¿Sirve de algo echar Margaritas a los….? Ay, casi casi (pero al final no) me atrevo a titular así esta columna que hoy ve la luz para asombro y para pasmo, me figuro, de mucha de la buena gente que habitualmente me sigue. Y que dudo de que me haya visto alinearme nunca con ningún coro de palmeros del PSOE. Es más: mucho me irrita la impunidad a la carta, la patente de corso y la bula pa tó que el socialismo sociológico tiene y exige en esta especie de país. Por ejemplo tan sulfurados y agraviados ellos por la bordería de Pablo Iglesias de mentarles la cal viva en sede parlamentaria… Pues sí, Iglesias es un chulo y es un borde. Pero, ¿por qué no se le puede mentar a un socialista el caso GAL mientras a la derecha celtibérica se le pregunta día sí, día también, en qué zanja están los huesos de Federico García Lorca?

Lo de echar Margaritas a los… se me ocurrió al enterarme de que el PSOE ha fichado para sus próximas listas a la que fue secretaria de Estado de Interior con Juan Alberto Belloch, la magistrada Margarita Robles. Juro que me quedé atónita. Acostumbrada al disgustazo y al asquito diario de las noticias de los últimos meses y hasta años, no me lo podía creer. ¿Por fin una buena nueva?

Se quejan en los partidos mayoritarios de que cuando dicen que de ahora en adelante van a ser buenos y no lo volverán a hacer (lo de robar y a veces hasta matar), nadie les cree. Ejem. Que todos sus “gestos” para acabar con la corrupción y la mala entraña retumban en el vacío de la desconfianza nacional. Puede ser. Pero también puede ser que el vacío esté en los gestos mismos. En su portentosa inanidad insolente.

He levantado una oreja, como los perros, al oír esto de Margarita Robles, porque todavía me acuerdo de lo apestada que llegó a ser y estar esta mujer entre determinadas capillitas del PSOE nada más perder el felipismo las elecciones. Les culpaban a ella y a su jefe de haber ayudado a hundir el barco destapando lo que no debió destaparse nunca por pura y dura ambición personal. Es posible que hubiera algo de cierto en esto por parte de Belloch. Pero nadie ha podido demostrar jamás que Margarita Robles no actuara guiada por otra cosa que el más estricto afán de justicia, que al fin y al cabo es lo suyo. En otra cosa no ha medrado y a nada más se ha dedicado, a los hechos me remito. Ha sido y es jueza hormiguita sin escandaleras y sin divismos.

Recurriendo a ella para parchear sus cuarteadas listas amenazadas de sorpasso, Pedro Sánchez acredita, no sé si una inteligencia política que yo ya no espero de él ni de casi nadie, pero sí que se atreve a tirarse al barro sin miedo a no poder sacar los pies. Los famosos gestos contra la corrupción y contra todo lo podrido, cuando van en serio, son así. Cuando te atreves a contar con gente cabal y honrada que hasta la saciedad ha demostrado que ella, con según qué, no traga.

Si cualquiera de las dos mitades del bipartidismo español tiene futuro, pasa necesariamente por aquí. No puede decirse que ni en el PP ni en el PSOE haya seguido el liderazgo una curva precisamente ascendente. Más bien da la impresión de que van todos a menos. De que tienes que elegir entre brillantes defraudadores (fiscales y del voto…) o inmaculados inexpertos. La jibarización política es vertiginosa. Dios me perdone, Marx no lo quiera, pero, ¿será posible que el PSOE no haya renunciado del todo a tratar de gobernar seriamente este país? ¿Te imaginas que a partir del 26-J se pudiera hacer algo con cara y ojos?