Quieren fiar su Historia, su república anarcoburguesa -si la contradicción es admisible- al alcalde prevaricador, al pueblo pequeño de tejados a dos aguas, allí donde todos se conocen y es más fácil señalar al díscolo. Al que cumplirá con la Constitución el 1 de Octubre y que será señalado, juzgado por la masa vecindona en el mercado del sábado, casi que como en una página de la Patria de Aramburu. Bien que les vale a la guapa gente de PDeCAT la estrategia cupaire del assenyalament y la diana pintada en la cara del constitucionalista que toque. Es la ley del mambo de la CUP: por los huevos -batidos- hacia la República y por la comuna hacia la independencia.

Quieren que el alcalde/boticario y el cura cagón te habiliten una urna en una ermita románica, pongamos por el Pirineo, como si el referéndum fuera una subasta a mano alzada de una vaca lechera y vernácula. Y antes del voto, el tomar las calles con banderas y cacerolas, provocar a España lo que se pueda, que ya nos lo ha dicho Puigdemont por canales oficiales y oficiosos. Diada on fire.

La modernidad radical del prusés estriba en que el buen catalán ducho en informática puede imprimirse su papeleta y sacarla al "vent" el día de autos. Han prostituido el concepto de democracia en tanto que se sacan la urnita como Tejero metió a su mostacho en el Congreso, y en esta etapa triste de nuestra Historia vemos que el Estado de las Autonomías ha degenerado en Forcadell mandando a callar a lo más parecido al seny que quedaba por los muros del Parlament.

Este vendaval de la peor Historia, la que hoy se dirá pueblo oprimido y democrático en el telediario, ya se ha llevado por delante a Coscubiela, que vino a darle dialéctica zurda a un golpismo en toda regla. Coscubiela es gran orador, aunque el podemismo en Cataluña y las convergencias lo mandaron a las tertulias de TVE por la noche, donde la actualidad tiene más razones que vísceras. La desaparición de Coscubiela y los modos de Forcadell ya anuncian ese nuevo Estado, ese Estado del Terror que han impuesto en Cataluña bajo el camuflaje de "juegos florales" libertarios y a los pies tergiversados de Casanova.

La cesión de competencias a las autonomías ha llegado en Cataluña a su máximo esplendor: el llamamiento a la desobediencia civil. Poco importa que la "Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república" contravenga al Derecho y a la neurona. Porque importa que el mambo ha empezado, como dice Anna Gabriel en el anuncio en el que despeñan la furgoneta de Scooby-Doo por ese barranco que es su Ítaca dorada.

Su mambo, nuestras tragaderas.