Los socialistas llevan más de cinco semanas intentando escapar del mal sueño del 2 de diciembre. Ninguna encuesta les avisó de la pesadilla, pero el caso es que aquella noche se acababan para siempre 37 años de hegemonía del poder en una comunidad que, tras más tiempo del que han durado algunas dictaduras, es líder en paro de larga duración o abandono escolar temprano.

Lo curioso es que Susana y los suyos nunca dieron la Junta por perdida: Andalucía era el PSOE y el PSOE, Andalucía. El granero de votos de los socialistas empezaba en Despeñaperros desde tiempo inmemorial. ¿Cómo iban a quedarse sin el poder? No contaban, claro, con el quinto jinete del apocalipsis socialista: el sanchismo, que arrasa electoralmente cada territorio que atraviesa, como si se hubiese coaligado con el caballo de Atila.

Los sanchistas llevan consigo el mal perder de la sorpresa: con esto no contaban ni en la peor de sus fantasías. Por eso, desde el batacazo electoral se han dedicado a sobreactuar. Se mesan los cabellos, se rasgan las vestiduras y hacen predicciones apocalípticas para distraernos de lo esencial: en Andalucía hay un nuevo gobierno en coalición de dos partidos constitucionalistas. El resto es ruido del malo, vocerío de perdedor de tercera, fanfarria del fracaso. 

Ayer Susana Díaz admitía que hay 3.405 enchufados en la Junta, además de ciento cuarenta y ocho contratos de alta dirección en empresas públicas. Ahí lo tienen. Tres mil quinientos cincuenta y tres asalariados nacidos del dedazo, el amiguismo y la irresponsabilidad, todo con cargos a fondos públicos.

Voy a hacer un cálculo nada más que aproximado: si, como media, cada uno de estos contratos estaba retribuido con 30.000 euros anuales (¿se apuestan algo a que no estoy siendo nada ambiciosa, a que ahí hay algunos, muchos, que cobraban bastante más?), eso quiere decir que cada año hacían falta 106 millones de euros para pagar a los agraciados en la triste lotería del nepotismo.

Ahora imaginen todo lo que se puede hacer con 106 millones de euros. Cuántas becas de excelencia, ayudas de comedor, cursos de capacitación para parados o programas de refuerzo escolar pueden pagarse con 106 millones de euros. Pues el PSOE prefería gastarlos en colocar amiguetes. Tres mil quinientos cincuenta y tres amiguetes, ahí es nada.

Así las cosas… ¿cómo no van a estar subiéndose por las paredes? Al PSOE no le preocupa la llegada de otro partido, ni los acuerdos, ni la coalición de PP y Ciudadanos. Les preocupa que se les ha empezado a acabar el chollo en el lugar donde pensaban que era eterno.