"Como al presidente Juanma Moreno lo veo espabilado, que ha cogido la bandera, le propuse lo del 4-D y lo ha aceptado. Digo: 'Ya que parece que la gente te tiene cariño, sepárate del Partido Popular, crea un partido andaluz, y si se enfadan contigo los del PP te federas con ellos'. Es decir, un partido andaluz de derechas".

Quien esto dice es Alejandro Rojas-Marcos, el que fuera líder del Partido Andalucista y alcalde de Sevilla, que ahora funge de consejero áulico del presidente de la Junta de Andalucía. Sus palabras fueron pronunciadas en una entrevista emitida la semana pasada en el prime time de Canal Sur. El medio también es el mensaje.

Y cuando el hombre que susurra a Juanma Moreno habla del 4-D se refiere a la conmemoración cada 4 de diciembre de la misma fecha de 1977, cuando dos millones de andaluces se echaron a la calle para reivindicar la autonomía de pleno derecho bajo el lema Ni más que nadie ni menos que nadie, siendo "nadie" Cataluña, el País Vasco y Galicia.

Desde hace un par de años, dicha fecha ha sido institucionalizada por la Junta como el día de la bandera andaluza, precisamente a petición de Rojas-Marcos, quien pinta más de lo que parece en el gobierno autonómico desde la camarilla del palacio de San Telmo.

Hoy, como en 1977, vivimos un proceso de ruptura o de cambio del sistema. Pero en vez de entrar en un marco democrático y constitucional, salimos del mismo en pos de una descarada desigualdad ente territorios que está a punto de volar por los aires la convivencia entre españoles.

Por eso es el momento de que Andalucía, de una forma u otra, vuelva a liderar una revuelta antinacionalista en busca de la equidad, la justicia y el "café para todos".

Por historia, por peso demográfico (más de 8,5 millones de habitantes), por número de diputados nacionales (61), el pueblo andaluz no se puede quedar de brazos cruzados mientras nos están robando en nuestra cara, poniendo en almoneda la solidaridad interterritorial.

"¿Cuánto nos cuesta a los andaluces que Cataluña no se vaya?", se pregunta en dicha entrevista Rojas-Marcos echando cuentas y llevándose las manos a la cabeza.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, junto a la bailaora Sara Baras en el Día de la Bandera.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, junto a la bailaora Sara Baras en el Día de la Bandera. Europa Press

Y visto que no hay ni un solo diputado de los 61 andaluces (18% de la Cámara) que se sientan en el Congreso de los Diputados que esté dispuesto a pelear por los intereses de su región (deben exclusiva obediencia a su líder nacional), el gobierno de la Junta debe tomar cartas en el asunto.

¿No se les cae la cara de vergüenza a los 21 diputados del PSOE elegidos por Andalucía que votaron "sí" a la investidura de Sánchez? Una investidura por la que se ha pagado el precio más alto que se recuerda en democracia y que redunda de manera muy negativa en los intereses de los ciudadanos a los que se supone que representan.

Espero, al menos, que quienes votaron "sí" hayan tomado nota y se lo cobren a la próxima. Quiero suponer que se sentirán traicionados.

Pero volviendo a Juanma Moreno. No es un disparate el consejo que le da el que fuera líder del PA: aprovechar su tirón electoral y separarse del PP para encabezar un partido andaluz de derechas. Un partido pragmático, sin folclore. Como el PNV, pero sin boina ni faralaes. Una formación instrumental cuyo fin sea conseguir la financiación que nos corresponde a los andaluces en cuanto a españoles.

Aunque como me hace ver un avezado amigo columnista, tal vez ese partido ya exista y sea el propio PP andaluz de Juanma Moreno, "al que la izquierda ya vota masivamente".

La cuestión es que, además, la relación de San Telmo con Génova no parece pasar por su mejor momento. La resurrección de Javier Arenas y la relegación de Elías Bendodo evidencian las diferencias entre el Partido Popular de Feijóo y el de Juanma Moreno. Luego está Ayuso, claro. Pero con tres ya nos hacemos un lío.

Parece que aquí en el sur se está moviendo algo, y el 28 de febrero, como quien dice, está a la vuelta de la esquina. Ya saben aquello de "¡andaluces, levantaos!".