Los copiotas sin escrúpulos pero leídos suelen citar a Eugenio D’Ors, “lo que no es tradición es plagio”, para sacudirse con desdén el dedo acusador. A los plagiarios sin mala intención ni cultura, sin embargo, les pesan toda la vida los remordimientos. Decidan ustedes a qué categoría pertenece la candidatura de Carles Puigdemont después de que Xavier Domènech haya afeado a Junts per Catalunya que se postulen como "gran solución" de nada cuando son incapaces de hacer su propio cartel electoral.

La indignación de Domènech, tras comprobar que los carteles de los nacionalistas parecen calcados de los suyos, es lógica: una y otra cartelería coinciden en exhibir las cabezas de los candidatos juntas o yuxtapuestas como albóndigas emplatadas o morcillas. Pero los responsables de la campaña de Puigdemont, por apuro o porque no han leído a D’Ors, sólo han alegado que no habían visto la propaganda de la competencia, que no han tenido tiempo de nada y que se han inspirado en el cine. Es decir, prácticamente citan el aforismo del filósofo catalán ignorándolo y acogotados por la vergüenza.

El asunto de los carteles plagiados entra de lleno en el concepto de “intertextualidad”, otra treta de los piratas intelectuales para salir absueltos cuando aluden al principio orsiano de que toda creación parte del mismo abrevadero. Y como la intertextualidad es inocente, en el entretenimiento de averiguar cuál ha sido la fuente original de inspiración de los independentistas, cualquiera diría que su composición bebe de los pósters promocionales de Fast and furious y Blade Runner.

No deja de ser coherente la referencia fílmica con la saga fuga de Puigdemont. Uno imagina la huida del presidente depuesto, de un maletero a otro, de un coche a otro, e inmediatamente piensa en los aguerridos protagonistas de Fast and furious o en Rayo McQueen. Y entonces no queda más remedio que compadecer a Soraya, Zoido y Sanz Roldán porque nadie puede dudar que si este hombre se lo propone regresa a España y hace de su encarcelamiento el mejor de sus mítines para burla y deshonra del CNI.

Todo cuanto atañe a la campaña catalana, de tan sorprendente, parece cosa de ciencia ficción. Normal que, a la hora de explicarla, cualquiera diría algo como "Yo he visto cosas que no creeríais".