No consigo que se me pase la repulsión por Arnaldo Otegi. Tampoco lo he intentado. Un aliento ético (y sí, político) la mantiene viva. Fueron muchos años de ver su jeta en los telediarios justificando los crímenes recién cometidos. Embadurnaba los cadáveres calientes en una abyecta mermelada ideológica, emitía frías frases estratégicas de vuelo gallináceo, como de estadista con boina, y aprovechaba para deslizar amenazas. Amenazas verosímiles, dado el contexto. Entonces no había Twitter ni había nada para expulsar la rabia. Solo quedaba darse cabezazos contra el televisor. Se almacenó tanto desprecio por los tipejos como Otegi que no se me van a agotar las reservas hasta que me muera.

Ni olvido ni perdón, en efecto. Porque se sustentaban en una mentira que se sabía que lo era: en la historia los engaños son acumulativos; están menos justificados los que van después. Tenía razón Jon Juaristi en su archicitado poemita: "Nuestros padres mintieron, eso es todo". Y un verso antes decía, con ETA en el trasfondo, lo de haber muerto y matado "tan estúpidamente". Mentira y estupidez. Era una locura. Y Otegi como representante de esa mentira y esa estupidez. Fue un acierto de casting. Ahora es lo mismo, pero sin la gravedad sangrienta que le otorgaban los asesinos: a su favor. Lo desquiciante es el blanqueo. También (¡ay!) por el PSOE.

Otegi sigue siendo repulsivo, aun sin ETA, aun sin crímenes: aun con su tibia declaración sobre las víctimas. Su discurso es repulsivo. Está en contra de la democracia, de la pluralidad. No admite el Estado de derecho. Por eso combate el "régimen del 78", que es una democracia plural y un Estado de derecho. Trabaja, sigue trabajando, por la división, por la separación: la separación entre los vascos buenos y malos (que no son verdaderos vascos), la separación de los vascos del resto de los españoles, y la separación entre los propios españoles de acuerdo con la ideología. (Una derivada, esta última, de su rechazo al pluralismo). "Mientras nosotros construimos puentes, las derechas cavan trincheras", ha dicho en la entrevista que le ha hecho su compañero de viaje en esto de cargarse la democracia española Pablo Iglesias. Trincheras llama a la defensa de la democracia en la que caben todos. Puentes a las pasarelas con matones en la entrada y cocodrilos abajo.

Las preguntas del exvicepresidente segundo del Gobierno tienen delito (como tiene delito su frotación con Otegi; incluso, cosas de ser Iglesias, su frotación consigo mismo). Por ejemplo, la que empieza: "El PP y la ultraderecha, como era de esperar, han respondido a la declaración con agresividad". Se pone fino con no sé qué agresividad mientras abraza al que se apoyaba en los crímenes. Y así todo.