La nuevas notificaciones anunciadas por Facebook evidencian una batalla por la comunicación con el usuario. Ya no es tanto quién produce, distribuye o consume las noticias, sino qué herramienta utiliza para mantenerse en contacto con la actualidad.

La llegada de Twitter, ahora con problemas de crecimiento, evidenció que había un hueco en ese ámbito. Para los usuarios de Twitter, leer un periódico o ver noticias en televisión pasaba a ser un ejercicio de reiteración, una edición aumentada de contenido que ya habían visto pasar en Twitter. Facebook, ahora, trata de imitar ese papel envidiable: el de ser la conexión del usuario con la actualidad de hasta 70 medios. Mientras, paradójicamente, Twitter imita a Facebook en otras cuestiones, como el nuevo “me gusta” en forma de corazón.

Todo medio de comunicación contiene un componente de producto y otro de servicio. El primero se define por factores como la línea editorial, el estilo o la apuesta por determinadas secciones. El segundo supone un compromiso con el lector de mantenerlo ya no solo informado, sino cada vez más, de hacerlo a gran velocidad. Nadie quiere un medio que se actualiza el último, que nos convierte en los más desinformados de todas las charlas de café. Si las grandes tecnológicas ganan esta batalla, los medios podrán seguir siendo los que producen la información, pero la relación con el cliente y la percepción de valor se la llevarán ellas.

La importancia de las notificaciones es fundamental. Con dispositivos como smartphones o smartwatches, y avances como el machine learning, los lectores aspiran no a recibir notificaciones de todo lo que pase, sino a que el sistema sea suficientemente inteligente para saber qué notificar y a quién en función de las preferencias expresadas anteriormente. Ese perfilado de usuario determinará que una noticia no especialmente popular, pero relacionada con un tema que él lee persistentemente, le sea notificada de manera inmediata a él y no a otros usuarios, pero que también ocurra al revés: que aunque una noticia no esté en sus temas de preferencia, le sea notificada si la magnitud del hecho informativo lo recomienda - como una catástrofe natural o un atentado. Desde “dime si se mueve algo en mi industria”, hasta, posiblemente, “avísame si se va a poner a llover”.

Nada que una máquina no sea capaz de aprender: calíbrala con los datos de uso, y terminará generando notificaciones con notable precisión. La duda es... ¿quién está más cerca de situarse en la privilegiada posición de ser quien lance las notificaciones al usuario? ¿Los medios que conocemos, o las empresas tecnológicas?