En este país simplón en el que quieren que quede España, donde unos son buenos y los otros son malos, les sobra la mitad del idioma. No es que haya que cambiar la palabra "disminuido" de la Constitución –como si no fuese más urgente blindar el artículo 155–, ¡es que hay que arrancarle la mitad de las páginas al Diccionario de la lengua española! A fin de cuentas gran parte de esas palabras tienen entre sus acepciones alguna arista peyorativa y otra gran parte de ellas casi nadie sabe lo que quieren decir hoy.

Alberto Núñez Feijóo, tras finalizar el pleno para reformar el artículo 49 de la Constitución.

Alberto Núñez Feijóo, tras finalizar el pleno para reformar el artículo 49 de la Constitución. Kiko Huesca EFE

Así que por qué llevar al Congreso de los Diputados esta propuesta de modificar el término del artículo 49 de la Carta Magna en la que se pusieron de acuerdo PP y PSOE si directamente pueden proponer desterrar del diccionario medio idioma en español. Todas las palabras que les incomoden, por ejemplo pancismo: "Tendencia o actitud de quienes acomodan su comportamiento a lo que creen más conveniente y menos arriesgado para su provecho y tranquilidad". Porque hay sustantivos para todos. 

Nadie se muere en España porque en el Artículo 49, que estoy seguro de que sus señorías leen cada noche antes de irse a dormir cuando rezan palabra por palabra la Carta Magna como una oración, aparezca la palabra disminuido. En cambio sí se mueren esos otros disminuidos por los que PSOE y PP son incapaces de ponerse de acuerdo, que son los enfermos de ELA. Pero a ellos lo que les duele es el español. Ese idioma cruel que nombra hasta las últimas consecuencias.

Esa lengua certera que para esta actitud también tiene un término y yo digo que es trabucar. "Ofuscar, confundir o trastornar el entendimiento". Que es a lo único que se dedica el Congreso de los Diputados desde hace tiempo. Se gobierna y legisla acerca de cosas que no le resuelven la vida a nadie porque siempre es más fácil y más barato que gestionar un país. 

No incomoda una palabra en la Constitución, sea ahora disminuido o mañana otras cuatro como son "iguales ante la ley". Molesta el español, que es rico para nombrar una realidad entera y certero para juzgar. A ellos no les molesta el término "disminuido", sino medio diccionario porque los diccionarios, como los niños, siempre dicen la verdad.