Ilustración: Javier Muñoz

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La tribuna

Europa, devuélveme mi país

El autor afirma que la idea de recuperar la soberanía nacional que reclaman los partidarios del brexit es inalcanzable, aun si Reino Unido abandonara la Unión Europea. 

18 junio, 2016 01:13

La diputada británica laborista Jo Cox defendía la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. El jueves fue asesinada, presuntamente por Thomas Mair, un hombre con antecedentes por enfermedad mental, según ha contado a la prensa británica su hermano, Scott Mair. Jo Cox era una persona comprometida con la política, la cooperación y su familia. Creía en los derechos humanos y los defendía en su labor como diputada.

Jo Cox creía que Reino Unido debía permanecer en la Unión Europea. Un debate en torno al brexit completo de ideas que conviene analizar, no con el ánimo del reproche, sino con la intención constructiva de desenmascarar y someter a crítica los mensajes a los que están expuestos los británicos y europeos.

Durante la campaña, que el jueves suspendieron los políticos británicos, los defensores del brexit promueven un eslogan: I want my country back. Una combinación de orgullo, miedo, nacionalismo, proteccionismo, nostalgia y ficción. Un grito de auxilio que hemos escuchado al UK Independence Party además de al partido de Marine Le Pen, Front National. Recuérdese que “Devuélveme mi país” complementa y alimenta el “Dame un país” (Gime me a country).

La propuesta de “recuperar la soberanía nacional” que piden los partidarios del 'brexit' es inalcanzable

Es necesario separar la realidad del sueño. Si con “Devuélveme mi país” se pretende recuperar un país soberano en el sentido propio de la palabra, un país con un Parlamento capaz de adoptar leyes y lograr su cumplimiento al margen de influencia externa, entonces esto está más próximo al sueño que a la realidad.

Las redes internacionales que tejen los países europeos son tan complejas que proporcionan una imagen distorsionada, como soberanos independientes. Una imagen tal, dificulta el estudio, pues progresivamente se aleja de la realidad; más en el caso de los países del Atlántico norte. ¿Puede un país evitar esta situación?

Aunque Reino Unido negocie su salida de la Unión Europea y se relacione con ella en un nuevo marco legal, su poder jurídico estará obligado a hacer cumplir normas que no han sido aprobadas en su Parlamento. El estado de “libertad” al que apuntan los partidarios del brexit, la propuesta de “recuperar la soberanía nacional”, es inalcanzable.

Si el 'brexit' esconde miedo a desaparecer como pueblo, cabría trazar una línea que separe Estado de patria

Pueden existir injusticias en las estructuras de la Unión Europea y en la arena global que requieran comprensión, aclaración, crítica y ajustes, pero la independencia entre los miembros participantes es inescapable, tanto dentro como fuera de la Unión Europea.

Si el grito “Devuélveme mi país” esconde un manifiesto del miedo a perder la patria, a desaparecer como pueblo, quizá sea útil trazar una línea que separe Estado de patria, proyecto político de discurso y narrativa nacional.

Frente al temor existencial a que la patria se diluya y se convierta en pasado –recuerdo irrecuperable– se puede dar una respuesta similar a la que demanda el eslogan “Dame un país”: el pueblo no debería estar inexorablemente unido a una Constitución, en el sentido actual del término, o a un Parlamento. Se debe considerar el reajuste de los discursos nacionales. El “pueblo” ya “vive” en parlamentos que no son soberanos; identidad nacional, patria y país no son nociones idénticas.

Se puede concebir un proyecto político sin necesidad de anudarlo al destino de la vida de una patria

En este sentido, cabe concebir un proyecto político que promueva y facilite una vida decente a sus participantes sin necesidad de anudarlo al destino de la vida de una patria. La patria debe entenderse a sí misma libre de la necesidad de copar en régimen de exclusividad el proyecto político. Esto es necesario discutirlo.

El crimen de este jueves requiere remedio penal, por contra, la petición de devolución de la corriente euroescéptica es razonada y requiere una respuesta articulada distinta al argumento ad terrorem. Al respecto, pienso que son necesarias alternativas factibles. Cabe “transparentar” la maraña de la Unión Europea, cabe reubicar a los pueblos y ciudadanos en sus instituciones, pero no cabe convertir el sueño en realidad.

***Joseba Fernández Gaztea es profesor de la Facultad de Derecho y Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra.

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