Don Lockwood era un actor del cine mudo que tras pasar por muchos papeles secundarios consigue al fin formar pareja con Lina Lamont, una bella actriz de voz ridícula y malas intenciones. En el silencio del cine mudo todos eran hermosos, no debían hablar, solo gesticular, posar y sonreír. La belleza de la postura, de la actitud y del ademán.

Con la llegada del cine musical, los directores se encontraron con el gran problema de Lina: era bella, pero tenía voz de pito. Solución: buscaron a una doble para que la belleza dorada también estuviera dotada de la musicalidad en su garganta.

¿Recordáis la película, verdad? Cantando bajo la lluvia.

El guión hablaba del engaño, la farsa, el artificio, la mentira y el chasco. Sobre todo esto último. Aquel final del film de Gene Kelly es apasionante: descubrimos que la voz que realmente se escuchaba tras el escenario era la de otra mujer no tan bella como la rubia chillona.

La llegada del cine sonoro destrozó la carrera de muchas estrellas que eran incapaces de vocalizar con naturalidad un “buenas tardes señorita” o un “café, por favor”.

Ayer mismo me pasó lo mismo en Instagram. Como si fuera aquel abril de 1927 cuando en Nueva York se proyectó El Cantante de Jazz asistí a un montón de vídeos de blogueros, influencers y modelos de fotografía que decidieron aprovechar la nueva función de la red social: grabarse en vídeo hablando al estilo snapchat.

Me tengo que contener la risa para poder seguir escribiendo y no estallar como aquellos espectadores que se descoyuntaban en la butaca frente a la impostora Lina Lamont. Os prefería mudos, pensé mientras veía un vídeo tras otro. Os prefería perfectos, masticaba. Os imaginaba con voces aterciopeladas y sensuales. Os veía irreales, bellos, admirables e inalcanzables. Pero, oh Dios de la Red Social que albergas malas intenciones en cada actualización, has creado el vídeo para que empiecen a brillar todas las Kathy Selden desconocidas y se caigan del billboard las Linas Lamont de plexiglás.

Don y Kathy se enamoran en Cantando bajo la lluvia, el cine sonoro arrasa en todo el mundo, el público quiere más y todas las Linas Lamont con voz de rata se ven inservibles para la nueva era. Es su fin. Solo les quedan los carteles, los anuncios y la fotografía.

El mitómano que habita en mí ha decidido quitar el sonido al móvil por compasión, por solidaridad y por cariño. Porque esos modelos impolutos, delgados de caderas y de pecho ancho como campos de fútbol son mejor en el silencio de Instagram. Miguel Ángel esculpió a su David con la boca cerrada, Leonardo dejó callada a Monalisa y hasta la Dama de Elche prefiere llevar cascos y tararear con la boca cerrada. Quién sabe qué voz tendrían si Instagram llega a sus vidas.