Lo habíamos buscado con tanto ahínco que media Europa respiró ayer con alivio cuando se supo que el sirio que ha acuchillado a cuatro niños y dos adultos en un parque de Annecy es muy probablemente un loco. ¡Un loco, al fin! Un loco, además, presuntamente cristiano. O todo lo presuntamente cristiano que puede ser un loco.

Así que ni terrorismo, ni islam, ni yihad, ni lobo solitario. Las víctimas están en el hospital, pero el relato sigue sano y salvo. Circulen.

El que también es cristiano, pero no está loco, es Henri, el chico de 24 años que se enfrentó al atacante con la única ayuda de su mochila. 

Lo interesante es lo que ocurrió antes de conocerse que el atacante era un loco y no un islamista. Que era lo que todos pensamos durante las primeras horas, incluidos los que se escandalizan por "la estigmatización del islam". 

"A ver a quién va a beneficiar esto en las urnas", se preguntaban algunos. ¡Menuda confianza tienen en los franceses! ¡Y cómo debe de estar el panorama en Francia para que un sirio acuchillando niños en Annecy le dé votos a la extrema derecha de Marine Le Pen y no al liberal de Emmanuel Macron!  

Porque digo yo que si el centro es el consenso mayoritario de una sociedad sobre un tema determinado, entonces el centro hoy en Francia y en toda Europa debe de ser "no acuchillar al prójimo", ¿no?

¿Y por qué sospecharía nadie que esos votos, los del centro más centrado que puede encontrarse en nuestra sociedad, se los va a llevar la extrema derecha? 

¿Y qué dice eso de nuestras democracias tan liberales y tan deeply concerned con todos los males, los reales y los imaginarios, del planeta Tierra? A ver si hay algo que estamos haciendo mal. O, por decirlo en modo PSOE, a ver si hay algo que estamos haciendo fantásticamente bien, pero no sabemos explicarlo de tan fantástico que es

Antes de saberse que el atacante era un loco, algunos pidieron que analizáramos los hechos de una forma exquisitamente ecuánime, cabal y desapasionada. Es decir, evaluando las causas y las consecuencias de los cuchillazos de una forma serena, mesurada y democrática. Por supuesto, nadie piensa que acuchillar niños esté bien. Pero sí hay alguna gente que piensa que el niño es sólo el daño colateral de una violencia mayor y desde luego mucho más preocupante, que es la que sufre el tipo del cuchillo

No me estoy inventando un hombre de paja. Lo decía ayer mismo un tertuliano en una televisión de izquierdas. "El racismo, la marginación, el paro". Era uno de esos tertulianos que ven a un tipo acuchillando niños y te dicen "no, mira, espera, no lo estás entendiendo".

Igual el problema es ese, que él lo está entendiendo demasiado bien.

Luego empezó a circular la información de que el atacante es cristiano y la cosa se diluyó rápidamente. Ya no había racismo, ni marginación, ni paro. Había un cristiano acuchillando niños. Observen el mecanismo: primero se disculpa el problema atribuyéndolo a las habituales injusticias sociales, y luego se niega que exista ese problema cuando el avance de las horas descarta la tesis islamista. 

Otros dicen que el agresor llevaba "un crucifijo". En realidad, no se ve ningún crucifijo (el vídeo es muy confuso y sólo se puede intuir al agresor sujetando un colgante), pero todos dicen haberlo visto claramente. Es un extraño fenómeno de alucinación colectiva. Lo que no está, se ve claramente; y lo que claramente está, no se ve ni a tiros. Y nunca mejor dicho lo de "tiros". También dicen que se oye al agresor gritar "Jesucristo", pero en realidad lo dice alguien que está detrás de la cámara. Pero qué más da ya todo. 

Lo cierto es que la religión que dijera profesor el loco no tiene la menor importancia en este caso en concreto, como no la tendría su equipo de fútbol, pero para algunos pasó a ser un detalle muy importante. Tan importante como irrelevante es esa religión, por lo visto, cuando los atacantes, cuerdos de toda cordura, dicen matar en su nombre.  

"Los ataques son extraordinariamente raros y estadísticamente irrelevantes" decían otros antes de saberse que el atacante era un loco. Como lo son todos los crímenes de sangre, claro. Salvo en Venezuela, Afganistán, Yemen y otros países por el estilo. Hasta el terrorismo de ETA fue tan estadísticamente anecdótico como el desvalijamiento de bancos. La diferencia, claro, es que el desvalijamiento de bancos no se fundamenta en un sistema de valores defendido por millones de personas.

Pero nosotros no tenemos ya ese problema porque el atacante de Annecy es un loco.

Portada de 'Hermano lobo' de abril de 1973.

Portada de 'Hermano lobo' de abril de 1973.

 

El argumento del racismo merece un comentario. El de esa viñeta de Gila en Hermano Lobo en la que un maromo está cosiendo a puñaladas a un pobre desgraciado. "No le des más puñaladas, hombre" le dice un tercero. "Pues que deje de llamarme asesino", responde el navajero.

"Ya dejarán de pegarnos puñaladas cuando dejemos de mirarles con ojos racistas". Eso era, casi literalmente, lo que pensaban algunos antes de saberse que el atacante era un loco y no un islamista.

En circunstancias normales, uno se preguntaría qué estamos haciendo mal para que el voto de los que rechazan la violencia pueda irse a la extrema derecha y no a los partidos de la sensatez y el decoro y el Estado de derecho. ¿Qué estará ocurriendo para que un voto tan puro, tan limpio y tan inatacable como ese caiga en las manos incorrectas? 

Curiosamente, nadie se pregunta a qué partidos va el voto de los que consideran que acuchillar niños debe ser contextualizado en el marco de las injusticias sociales generadas por el capitalismo, Occidente y las democracias liberales. 

Cordón policial en el escenario del ataque a varios niños y adultos en Annecy (Francia).

Cordón policial en el escenario del ataque a varios niños y adultos en Annecy (Francia). EFE

Quizá lo que pasa es que todos tenemos claro a qué partidos van los votos de quienes ven "razones" para cada machetazo. Y por eso los otros votos, los de quienes no ven razones, ni contexto, ni explicaciones, ni leches frente al apuñalamiento de un niño, van, por descarte, a partidos inaceptables. Mucho más inaceptables, por lo visto, que quien acuchilla niños. 

Igual el problema no lo tienen los que se aprovechan con más o menos demagogia de ese nicho de mercado, sino de los que han dejado ahí ese agujero. Luego criticamos a Pedro Sánchez abandonando el centro mientras en la tele aparece un tipo diciendo "espera, vamos a analizar con calma las circunstancias del tipo del machete".