La jefe de los espías, Carla autobiográfica, comisionista pijo y la estirpe de Charo.

La jefe de los espías, Carla autobiográfica, comisionista pijo y la estirpe de Charo. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

La jefa de los espías, Carla autobiográfica, comisionista pijo y la estirpe de Charo

Paz Esteban, Carla Simón, Alberto Luceño y Charo Vega; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.  

8 mayo, 2022 01:59

Paz Esteban 

Guillermo Serrano Amat

Los indepes han puesto una cruz a la todavía directora del CNI. Ay, qué cruz la de los indepes. Se han venido arriba aferrándose en marcha a la cola de Pegasus, el caballo de Zeus que todo lo ve por encima de Igualada.

Paz Esteban, madrileña, 63 años, licenciada en Filosofía y Letras, jefa de los espías españoles, explicó el jueves pasado a puerta cerrada que los servicios secretos espían con autorización judicial a presuntos delincuentes del mismo modo que el director general de Tráfico espía con sus radares a los conductores desaprensivos.
Bueno ¿y qué?

Pues que según y cómo, oiga.

Paz no es una estrella, ni falta que le hace. Pero los amigos de Sánchez, y me temo que también Sánchez en defensa propia, quieren estrellarla. No lo quieran los dioses. Entonces perderíamos a una servidora pública que estuvo impecable, serena y creíble ante la comisión de secretos oficiales. El problema es que Paz, que las ha visto pasar de todos los colores trabajando durante cuarenta años en la cara B del Estado, no sabía que el teléfono de Pere Aragonés fuese sagrado, intocable, de pena de muerte súbita (política, se entiende) e inmediata salida del escalafón.

Tal vez porque su gente lo está viendo venir, este viernes pasado sonaron atronadores los aplausos que sus compañeros le dedicaron al celebrar el vigésimo aniversario del CNI. Un acto que iba a celebrarse por todo lo alto, con la prevista presidencia del rey de España, y al final se ha hecho en familia, por no enfadar más de lo debido a los independentistas y a la parte gamberra del Gobierno.

Quiero pensar que detrás de los solidarios aplausos de los compañeros de Paz Esteban en los servicios de inteligencia del Estado hay millones de españoles que respetan, entienden y aplauden su trabajo. Y quiero pensar que esos españoles no tendrán que pasar por la vergonzante confirmación de que Paz Esteban va a ser sacrificada para calmar la ira de Pere Aragonés, que sigue pidiendo las cabezas de Paz y de la ministra Robles. Atentos a la pantalla.

Carla Simón

Guillermo Serrano Amat

“No quiero pasarme la vida contando la mía”, confesaba días atrás Carla Simón, ganadora de la última edición del festival de cine de Berlín. Carla se siente en Berlín como en su propia casa. A otros podrá sucederles lo mismo con Cannes o Venecia. Ella, en cambio, siempre ha reconocido su pasión por la Berlinale.

Berlin es su lugar de culto, su fuente de la sabiduría. Allí empezó a formarse y allí vuelve, una y otra vez, deseosa de abrazar su amor por el cine. Allí sonaron campanas de gloria por su opera prima (“Verano del 93”) y este año ha recogido sus últimos aplausos por Alcarrás, el pueblo de Lleida que ha inspirado un hermoso drama sobre la transición energética, el paso de la agricultura tradicional a las plantas fotovoltaicas.

Sin embargo, Carla no olvida que debe el éxito a su propia biografía, la historia de una niña que en el espacio de tres años pierde al padre y a la madre, víctimas de sida. De la historia de esa ausencia nace “Verano del 93”, un drama salpicado de desgarros.
Probablemente de aquellas tristezas proceden las alegrías de Alcarrás, la explosión de colores que lleva incorporada la fruta desde antes de su nacimiento, cuando el arco iris adquiere la luminosidad de una acuarela y el verano regresa a la planicie de lo que llaman la comarca de Segriá .

Todos los nacidos en Lleida llevamos dentro el sabor ligeramente agridulce de una pera limonera. Yo misma, cuando voy de compras al súper, no puedo reprimir la tentación de recorrer con la mirada los puestos de fruta con sus correspondientes denominaciones de origen escritas en un cartelito. Hace muchos años que me fui de Cataluña y apenas he vuelto a ella. Pero esté donde esté, siempre encuentro un pretexto que me regresa a los amables sabores de la infancia. Al final del camino el sueño con lo que más extraño: la pera limonera.

Alberto Luceño 

Guillermo Serrano Amat

Un pijo de manual con nombre de novillero: “Luceño”. Ni siquiera de matador. Pero a mi me inspira más que su colega, Luis Medina, el hijo de la duquesa de Feria, Ay, Nati, que disgustos nos dan los hijos.

Pero vuelvo al comisionista Luceño, que se hizo millonario con las mascarillas como podía haberse hecho millonario empujando la silla de ruedas de cualquier anciana con título nobiliario y saliendo en las negritas de Jaime Peñafiel.

Los caminos del salto a la fama son inescrutables. Alberto Luceño Cerón descubrió enseguida que ni la fama ni los millones le iban a llegar ejerciendo de periodista. Así que cinco minutos después de convertirse en licenciado en Ciencias de la Información, colgó el título y buscó la ruta blanqueadora de los Ferraris, los rolex y las suites a 6000 euros la noche. La buscó y la encontró entre el Madrid de Almeida y la Malasia de San Chin Chon. Hasta que llegó el juez Carretero y le embargó un inmueble de 1,1 millones de euros, diversos vehículos valorados en 946.136 euros y el saldo de 129.140 euros en cuentas corrientes, con el compromiso de apoquinar los cuatro millones de euros que aún le quedan por pagar para completar la fianza impuesta por el juzgado número 47 de Madrid.

Le sugiero un crowdfunding entre las damas del Rastrillo, “pa la saca”, porque la medalla reclamada al Ayuntamiento a través de la Fiscalía, por su solidaria tarea en favor de la salud de los madrileños, en caso de que se la otorgaran, no daría para estos dispendios.

Charo Vega

Guillermo Serrano Amat

Para entender a esta mujer antes hay que saber de dónde viene. Se impone, pues, echar un vistazo a su árbol genealógico, que está cargado de simbolismo. Fue nieta de Pastora Rojas Monje, conocida como Pastora Imperio. Dicen que el nombre se lo puso Jacinto Benavente que no tuvo que comerse mucho el tarro para dar con él. Pastora valía un imperio y con el Imperio se quedó.

Triunfó como actriz de cine y folclórica, y además contrajo breve matrimonio con Rafael Gómez Ortega “El Gallo”, que haría famoso el dicho “Hay gente pa tó”. La boda había sido todo un acontecimiento. Por primera vez se unían en España un torero y una folklórica. El matrimonio duró lo que duró (más bien poco) y Pastora Imperio se lanzó de cabeza a pedir el divorcio del divino calvo (eran los tiempos de la II República y los divorcios estaban al alcance de todos).

Divorciada por la gracia del nuevo régimen (de corta vida, por desgracia), Pastora Imperio se dio al olvido del “Gallo” y al recuerdo de otros hombres que habían pasado por su vida. Entre ellos estaba el monarca Alfonso XIII, quien, raudo, fichó a Pastora Imperio para su lista de amantes.

Entre las amistades masculinas de la folclórica también estuvo Fernando de Borbón, duque de Durcal y primo del monarca.

A Pastora le gustaban mucho los hombres. Parece que de su romance con Fernando de Borbón nació Rosario, su única hija. Pero la bailaora le dio sus dos apellidos, pues no tenía muy claro si era hija del Rey, o de su primo. Rosario sería más tarde abuela de Pastora Vega, futura esposa del maestro Gitanillo de Triana.

Hablando de toreros y borbones, este año Mediaset no ha desaprovechado la ocasión de apuntarse un tanto incorporando a su nómina de “Supervivientes” a Ignacio de Borbón (de los borbones de toda la vida) y a Charo Vega, pertenecientes ambos a dos castas primas hermanas entre sí. Charo Vega, nieta de Pastora Imperio y a su vez, abuela de Manu Soto, su defensor en plató, han demostrado su capacidad para generar espectáculo. Ella, con sucesivos ataques de ansiedad (vive dios que no me habría gustado nada estar en su pellejo) y el nieto, avergonzado por no poder presumir de abuela.

A estas horas, Charo Vega tal vez esté ya volando hacia Madrid. Espero que en el aeropuerto la esperen sus amigas pijas. Ellas son el mejor antídoto para la ansiedad.

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