Hoy es de esos días en que bulle Casa Manolo y sus croquetas. Y Raimundo Castro a la solana, con su puro. Y los ujieres, a los que les arde la franela del uniforme, apurando el paraíso relativo de una croqueta. Hoy es un día histórico con calor, con calufa. Cuando Madrid es un horno y va pasando eso, la Historia, diciéndonos que somos un país que degenera. 

Sánchez se nos pone solemne, con esa voz impostada de alguien que se cree Kennedy y sabe que con el 'Air Force FalconEspaña es un país de distancias íntimas, que diría el poeta.

El estrés de estos meses es Iván Redondo, que ha encontrado en el desgaste de Iglesias el relato de desmontar a un cipotudo, y las pobres gentes del sanchismo le han comprado la burra, sí, y Pablo Iglesias es una suerte de anticristo mezclado con Rasputín y con el Empecinado. Nos ha vendido ese relato como a él - a Iván Redondo- le vendieron el crecepelo, y la nave va. Con el terrorismo fiscal y los chiringuitos por doquier. 

Verle a Sánchez el traje de estadista es esa ironía de la España que es y de la España que será. Básicamente, Sánchez ha cumplido el sueño americano en España: engañar a pensionistas, viudas, republicanos catalanes y carmencalvistas de que la suya, la de Sánchez, es una unidad de destino en lo universal respaldada por Trump, qué cosas. Pero la batalla la ha ganado Iglesias, que tendrá a su íntima delfina en Moncloa. 

Hoy, de nuevo, volverá julio con sus calores y el PNV a pasar el cazo, que es cosa muy católica y jesuítica de Neguri. Hoy Podemos firmará su muerte digna porque, desde que nacieron, se vio que el cabreo 15-M mezclado con la autodeterminación de unos es una mezcla contranatura, como la zoofilia o la cocina con hidrógeno. Hoy rularán los 'Trankimazin Retard', el aire acondicionado que pagamos todos estará a 17 grados. Veremos que la España que no hemos votado va tomando una corporeidad mortal y rosa. Y ya, después, cómo la cursilería nos habla de un gobierno progresista, feminista, europeista y esos adjetivos más vacíos que una alberca murciana.

La investidura, salvo sorpresa, tiene estas cosas. La expectación relativa, Ferreras excitando el mal menor de que haya Gobierno y unos corceles arrastrando el feliz cadáver de Iglesias rumbo a la Sacramental de Galapagar, donde se hará la nueva política del mamoneo morado. En su epitafio dirán que luchó contra el vacío, y al vacío le colocó un caballo de Troya de amigas y conocidas. Eso. 

Pepelu Ábalos ni se inmuta en esa libertad relativa del taurino, y España anda de vacaciones con el ceño fruncido y el alma agachada. Los tecnócratas guapos de Cs dirán que hemos pasado pantalla, y sabemos que España ha hecho un largo camino para llegar a Sánchez Castejón. Estadista a ratos, como Curro era torero: a ratos y si se alineaban los astros.