Hace unos años colaboré como voluntaria en un programa de formación de mujeres internas en centros penitenciarios. De estas clases impartidas por la escritora Concepción Sanfiz y por mí salieron siete relatos escritos por estas mujeres y muchas horas compartidas con quienes, en casi todos los casos, venían de realidades durísimas que acabaron conduciéndolas hasta la cárcel.

Una de ellas, Paloma, nos habló de su amor por el fútbol y de cómo siendo pequeña luchó contra todo los mandatos sociales impuestos a las niñas y en particular a niñas como ella, de etnia gitana, para hacer lo que más le gustaba: jugar al fútbol.

Las jugadoras españolas levantan la copa del Mundial Femenino de Fútbol.

Las jugadoras españolas levantan la copa del Mundial Femenino de Fútbol. Dan Himbrechts EFE

Cuando la Selección Española Femenina de Fútbol se erigió campeona del mundo me acordé de ella. De ella y de todas las niñas que crecieron sin mujeres referentes a las que emular en el ámbito del fútbol.

Y es que, además de la gloria para el deporte español, este es el gran logro de nuestra selección femenina. Que las niñas como Paloma sepan que "jugar al futbol como una niña" jamás volverá a ser un insulto y que las niñas cuyo sueño sea convertirse en jugadoras profesionales y campeonas ya tienen a quien parecerse.

Debemos reconocer y dar las gracias a todas las integrantes de la Selección Española Femenina de Fútbol que han hecho posible el hito. También a Mapi León, Laia Aleixandri, Sandra Paños, Lola Gallardo, Leila Ouahabi, Claudia Pina, Andrea Pereira, Amaiur Sarriegi, Ainhoa Moraza, Nerea Eizagirre, Patri Guijarro y Lucía García.

Y, en especial, a las siete mujeres que se mantuvieron firmes hasta el final. Mujeres a las que llamaron "las amotinadas". Reputadas jugadoras que estaban entre las mejores seleccionables, pero que antepusieron sus principios, la lucha por la profesionalización del fútbol femenino y las mejoras de las condiciones laborales para las mujeres deportistas, a su sueño de participar en el Mundial.

Como feminista considero que, si a alguien le debemos genuino agradecimiento y reconocimiento es a ellas. Porque, como explica Paula Dapena, conocida exfutbolista y profesional del ámbito deportivo, graduada en Ciencias de la Actividad Física, en vez de buscar una solución amenazaron a las jugadoras. Solo las iban a dejar volver si pedían perdón.

La deplorable actitud de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, durante el transcurso del Mundial, haciendo alusiones poco veladas e irrespetuosas a las "amotinadas", sumada a su lamentable actitud machista durante la final besando a quien no quería ser besada y celebrando el gol de Olga Carmona con el elegante gesto de agarrarse los testículos, da buena cuenta de uno de los principales problemas de la Federación.

No me detendré más en la polémica derivada de la actitud de Rubiales y de su abuso de poder manifiesto porque quiero seguir hablando de los logros femeninos. De otra mujer, María Pérez, que convirtió el día 20 de agosto en un día glorioso para el deporte español y el orgullo de las deportistas al alzarse con la victoria en el Campeonato Mundial de Atletismo en los 20 kilómetros marcha.

Son muchas las extraordinarias deportistas que tenemos en España y muchos los logros que conseguirán si seguimos defiendo y protegiendo las categorías deportivas femeninas. Cómo olvidar el robo de logros y de podios a mujeres que se ha producido en tantos países gracias a la legislación transgenerista, y ahora en España por obra y gracia de la ley y de las políticas trans impulsadas por el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos.

Varones autoidentificados mujeres están, gracias a este Gobierno y la izquierda mediática que lo aplaude, expulsando a las mujeres deportistas de sus podios y vulnerando su derecho a la integridad física y moral con semejante burla a sus trabajos y sus esfuerzos.

Con razón muchas feministas ayer contestamos indignadas al cinismo de quien da la enhorabuena a la selección femenina siendo la responsable de cuatro años de políticas profundamente nocivas para las mujeres deportistas.

Tampoco podemos olvidar que mujeres como de las que hablaba al comenzar este texto, mujeres internas en centros penitenciarios, se enfrentan a la misma vulneración de derechos por este motivo.

A todas ellas y a Paloma les dedico este texto. Por todas ellas y para que nuestras niñas puedan dedicarse a lo que más les gusta, sigamos defendiendo el deporte femenino. De frente ante las viejas y las nuevas amenazas.