Por fin Miguel Bosé ha cumplido la amenaza y su libro ya está en la calle. El hijo del Capitán Trueno se titula. Para ser sinceros, no está mal. Mejor dicho, está bastante bien, aunque a los cantantes y chiripitifláuticos las editoriales no les exigen niveles de creatividad excelsos. Basta con que una mano amiga y correctora se preste a suavizar el exceso de perífrasis verbales.

Todos los medios de comunicación han ayudado estos días a Miguel Bosé. Todos los canales de televisión y las emisoras de radio han hecho sonar las campanas en favor del éxito literario.

Lo que son las cosas. La última vez que tuvimos cerca a Bosé fue con motivo del juicio que lo enfrentó a Nacho Palau por la filiación de los cuatro hijos de la pareja. Era octubre de 2020 y el juicio lo ganó Miguel Bosé, que mantuvo en todo momento una actitud hostil con la prensa y desdeñosa con Nacho Palau, presente en la sala. 

Desde entonces, pocas veces ha abierto la boca Miguel Bosé. Ahora, sin embargo, con el libro entre las manos, se siente en posesión de la verdad y no calla ni un minuto. En El hijo del Capitan Trueno, Miguel cuenta su vida hasta los 17 años.

Es una biografía encapsulada, un cuento corto y descabalado, a ratos poco creíble. No se entiende bien ese formato de urgencia que se le ha ocurrido a Espasa para animar el mercado. Hablo con Carlos Abella (escritor de obras relacionadas con la tauromaquia (De Manolete  a José Tomás: Historia del toreo en España y México desde 1939) y de varias biografías de toreros notables, como Luis Miguel Dominguín. Abella opina que El Hijo del Capitan Trueno es un aperitivo que próximamente justificará la aparición de una amplia biografía a cargo de Movistar. 

El libro de infancia de Bosé es un pretexto para llegar a su madurez y explayarse en los grandes temas de su vida (el éxito profesional, los amores, la pluripaternidad, Nacho Palau, la buena relación con su madre y la malísima con su padre, etcétera). 

El libro es una biografía desquiciante en la que Bosé cuenta sus años del Liceo francés, haciendo hincapié en una desmadrada carnalidad que siempre terminaba en orgías. A Miguel también le gusta vender, de ahí que se hiciera tantas veces el acostadizo con los jóvenes de su clase

Bose y las chicas, los chicos, las chicas-chicos. El acueste acababa de empezar y el cantante no tendría suficientes capítulos para contarlo.