Yo, Claudio y Mariano Rajoy Brey.

Yo, Claudio y Mariano Rajoy Brey.

La tribuna

Yo o el caos. O las III Elecciones. ¿O la III República?

17 julio, 2016 03:16

Sí. Todos los caminos conducen a Mariano Rajoy, como en otro tiempo se dijo de Roma, la patria de Tiberio Claudio César Augusto Germánico, quien llegó al poder por descarte y sobrevivió gracias a sus aparentes taras. Y ahí seguimos, del emperador Yo, Claudio al presidente Yo, Mariano. Dos historias de supervivientes.

Si Mariano Rajoy no es elegido presidente del Gobierno en las próximas semanas por el nuevo Congreso de los Diputados, España se aproximará un poco más al abismo del desgobierno. Yo o el caos, podría decir con razón el ganador de las pasadas elecciones del 26 de junio y líder del PP, lo cual, vista la caótica situación de España como nación tras sus cuatro años de Gobierno, no deja de ser una paradójica redundancia. Igual de correcto sería decir Yo o el caos que Yo, el caos.

En tal caso, si Rajoy no se sale con su empeño de revalidar la Moncloa, sólo quedarán dos salidas políticas, tan defectuosas la una y la otra como el emperador Claudio, cojo y tartamudo. La primera: un gobierno de izquierdas, con la suma del PSOE (85 diputados) y Podemos (71), para lo cual se requeriría el apoyo imprescindible, hasta sumar 176 diputados, de todos aquellos partidos que quieren, precisamente, acabar con España. ¿O acaso los catalanes de ERC y Convergencia o el propio PNV, y para qué hablar de los proetarras de Bildu, están interesados en apoyar con sus votos una alternativa para construir un país más fuerte y más unido? Yo o el caos, dice Rajoy.

¿Acaso es imposible un gobierno presidido por Pedro Sánchez, el peor candidato en la historia centenaria del PSOE, debido a lo cual tiene los días contados al frente del partido, y vicepresidido por Pablo Iglesias, quien se desinfla cada día como un suflé? Difícil sí es, pero imposible, no, en gran medida debido al abismo político que ambos líderes sienten en sus propias carnes. Si esta mayoría de izquierdas llegara a articularse, se reeditaría una especie de Frente Popular, que conduciría inexorablemente a un cambio de régimen. No hace falta sacar la bola de cristal para adelantar que España se encaminaría, de nuevo, hacia la República, hacia la III República. Delenda est Monarchia, como escribió Ortega y Gasset mostrándole el camino del exilio a Alfonso XIII.

No ha de extrañar, pues, que Felipe VI esté profundamente preocupado por la deriva política de España, desasosiego que se le nota en la cara, en el pelo y en cómo de anchos le quedan los trajes ahora.

Hoy, 17 de julio, no es el día más adecuado para especular con aventuras políticas. Hace 80 años comenzaba en España la Guerra Civil con la sublevación de una parte del ejército con el dictador Franco al frente. España, en aquel momento, sí era un verdadero caos: en 151 días, entre febrero y julio de 1936 hubo cuatro presidentes del Gobierno y fallecieron 270 personas en atentados y reyertas protagonizados por grupos extremistas rivales. Había huelgas en Madrid (de la calefacción y los ascensores), en Gijón (del comercio), en Vigo (de la casa Singer), así como en Cartagena, en Barcelona, incluso en puntos minúsculos de España como Cabeza de Vaca, en Badajoz.

En Cataluña, en el País Vasco y en Galicia el nacionalismo alcanzó su máxima expresión con partidos y movimientos que hoy, 80 años después, son los que tendrían en sus manos que el candidato del PSOE se convirtiera en presidente del Gobierno.

Ahí está el gran dilema al que se enfrenta el Partido Socialista Obrero Español: si da un paso al frente (una palabra que hoy suena belicista) o da un paso atrás. Al frente, buscando apoyos para formar un gobierno de izquierdas, o atrás, permitiendo un gobierno de Rajoy, ganador por puntos en las elecciones del pasado 26 de junio, con 7,9 millones de votos y 137 diputados de los 350 del Congreso.

Pedro Sánchez y Mariano Rajoy este miércoles en el Congreso. Al fondo, un retrato de Francisco de Asís Borbón.

Pedro Sánchez y Mariano Rajoy este miércoles en el Congreso. Al fondo, un retrato de Francisco de Asís Borbón. Reuters

Lo más significativo del encuentro del pasado miércoles, 13 de julio, entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez fue percatarnos de la existencia de un cuadro junto al que pasaron los dos líderes sin darse cuenta. La reunión, de 45 minutos, resultó un fiasco, como corresponde a cualquier maridaje entre dos políticos hortalizas, sin más condimentos en la salsa. En el paseíllo de Rajoy y Sánchez por los salones del Congreso de los Diputados, para hacerse las fotos, las cámaras captaron el retrato de Francisco de Asís Borbón, pintado por Federico Madrazo en 1849.

Francisco de Asís Borbón, marido de Isabel II, fue todo un personaje. En la Corte le llamaban 'Paquita' por sus preferencias homosexuales, aunque algunos cronistas de la época le atribuyeron varios hijos fuera de su matrimonio, desde luego no tantos como a su consorte. Al esposo de la reina (eran primos hermanos por partida doble, de padre y madre), le sacaron una copla que decía: “Gran problema es en la Corte / Averiguar si el Consorte / Cuando acude al escusado / Mea de pie o sentado”. En realidad, el consorte real sufría de hipospadia, una malformación que consiste en no tener orificio de salida en el glande sino en el tronco del pene, lo cual explicaría por qué este Borbón no podía orinar de pie.

Isabel II en 1852, retratada junto a su hija Isabel por Franz Xaver Winterhalter. Palacio Real de Madrid.

Isabel II en 1852, retratada junto a su hija Isabel por Franz Xaver Winterhalter. Palacio Real de Madrid.

Insisto: esta es la duda que tiene que despejar el PSOE en los próximos días, si lo hace de pie o sentado. O dejando paso a Mariano Rajoy o intentando tomar asiento en la Moncloa. España reposa hoy sobre los brazos inseguros de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez como en aquel tiempo dependía de Isabel II y Francisco de Asis Borbón, un pareja que no podía llamarse el uno al otro ni puta ni cabrón, porque ambos los eran. Algo parecido a lo que sucede con la pareja Rajoy-Sánchez, cambiando los adjetivos.

El martes, 19 de julio, fecha en que se frustró la rebelión golpista en la Barcelona del 36, asistiremos a la constitución de las nuevas Cortes. Será el día de la marmota. Otra vez el mismo espectá-culo. No sabemos si al final habrá Gobierno ni si Carolina acudirá con su bebé de apellido proverbial: Bescansa, de ves y cansa. ¡No veáis cómo cansa a los españoles esta farsa política pensando más en el interés del partido y de los políticos del partido que en el de España!

Yo, el caos. Si no hay parto natural, lo habrá con cesárea el 27 de noviembre, fecha señalada para unas terceras elecciones en las que, según encuestas y analistas, Mariano Rajoy ganaría por mayoría absoluta, deshaciéndose de sus tres rivales actuales: Albert Rivera, muerto por absorción; Pedro Sánchez, decapitado en el patíbulo de Ferraz, incluso del mismo Pablo Iglesias, víctima de sus Mareas. La Historia se repetiría: Yo, Claudio emperador; Yo, Mariano presidente.

Celebraciones de la proclamación de la II República Española en Barcelona en 1931.

Celebraciones de la proclamación de la II República Española en Barcelona en 1931.

¿EL MUNDO ES PELIGROSO?

Sí. Un loco, en Niza, juega a los bolos con seres humanos y con su tráiler. Unos militares golpistas y laicos intentan derribar en Turquía a un gobierno “democrático” islamista. Caminamos sobre un abismo y sólo cuando miramos hacia abajo, impresionados por terribles acontecimientos, nos damos cuenta de la provisionalidad de todo. Pero la vida es así y siempre ha sido así. Por eso, el compromiso individual de cada uno con la sociedad es no contribuir a crear mayor inestabilidad. ¿Se darán cuenta de ello nuestros políticos? ¿Acaso no sería terrible que el pacto de estabilidad que no son capaces de conseguir ahora llegara impuesto por un atentado como los que suceden fuera y como nosotros ya sufrimos? Sería para matarlos (en sentido figurado).

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