Del balcón del Palace al garaje de Ferraz va escrita la historia del PSOE: historia escrita a veces con letra capital, otras con basura en suspensión, y con puñales siempre. De congreso a congreso. El partido transversal, el partido que más se parece a España, -que diría el otro- quedó retratado para los restos el sábado, y aún queda por llegar la maniobra-vendetta de Pdr con su guapa militancia. Podemismo en fisno.

Y Ferraz, un 15-M de baratillo con los liberados del partido así, prietas las filas, que los liberados del Partido trabajan un día al año, pero ese día se tragan a Susana por los pies si es menester. Han pasado los días, sí, pero el hito de Sánchez ha sido mayúsculo: ha hecho bueno a Rajoy, otro 'garante de la estabilidad' por el que no pasan ni los años, ni la vergüenza, y con una corrupción que es casi un feliz contratiempo estructural.

Pero a lo que vamos. En el tiempo que va del balcón del Palace al garaje de Ferraz han desfilado militantes de base, académicos de fuste, mártires como Lluch; también viejas agradecidas al felipismo de cuando Isidoro blanqueaba/encalaba ambulatorios y cosas varias.

Dicen sesudos analistas que el esperpento del sábado (faltó el Mocito Feliz) fue una implosión que regenerará la cosa; yo, más bien, lo entiendo como la muerte cerebral del Partido. Se lo comento a uno de los agitprop más catódicos de esa masa difusa del antisanchismo, a uno de los que más cámara han chupado de un tiempo a esta parte: “Pavía entró a caballo, Tejero a pistola, e Iglesias ha podido entrar montado en la grupa del guapo. Lo veo así”. Me contesta, riéndose: “Sánchez estaba poseído por Pablemos, no sirvieron para nada los gritos del padre Karras (Iceta), pero al final hicimos un buen exorcismo”.

Claro que este exorcismo, esas bragas lavadas en público al sol de octubre, afectan a algo tan serio como la gobernabilidad. En torno al futuro, un asesor de baronía me advierte feliz en verso: “Que cante Correa, porque si Correa canta el PSOE se levanta”.

Hoy una pata del constitucionalismo ha reventado por el postureo, la tontería histórica del icetismo y la obra maestra de Iglesias. El PSOE -muerto- ya tiene sus cunetitas levantadas y su revolución pendiente, sus finiquitos, hasta que vuelva Sánchez. Desde las catacumbas, sí, pero con Iceta y a cara perro.