El azar no existe; en este mundo todo obedece a un cálculo secreto. Nunca es Dios, sino el Diablo quien juega a los dados sobre la capa de Maquiavelo, extendida a modo de tapete para la timba de la democracia. Un juego donde la banca siempre gana.

Estas elecciones han sido las más vividas desde aquel tiempo viejo en el que la llamada Transición se presentaba como metamorfosis. Para conseguir tan preciada metamorfosis, se puso en práctica la alquimia política con el residuo franquista como ingrediente base. El PSOE de entonces removió un caldero vacío de ideología y los hijos del franquismo se refugiaron en los recientes partidos políticos, igual que cucarachas buscando refugio cuando se enciende la luz de la cocina, valga la comparación.

Empezaba una partida donde el pueblo iba a correr con poca suerte, culpa de unos dados con truco que siempre darían los puntos más bajos. Años después, sobre la sucia capa de la política, se revive aquella timba mientras en Puerto Real se descubre una fosa amontonada de cadáveres y Asturias arde bajo el fuego milenarista.

En esa distracción de cálculos que parecen fruto del azar, sus viejos partícipes se encomiendan a Dios sin reparar que Dios no juega a los dados. Lo malo es que una parte del pueblo tampoco repara en ello y se piensa que, con cambiar a los jugadores, la banca dejará de ganar. Son muy pocos los que denuncian que sobre la vieja capa de Maquiavelo, la pareja de dados está trucada; por eso el pueblo siempre saca lo que en argot de jugadores se denomina “ojos de serpiente”, que viene a ser un punto en cada dado.

La fuerza extra-parlamentaria, por excelencia, que determina la política, es el Capital. Su apetito insaciable no admite parones y cuando se produce uno, busca metamorfosis políticas para volver a la ganancia. Si echamos la vista atrás, veremos que los mismos que con su capital conspiraron contra la Monarquía para traer la República, fueron los que luego hirieron de muerte a la República, pagando el levantamiento militar que masacró al pueblo. Porque cuando el capitalismo entra en crisis, saca al fascismo de paseo.

Pero no vine aquí a hacer análisis, sino para recordarle al Dios tuitero que el azar no existe y que tiene que corregir la errata de los libros de Historia:

Donde pone “Pablo Iglesias fundó al PSOE”, tiene que poner, “Pablo Iglesias fundió al PSOE”.