El viernes recordamos a Félix Bayón en el Museo Ruso de Málaga. La excusa eran sus años como corresponsal en Moscú para El País. Como yo conocí su nombre entonces y en la secuencia aparecía siempre la capital, esta sonaba como su segundo apellido: Félix Bayón Moscú. La noticia de los atentados de París nos llegó al final de la cena. Estábamos los intervinientes con las representantes rusas del museo matriz, el de San Petersburgo, y los responsables de su sucursal malagueña, que lo son también de la sucursal del Pompidou. Fueron estos los primeros que se enteraron, por sus contactos franceses.

Al llegar a casa, me informé de los detalles. En Twitter, entre las manifestaciones de dolor, de horror y de repulsa por los terroristas, vi ya dos salidas de tono. Una de José Luis Centella: "En estos momentos solo se me ocurre una cosa desde el dolor, la solidaridad con las víctimas y la indignación: LA OTAN TAMBIÉN ES CULPABLE" (1:16h). Otra de Xavier Sala i Martín: "Apuesta: ¿quién será el primer iluminado del PP o de C’s que relacione los ataques de París con el proceso independentista? En 3, 2, 1,..." (1:57h). No quise leer más.

El duelo se ha vuelto imposible. Los carroñeros ideológicos se echan sobre los cadáveres en cuanto los ven, mejor si están calientes. También Marine Le Pen ha aprovechado para colocar su mercancía: "Es indispensable que Francia recupere el control de sus fronteras, definitivamente". Y el nuevo fichaje de Podemos, Santiago Alba Rico, que ha clamado por mantener la frialdad, para arremeter desde ella contra Hollande y Sarkozy. No es nuevo en él: en 2008, lo que le reprochaba a ETA cuando mató a Isaías Carrasco no fue tanto que matara a un hombre, como a uno "que no iba a votar al PP".

Menos ofensivos, aunque cargantes, son los que aprovechan para exhibirse como almas bellas. En su exhibición los vemos a ellos y no a las víctimas, que quedan sepultadas bajo sus buenas intenciones. O bajo las notas de Imagine, que son las buenas intenciones hechas canción. Es tan endulzante, que hasta el terror islamista parece quedar absuelto.

Pero Bayón, que nos dejó en 2006, tuvo tiempo de contarnos cómo hizo el duelo tras los atentados del 11 de marzo de 2004: singularizando a los muertos. Leyó la necrológica de cada uno y miró sus fotos. En estas, "unos posan con cara de circunstancias, como hacemos cuando nos fotografían para el carné de identidad. Otros aparecen sonrientes y algo borrosos: son imágenes que han salido de los álbumes en los que dejaron constancia de una fiesta de cumpleaños o unas vacaciones".

En aquella ocasión fueron asesinados cuando iban al trabajo en Madrid. Esta vez cuando se divertían en la noche parisiense. Los únicos culpables son sus asesinos. Tenerlo claro ayudaría a hacer limpiamente el duelo.