1. Voy a comenzar dirigiéndome a los españoles. Por encima de cualquier valoración que pueda hacer de la intervención del presidente del Gobierno, lo que debemos tener claro es que, se extienda lo que se extienda su mandato, todo esto que estamos viviendo ya no es más que el epílogo de un pasado que vamos a superar.

Alberto Núñez Feijóo da por amortizado a Pedro Sánchez, con independencia de que su mandato se extienda durante más o menos tiempo, e intenta situarse en el escenario posterior al sanchismo, restándole importancia al contenido concreto de la comparecencia. Haya dicho lo que haya dicho el presidente, sea lo que sea lo que se disponga a hacer (si es que se dispone a hacer algo), Sánchez es ya un cadáver político. El pasado. 

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El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su rueda de prensa en la sede del PP.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su rueda de prensa en la sede del PP. Europa Press

2. Acerca de que el presidente del Gobierno no tenga problema en hacer el ridículo yo no tengo nada que decir. Allá él. De que arrastre a mi país a ese camino sí quiero hacer una consideración.

Feijóo acusa al presidente de haber escenificado una pantomima para consumo propio. Una evidencia a la que él añade una valoración personal: Sánchez ha hecho el ridículo. La pregunta es si, a pesar de ello, Sánchez ha conseguido sus objetivos.   

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3. España no tiene un presidente a la altura de sus ciudadanos. Por eso, quiero empezar pidiendo disculpas a los españoles en nombre de la política, y paciencia en nombre de la razón. La política que España merece llegará. Como la gran mayoría de ustedes, he vivido los últimos días con perplejidad. Aunque, como les pasará también a las personas que me escuchan, la capacidad de asombro ya se ha reducido a lo largo de los últimos años porque esta crisis no nació el pasado miércoles ni termina hoy.

Feijóo se presenta como un político "a la antigua usanza". Uno que no escenifica jugadas maestras, que no mantiene en vilo a los ciudadanos durante cinco días a la espera de una decisión que en realidad está tomada de antemano, y que no utiliza a su partido y a su esposa en beneficio propio. Lo hace situándose al nivel del elector, y no hablando desde un púlpito. "Como la gran mayoría de ustedes", "como les pasará también a las personas que me escuchan".

¿El peligro de ese discurso? Que Feijóo necesitará algo más que recordar que él no es Sánchez (una obviedad, por otro lado) para llegar a la Moncloa. 

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4. Estos cinco días simplemente han sido una semana más de varios años de bochorno. Lamentablemente, llevamos demasiado tiempo asistiendo a actuaciones políticas que no habíamos vivido antes en nuestra democracia. Sobre todo, los meses de esta legislatura que sólo ha consistido en retrocesos en materia de igualdad ante la ley, en estabilidad política y en libertad ¿Para qué?, para que el presidente mantenga su estatus.

Feijóo explota el estereotipo del Sánchez calculador, gélido e indiferente cuyo único interés es permanecer en el poder y que utiliza las libertades y la prosperidad de los españoles como moneda de cambio en las transacciones con sus socios. Transacciones cuyo único objetivo es el de evitar la alternancia política.

Es decir, el de evitar un gobierno del PP.

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5. Hemos pasado de los engaños electorales a una agenda política marcada por las cesiones a las minorías independentistas. De los atropellos democráticos a la renuncia a presentar los Presupuestos Generales del Estado. De los escándalos de corrupción que no han merecido ni explicaciones ni disculpas, al propósito de partir en dos a la sociedad española. De su derrota electoral, hemos pasado a un completo esperpento. El PSOE se muestra en estas horas aliviado por la continuidad de su líder. Me imagino que los independentistas también.

Feijóo señala los puntos claves del actual escenario político. Las cesiones de Sánchez a los independentistas. La imposibilidad de aprobar unos Presupuestos Generales si no es a cambio de nuevas cesiones a ERC, Junts, PNV y EH Bildu. El caso Koldo y el presunto caso Begoña Gómez. La (victoriosa) derrota electoral de Sánchez en las pasadas elecciones generales.

Pero, sobre todo, el muro. Ese muro con el que Sánchez pretende "partir en dos a la sociedad española" y del que este trampantojo ha sido sólo un episodio más

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6. Pero hay una España indignada a la que quiero dirigirme. Comparto que le han tomado el pelo a una nación de 48 millones de españoles y yo no participo en esa forma de entender la política. El presidente del Gobierno se ha ido de puente por pura estrategia electoral, judicial o ambas, pero los problemas de los españoles NO. El señor Sánchez ni ha acertado en el qué, quedarse, ni en el cómo, condenando a nuestro país a días de bochorno internacional y de incertidumbre nacional.

El líder del PP señala la carta escondida en la manga del prestidigitador, "le han tomado el pelo a una nación de 48 millones de españoles", y recuerda que los motivos no tan ocultos de Sánchez no tienen nada que ver con el "amor", sino con su estrategia electoral y/o judicial.

Feijóo recuerda además el "bochorno internacional". Bochorno del que la primera víctima, incluso por delante de los españoles, ha sido la propia mujer del presidente. ¿Con su aquiescencia, quizá?  

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7. Dije este fin de semana que no habría épica en la marcha ni heroicidad en su resistencia. Y lo mantengo. Hoy el presidente del Gobierno ha preferido huir hacia adelante a dimitir. Podría haberlo dejado asumiendo sus responsabilidades por lo que está sucediendo hoy en España y diciendo la verdad a los españoles, pero ha preferido hacer lo contrario. Ha mandado reflexionar al pueblo, pero no le ha dado la palabra. Le ha interpelado, pero no ha querido escuchar su respuesta. En lugar de dar explicaciones a los españoles, le exige rendición de cuentas a los demás. Y, de nuevo, ha sometido a toda la nación a su estrategia personalista.

Feijóo interpreta la estratagema de Pedro Sánchez como una huida adelante cuyo objetivo es esquivar las explicaciones debidas a los españoles y reducir todos los problemas del Gobierno a una fantasmal lucha contra la ultraderecha. "No habrá épica en la marcha ni heroicidad en la resistencia" dijo el líder del PP hace unos días y el tiempo le ha dado la razón.

Feijóo reitera luego de nuevo la idea de que, en la escala de valores de Sánchez, los intereses de la Nación están muy por detrás de sus intereses personales

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8. He visto que lo ocurrido estos días ha generado chanza en muchos españoles. Pero esto no es cómico. Es trágico. Lo es porque ser imprevisible no son atributos a valorar en un dirigente. Lo es porque se ha hecho un gran daño a la imagen de nuestro país. Pero, sobre todo, lo es porque su discurso de hoy es el más peligroso de todos los que ha entonado.

Feijóo no quiere permitir que la escenificación de Pedro Sánchez quede olvidada después de sólo unas pocas horas. Y por eso recuerda que el discurso del presidente no es un mero juego de manos o un "recuperar la posesión del balón", sino algo mucho más grave. Sánchez no sólo ha querido recuperar la iniciativa política. Está buscando algo más

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9. La reflexión de Sánchez termina con una confesión que en realidad ya todos conocíamos: no acepta la discrepancia. Quiere un país a su medida y a su servicio, ciudadano a ciudadano, institución a institución. Y detrás de toda su escenificación está la pretensión de ser aún más presidente, aunque sea a costa de aún menos Democracia.
No quiere oposición. No quiere Justicia. No quiere medios de comunicación. Y sólo se quiere a sí mismo.

Feijóo dibuja aquí un Sánchez autoritario, al modo bolivariano, que aspira a acumular más poder personal a cambio de reducir la democracia. Un Sánchez que ha identificado un triángulo del mal formado por la oposición, los medios de comunicación y el Poder Judicial, y que busca el sometimiento acrítico de ciudadanos e instituciones.

"Sólo se quiere a sí mismo", dice Feijóo, ahondando en la caricatura del Sánchez narcisista y egomaníaco. 

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10. En mi humilde opinión, el verdadero sentimiento que le ha movido estos días es el miedo. Por ello ha sido capaz de utilizar hasta su intimidad para intentar ganar tiempo. Se ha atrevido a revestir como conjura antidemocrática su intento de no hacer frente a la realidad democrática. Ha llegado a usar a su majestad el rey como actor secundario en su última película. 

El líder del PP intenta identificar aquí el punto débil en la escenificación de Sánchez, cuya motivación sería tanto el intento de acumular mayor poder personal como el miedo al daño que podría resultar de las investigaciones judiciales de la presunta corrupción en su gobierno y en su entorno.

Feijóo acusa además a Sánchez de haber utilizado al rey como un mero decorado de su puesta en escena. Una acusación que, a la vista de lo sucedido hoy, no cabe descartar. 

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11. A lo que no se ha atrevido es a dar ni una sola explicación acerca de las dudas que cada día están más vigentes. Sus problemas permanecen y se acrecientan mientras su crédito desaparece. Hoy Sánchez no ha asumido sus responsabilidades, sólo se las sacude. Y se agarra al comodín de "derecha y ultraderecha" que utiliza siempre como anticipo de sus próximos desmanes. Pero ya no hay vuelta atrás ni huida hacia adelante posible: su proyecto se acabó. Y puede prolongar la agonía y la decadencia, pero no será nada más que eso: agonía y decadencia.

Feijóo recuerda que Sánchez no ha dado una sola explicación acerca de las sospechas de corrupción que le asedian y recuerda que no es la primera vez que Sánchez recurre a la amenaza de "la derecha y la ultraderecha" para desviar el foco de allí donde no le interesa arrojar luz. El problema es que el truco ha funcionado hasta ahora y que el incentivo para que Sánchez deje de utilizarlo no existe. ¿Por qué va Sánchez a renunciar a lo que le ha permitido mantenerse en el poder durante seis años?

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12. España necesita un tiempo nuevo y no puede ya encontrarlo en quienes son el pasado. Lo que necesita España es un nuevo gobierno democrático, con un presidente a su altura y no el cambio de régimen que pretende colar por detrás de toda esta obra de teatro. Ha dicho que ha sopesado continuar o no y lo que quiere es que los españoles dimitamos de la democracia. No lo vamos a hacer. No vamos a callarnos. No van a arrinconar a quienes defendemos la libertad de poder ser críticos y exigentes con nuestro gobierno. No van a someter una vez más la dignidad de esta nación a sus intereses.
No vamos a volver a los dos bandos. No van a lograr la impunidad en una nación que hace 46 años decidió libremente que nadie puede ser más que nadie, por muy presidente que sea.

El líder del PP se presenta como la alternativa a Sánchez y apela a una épica de la resistencia democrática opuesta a la épica del resistencialismo personalista del presidente del Gobierno.

Feijóo alude además a las dos Españas y se niega a participar en esa batalla que pretende delimitar dos bandos por motivos no precisamente elevados: la búsqueda de la impunidad del presidente y de aquellos que este necesita para mantenerse en el poder. "Nadie puede ser más que nadie, por muy presidente que sea"

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13. Si no ha habido dimisión y no ha habido explicaciones, ¿Qué ha habido hoy? Las amenazas de un presidente acorralado. Sánchez ha elegido intentar cohesionar a los suyos a costa de dividir a España en dos. Es absolutamente lamentable oír hasta a los ministros del Gobierno hablar de buenos y malos. La España del conmigo o contra mí es la fórmula que ha escrito las páginas más negras de nuestra historia y no queremos volver a ella. Nos quieren en un bloque al que no pertenecemos y en el que nunca estaremos.

Feijóo reitera su rechazo del marco de "las dos Españas" y rechaza que se le incluya en un bando, el de "la ultraderecha", en el que, afirma, "nunca estaremos". El líder del PP se sacude así la infamante letra escarlata que Sánchez ha querido colgar de su espalda y recuerda que cuando España ha caído en la retórica de los españoles "buenos y malos", ha escrito "las páginas más negras de su historia"

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14. Además, nos hacen un retrato oscuro para ocultar la oscuridad de sus pactos y de aquellos con quienes los han firmado. Ponen el foco en los demás para que apartemos la vista de lo que no quieren que veamos. Pero todo es demasiado burdo, demasiado evidente. La sociedad española no se va a dejar engañar, por mucho que le quiera mentir. Que el señor Sánchez sepa que después de su teatro, su realidad no ha cambiado ni un ápice. Sigue habiendo una investigación en la Fiscalía Europea, dos en la Audiencia Nacional y comisiones de investigación que no controla como la del Senado sobre la presunta corrupción de SU partido, SU gobierno y SU entorno.

El líder de la oposición recuerda que, por más relato que intente inyectar Sánchez en la corriente sanguínea de los españoles, la realidad sigue siendo la que es. Y esa realidad incluye investigaciones judiciales y comisiones de investigación, tanto en España como en la UE. Unas investigaciones y unas comisiones cuyos resultados Sánchez no controla y que amenazan con hacer descarrilar su plan, sea cual sea ese (en la rueda de prensa posterior a su discurso y en respuesta a los periodistas, Feijóo se ha negado a especular sobre cuáles podrían ser las medidas de ese plan de Sánchez).

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15. Quien amenaza a la democracia española es quien pretende imponerle un proyecto de puro poder, sin límites, para no dar las explicaciones que le exige la sociedad. En un Estado de derecho no se puede invocar el poder al mismo tiempo que se impide el control por parte de quienes son tan legítimos como pueda ser el Gobierno. ¿O es que la oposición no sale de las urnas? ¿O es que los poderes distintos del Gobierno no son poderes constitucionales? ¿O es que las libertades no están en el pacto constitucional y en el Derecho europeo?

Feijóo alude a la legitimidad de la oposición democrática, de los contrapoderes institucionales, de la prensa libre y de los derechos civiles de todos los ciudadanos. Una legitimidad que brota del mismo texto legal en el que Sánchez se ampara para reclamar un poder omnímodo: la Constitución Española. 

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16. Que los jueces actúen con independencia no es una anomalía democrática ni una persecución, es la normalidad democrática. Que los medios informen con libertad y que las personas se expresen como consideren mejor, no es una anomalía antidemocrática, es la normalidad democrática. Que la oposición ejerza sus derechos y denuncie los atropellos del Gobierno, o la inmoralidad de quienes lo apoyan, no es una anomalía antidemocrática ni una deslegitimación, es la normalidad democrática. Sánchez no puede soportar nada que no sea que le den la razón. Por eso, esta simulación de dimisión de cinco días es coherente con su trayectoria. Todo se supedita a su soberbia y su vanidad. Necesita que lo aclamen. Pero no ha sucedido como él creía y no sucederá.

Feijóo resta dramatismo al relato hiperventilado de Pedro Sánchez y recuerda que en una democracia la oposición se opone, la prensa critica e investiga, y los jueces juzgan y hacen ejecutar lo juzgado

Feijóo recuerda además que el plan de Sánchez no ha salido todo lo bien que él esperaba. Ni se ha producido una movilización masiva de los españoles ni se ha generado una ola de solidaridad irrefrenable, más allá de los habituales aspavientos de los sospechosos habituales del mundo del cine. Y de sus socios parlamentarios, aquellos que tienen más a perder que a ganar con la dimisión del presidente del Gobierno

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17. Representa a la España del pasado. Representa a esa parte del mundo actual donde los liderazgos no admiten réplica. No es ésa la nación que los españoles han construido. Que hemos construido con la ayuda de nuestro padres y abuelos y que queremos legar a nuestros hijos. España no ha recorrido este largo camino desde la Transición, para emular a regímenes que no creen en la plena libertad. Si ese es el proyecto del señor Sánchez, va a tener la movilización que buscaba, pero no en los términos que esperaba.
Sé que no habrá elecciones a la mayor brevedad porque teme a las urnas. Aunque es lo que debería hacer porque para hacer un punto y aparte en política la única manera es consultar a los españoles.

Feijóo acusa a Sánchez de querer seguir el camino de "regímenes que no creen en la plena libertad", en una alusión nada velada a Venezuela, Cuba, el México de López Obrador y la Colombia de Gustavo Petro, y pide elecciones anticipadas, aun sabiendo que Sánchez no las convocará. 

Pero, sobre todo, Feijóo recuerda que en democracia los "puntos y aparte" los deciden los ciudadanos, no los presidentes del Gobierno. Y este es probablemente el punto clave del discurso del líder del PP. 

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18. Sé también que no va a dimitir. A las pruebas me remito. Y adelanto que no le voy a presentar una moción de censura en estos momentos porque ha comprado el apoyo de sus socios con la dignidad de todos los españoles. Pero si Sánchez tenía complicado lograr el calor de la calle antes del día de hoy, más complicado lo tendrá a partir de este momento. La movilización social que Sánchez esgrime para continuar en el poder no ha tenido lugar. No hay más españoles que le quieran como presidente hoy de los que le querían ayer.

Feijóo renuncia a presentar una moción de censura que fracasaría con total seguridad. Pero recuerda que la calle no ha apoyado a Sánchez ni siquiera mientras este fingía encontrarse en el punto más bajo de su carrera. "No hay más españoles que le quieran como presidente hoy de los que le querían ayer" dice Feijóo, hurgando en la llaga de un Sánchez que no ha recibido el respaldo deseado.

Un respaldo que no es el del Congreso de los Diputados (que ahora mismo Sánchez tiene garantizado), sino el de unas movilizaciones populares que le permitan ir un paso más allá. Porque el punto al que se dirige Sánchez no está iluminado por la luz de la Constitución. Y de ahí su apelación a unas masas populares que le permitan sostener que "el pueblo" le pide llegar allí donde sólo él quiere ir

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19. Donde buscaba respeto, ha encontrado burla. Donde buscaba admiración por un nuevo guion ha encontrado rechazo. Ni será la última ocurrencia de Sánchez ni tampoco la más brillante. Hasta en eso sufre desgaste el presidente. Seguirá con su agonía lo que estime oportuno. Pero llegará el momento en el que tendrá que escuchar a la mayoría de los españoles, aunque no quiera. Y en ese momento podremos decir lo que la gran mayoría pensamos que hoy ha perdido una fantástica oportunidad para marcharse. Si alguna vez ha barajado dos caminos, no hay duda de que ha elegido el más indigno. Como les anuncié el pasado jueves, lo que buscaba era polarización, victimización y no dar explicaciones.

Feijóo concluye su discurso pronosticando más "ocurrencias" de Sánchez y aludiendo a un futuro en el que las urnas permitan un cambio de gobierno que el presidente no pueda impedir. Feijóo resume luego su discurso recordando que los tres principales objetivos de la escenificación de Sánchez eran polarizar a los españoles, victimizarse y no dar explicaciones por los casos de corrupción que le salpican. 

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20. Para el día de mañana, he convocado a los grupos del Partido Popular en el Senado y el Congreso. Si quiere un programa de regeneración democrática, debería haber consultado el que hemos presentado hace casi dos años y que le remití sin tener acuse de recibo.

Feijóo finaliza su discurso sin entrar en especulaciones sobre qué medidas formarán parte de ese "punto y aparte" del que habla Sánchez y que parece aludir a un cambio de régimen por la vía de los hechos consumados. Jueces, medios de comunicación y oposición están en la diana y han sido señalados claramente por Pedro Sánchez. Pero Feijóo parece preferir esperar a que esas amenazas se concreten antes que reaccionar preventivamente a algo que ahora es sólo una especulación.