hay un Estado profundo dirigido por élites que abusan sexualmente de niños. Por supuesto, sólo Donald Trump (quien se ha presentado como un outsider detestado por estas mismas élites) puede ponerle fin a ello.

El 'caso Pizzagate' es el ejemplo más destacado. Esta conspiración infundada afirmaba que políticos demócratas de alto rango, incluyendo a Hillary Clinton, dirigían una red de tráfico sexual de niños desde el sótano de una pizzería en Washington, D.C. llamada Comet Ping Pong.

No importa que esa pizzería ni siquiera tuviera sótano.

Trump no promovió esta teoría de la conspiración directamente, pero sí atacó a Hillary Clinton por ser parte del “Estado profundo”. Más importante aún, el 'caso Pizzagate' colocó la creencia en la existencia de redes pedófilas para las élites en el centro del movimiento MAGA. La creencia fue más tarde amplificada por QAnon.

Esta narrativa forjó una identidad entre los seguidores de Trump, que se ven a sí mismos como protectores de los niños contra las élites.

Y es tentador arrojarlos al montón de los locos, pero no olvides que ellos realmente creen que están luchando contra el mal en este mundo.

Y, ciertamente no hay nada loco en querer proteger a los niños de los pedófilos.

Durante la campaña de 2024, Trump jugó con sus seguidores al repetir que “desclasificaría” los documentos judiciales de Epstein y su supuesta “lista de clientes”. Es fácil por tanto entender la traición y la indignación que sienten los leales a Trump en este momento.

El 21 de febrero, la fiscal general de Trump, Pam Bondi, insinuó en Fox News que tenía la lista de clientes de Epstein, afirmando que “está en mi escritorio en estos momento para revisarla”.

También prometió que habría registros de vuelos y “mucha información”.

Esto generó un apoyo masivo y mucha expectación entre los seguidores de MAGA.

Jeffrey Epstein.

Jeffrey Epstein.

Una semana después, el 27 de febrero, se inició con gran fanfarria lo que parecía ser, finalmente, la revelación de los registros judiciales conocida como Fase 1. Este evento de prensa incluyó la posibilidad de hacerse fotos con influencers amigables con Trump posando con gruesos cuadernos de novecientas páginas.

Sin embargo, el informe resultó no tener nada especialmente interesante o nuevo.

Los seguidores de MAGA se enfadaron. Esta ira continuó acumulándose durante marzo y mayo, mientras los seguidores exigían más información, y algunos comentaristas prominentes afirmaban que el Departamento de Justicia (DOJ) de Bondi estaba encubriendo a las élites.

En junio, Trump les dijo a sus seguidores en los mítines que estaba luchando contra el “Estado profundo” para “sacar la verdad”. Recordemos que en ese momento ya le habían dicho que su propio nombre aparecía en los archivos de Epstein.

Todo esto llegó a su punto culminante en julio, cuando el DOJ y el FBI publicaron conjuntamente un informe que decía que no había ninguna “lista de clientes” y que no se liberarían más documentos.

Una comunidad MAGA profundamente frustrada reaccionó con indignación. Entonces, Trump hizo lo impensable: insultó a sus leales seguidores, su fuente de poder. Llamó a todo el asunto un “gran engaño” y afirmó que sus críticos estaban cayendo en las mentiras de los demócratas. Dijo que “algunos republicanos estúpidos y republicanos tontos” creen en estas supuestas mentiras.

Luego dijo “¡ya no quiero su apoyo!”.

Pero no importa cuánto lo intente Trump. Esta historia no parece tener un interruptor de apagado. Un cartel en Times Square esta semana pide la liberación de los archivos de Epstein y los influencers de MAGA mantienen el ritmo. La prominente congresista MAGA Marjorie Taylor Greene advirtió en X que “colgar pedazos de carne roja ya no satisface; quieren la cena completa de bistec”.

La actriz Roseanne Barr escribió: “Señor presidente: sí, todavía nos importa Epstein. ¿Hay un momento en el que no importe el tráfico sexual de niños?” en X.

Trump finalmente podría estar cosechando lo que sembró, pero queda por ver cuánto tiempo su base lo desafiará. La evidencia de la amistad de Trump con Epstein es innegable y sorprendentemente desmiente que Trump sea algún tipo de “hombre común”. Que alguien lo vea como un tipo normal es risible para aquellos de nosotros que hace tiempo lo reconocimos como el mayor representante del "hombre rico, poderoso y, sí, élite".

Pero sus seguidores se han tragado esta narrativa y ahora están experimentando una dolorosa disonancia cognitiva. Están enojados con razón.

Es posible que nunca sepamos los nombres de todos los que se asociaron con Epstein, o si realmente se suicidó o no, y cómo evadió la ley durante tantas décadas. Pero los hechos que sí conocemos son horribles, y cualquiera que exija más información tiene razón en hacerlo.

No es una conspiración, incluso si el pensamiento conspirativo es lo que finalmente creó una brecha entre Trump y su base.

Y ahora sabemos que la capacidad de Trump para hipnotizar a sus seguidores más leales tiene límites. A pesar de sus afirmaciones, Trump no es una deidad: es un simple mortal como todos nosotros.