Día de la proclamación de Errejón, bases de Más Madrid, y uno que se pregunta qué hay en el magín de un errejoner, a qué dedica su tiempo libre como en aquella canción de Perales que era todo un tratado de vida. Errejón y sus cuitas siempre nos han dado para esa novela que me encargó Raúl del Pozo y que no escribí por libertino.

Lo cierto es que hace ya tiempo que los poderes fácticos, las Maestres nostálgicas y los Ferreras -al que el dramatis personae se le ha vuelto contestón- quieren al resabiado niño Vicente; que ni es niño ni es Vicente, sino Eneko en los ambientes.

Eneko sería ya Íñigo en aquellas cenizas donde Podemos dejó la testosterona y se fue gestando un algo, una venganza entre Rita Maestre y Tania Sánchez, en una segunda vida de la segunda en el culebrón podemita.

Pasando el tiempo, antes de ayer, vendría ya la guerra civil entre las hermanas Serra y que en los balcones de Madrid fueran colgando un trapo con las efigies de Errejón y Carmena, una pañolada XXL que tuvo mucho recorrido en culos de todo género y en la romería de san Isidro.

Los errejoners proclaman hoy a Eneko, y se va escribiendo un capitulillo más en esta guerra intestina de la izquierda española que es casi el infarto sociológico de Anguita. Cierto es que con Podemos y las confluencias que adaptan vida propia y matan al padre vamos entendiendo que sí, que de la Mariblanca a Vistalegre hay tiempo para nacer, crecer, reproducirse y purgarse. Mas luego qué ternura en los rostros de Compromís, con ese valencianismo en los pronombres que ha acabado por romper con Iglesias y volverse del proyecto de Íñigo y de las X en las ecuaciones.

En el capítulo de muertos hay que contar con Equo, a quien se les ha ido la vez y la palabra (sic), se les ha quemado un glaciar y han acabado rotos en mil pedazos. Eso y otras venganzas que vendrán a airearse de sábado a sábado, de diez a doce, de aquí al 8-N.

Íñigo Errejón viene preparado por la Universidad de Málaga en posgrados, que me consta que es una garantía de éxito en el mundo que se nos viene encima. Sabemos de Íñigo que a veces se levanta jacobino y que hace más cosas que darle viento del pueblo a los bandazos hipotéticos de Carmena, que no han sido tantos en honor a la verdad.

Eneko es todo amor...