En estos días del pedrosanchismo ataviado para un Vogue de baratillo con manitas y gafitas, con los huesos de Franco en vísperas de meneo, con chuleos sobre el Pirulí y concesiones infinitas a la antiEspaña, ERC se nos ha vuelto tierna. Tan tierna que se diría toda de algodón. Sólo hay que ver a Rufián en tuiter o en La Farga de Hospitalet, con esa seguridad que todo hijo de vecino demuestra cuando se sabe que se tiene mando tácito en la plaza de la Carrera de San Jerónimo. Hay algo en su sonrisa, en sus modales, que nos recuerdan a ese amigo "empecinado pero entrañable, quizá demasiado imperfecto para detestarlo", según descripción del escritor Magnífico Margarito.

De Junqueras sabíamos que desde antes del golpe él era todo amor, que quizá Dios hablara por Oriol y desde la celda; que según le contó a su militancia en carta mística "los inviernos son fríos y los veranos calurosos". Enternece cuanto menos esa observación del frailuno Junqueras sobre las estaciones en la paramera, las referencias al Altísimo y ese mix entre supremacismo e integración que sólo se da en Estremera cuando se cuenta con el simpar Rufián como muñeco portavoz.

Contó este periódico que en el independentismo se han abierto -de nuevo- las luchas intestinas, y uno ve que el lazo amarillo de Torra crece y crece hacia el subsuelo, como una tumoración alimentada desde Moncloa y sus nuevos aires; casi que visto a la distancia, el honorapla Torra parece el bufón del McDonald's ondeando estupideces por lo largo y ancho del mundo. Pero hoy me interesa lo de las campas de ERC este fin de semana, y esa oferta/amenaza de referéndum pactado que le han hecho a Sánchez; una oferta por la que el apuesto presidente bien pudiera ser copríncipe honorífico de la futura república catalana (si la contradicción es admisible).

Lo que es cierto es que en la Conferencia Nacional de ERC vienen a hablar de urnitas pactadas, de la DUI como espada lejana de Damocles cuando Maradona y Rufián comentan el Mundial en la medida de sus posibilidades y sus medios, con sus acuerdos y desacordes.

El tiempo catalán se ha vuelto lánguido, triunfante, y sus próceres tienen tiempo para epístolas y juegos florales. Con Pdr I el Consentidor todo ya es blando, posible, como en una frasecita de Paulo Coelho. La amorosa militancia de ERC está feliz. Se saben dueños de la Historia y nos ofrecen otro referéndum; ya habrá otoño y tiempo para amortizar a Rufián y sus sobradas.