Que hay algo tierno en ese Pedro Sánchez paseando su soledad después del debate. Es un macho alfa venido a menos; es la víctima de la política de laboratorio, el hombre que disolvió el PSOE en dos asaltos. Va ganando canas, ya no viste aquellos pantalones varias tallas menos que remarcaban atributos, no hace tanto, en las Navidades pasadas.

No, Pedro Sánchez ya evoca una suerte de ternura. Sabe que no es suyo este tiempo, que las siglas centenarias de su partido son ya una anécdota, que el sorpasso es el motor de la Historia y que sus días contados son la gloria por venir de Susana, la guardiana de las esencias nacida, sabemos, de un soplo de Griñán a orillas del Guadalquivir. Pedro el del ramazo camina, con la camisa blanca, con una sonrisa forzada que tuvo sus seguidoras. Se hace un periscope entre entrañable y ridículo, que se hizo viral.

Y hay algo tierno en ese Pedro Sánchez que camina por los bajos de Ferraz, ajeno a las ramas, errado de todas sus batallas, superado por los tiempos, por los asuntos de la parienta que le dieron el primer rejón de la precampaña. Pedro Sánchez nos mueve a la ternura, con esa voz como hueca, con el eco del vacío, ahora que va de aquí al 26-J en un funeral avisado por las encuestas de todo pelaje. Y la rama certera, con los pulgones que Carmena no ha fumigado de los árboles de Madrid; la rama de pleno. Y hay algo tierno en Pedro Sánchez, un jirón presidencialista en las vísperas del ocaso; cuando el Pacto del Abrazo que pudo ser la imagen de la España que necesitamos.

Pedro Sánchez caminando por un Madrid con los termómetros infartados. Después del debate del día en que rescatamos a Piqué del lado oscuro. Las calles vacías y dos australianos en busca de sangría. Fue una estampa animada de soledad, de fracaso tuiteado; quién sabe. Y la rama de acacia en toda la jeta, pues quizá la hoja de acacia sea buena para tratar las viruelas o las melancolías. Pedro Sánchez tropieza con los árboles, con más garbo, quizá, que Cospedal cuando salió del juzgado y se le bajaron un poquito los humos. Los ramajes de la política le dan a Sánchez en el careto, y la suya es la tragedia arbórea de un partido que abusó mucho de la gasesosa del zapaterismo.

Pobre...