Uno de los personajes más populares del país ha generado una gran controversia al participar en la convocatoria de una extraña, cuando menos, manifestación que sacudió Madrid, y el resto del país a través de las redes, estos últimos días. Cerca de 3.000 personas asistieron a la llamada de Miguel Bosé, quien prefirió no acudir. Solo han pasado unos días y ya hay al menos un asistente, de 40 años, con una neumonía grave a un paso de la UCI.

Los negacionistas han existido siempre. Uno puede creer, o no creer, lo que elija. Pero no se debe permitir que, en base a esa creencia se genere un comportamiento que implique un riesgo para los demás. Eso parece obvio. Sin embargo, a pesar de que parece igual de evidente que las concentraciones del 8 de marzo actuaron de catapulta en la propagación del virus al inicio de la pandemia, la Delegación del Gobierno autorizó esa manifestación.

Ahora José Manuel Franco, su responsable, afirma que sancionará con la “máxima dureza” a los manifestantes, ya que según él no siguieron los procedimientos acordados. En cualquier caso, por mucho que haga ahora el delegado del Gobierno, ya es lógicamente demasiado tarde para evitar el daño. Uno que, dada la manera exponencial que tiene el virus de reproducirse cuando no existe voluntad de evitarlo, quién sabe a dónde nos llevará.

Fernando Vizcaíno, el profesor de yoga valenciano que sostiene que la pandemia es una farsa, puede pensar y decir lo que quiera. Nunca se ha puesto una mascarilla, y no parece que lo vaya a hacer ahora. Asegura que se ha restringido “la libertad” de los ciudadanos y que se debe librar la “guerra más importante de la humanidad”. Pues muy bien: allá él y sus miles de seguidores de Revelión en la granja, su canal de Youtube. Pero parece de una insensatez extrema permitir que se congreguen miles de ciudadanos sin guardar las distancias mínimas exigibles y sin protección cuando al mismo tiempo se están tomando medidas para evitar contagios, y se está advirtiendo de la bomba en forma de afectados que puede estallar en breve.

Disentir de la sintonía principal no constituye, en absoluto, un problema. Al revés: de la diferencia, del rebelde, a menudo surge el genio o, al menos, algo que no estaba previsto y que genera frescura y novedad. Aunque, a veces sí es un problema. A Cayetana Álvarez de Toledo no le ha ido muy bien esta semana con esa metodología; y eso que, por una vez, coincido con ella: “la discrepancia no es deslealtad”; o, al menos, no necesariamente lo es. La “Messi del PP”, como la calificó Pablo Casado cuando la fichó, hace un año, deberá buscar ahora otros horizontes en los que disentir.

Tampoco tuvo un comportamiento ejemplar el cantante de Taburete, quien durante un concierto reciente en Marbella exclamó aquello de “¡Ni una puta mascarilla…!”. En las grabaciones existentes, por la entonación que utiliza Willy Bárcenas, parece congratularse por ello, aunque después ha intentado explicar que, en realidad, se trataba de un reproche al público del Starlite. En otra costa española, en el Náutico de San Vicente, Alejo Stivel cantó Salta, de Tequila, como acostumbra: entre el público. Pero antes de bajar del escenario se colocó su mascarilla.

Bosé también disiente, aunque no está del todo claro de qué. Sí lo está que no le van las mascarillas y que en su opinión todo esto se explica desde una profunda conspiración. Al tiempo que el cantante enviaba sus mensajes de vídeo con tintes apocalípticos, como mínimo generando dudas entre la ciudadanía al respecto de su capacidad cognitiva, Carlos Sáinz Jr. enviaba otros con el carácter opuesto. El piloto participó en el Gran Premio de España con un “#por vosotros” escrito en su casco, que explicó: “por los que os estáis recuperando; por los familiares que seguís adelante; por los que veláis por nuestra salud; por los que os esforzáis por mejorar esta situación. Este GP de casa lo corro #por vosotros”.

Se puede pensar y decir lo que se desee. Que el virus no existe. Que es una conspiración. Que vendrán de una galaxia lejana a buscar a un puñado de humanos para llevarlos a Eris, el planeta enano, antes de la destrucción total. Pero no se puede poner en riesgo a los demás, ni tampoco debilitar el sistema sanitario con ingresos provocados por la irresponsabilidad o la ignorancia de algunos.

Sí se puede elegir cómo queremos ser: tolerantes y responsables o irrespetuosos y egoístas. Con un altavoz como el de Bosé, el que le otorga haber vendido 30 millones de discos, puedes inundar las redes de mensajes sin sentido, y peligrosos. O enviar otros armónicos y esperanzadores. En el escenario, puedes optar por gritar algo como mínimo reprochable, o puedes bajar a saltar con tu público protegiéndolo al máximo. Puedes seguir el estilo Bosé, apoyando manifestaciones grotescas que perjudican a todos, o te puedes jugar la vida, porque eso es lo que has elegido, con un #por vosotros en la nuca. Gracias, Carlos.